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La avería de Vox y el final del camino
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Javier Caraballo

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La avería de Vox y el final del camino

La consideración global de que lo que está sucediendo en Vox es una seria crisis interna lo demuestra la mera cronología de lo ocurrido en este partido desde las elecciones andaluzas

Foto: El presidente de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Rodrigo Jiménez)
El presidente de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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Una fiesta que lleva como lema "La historia que hicimos juntos" suena a pasado inevitablemente, o a punto final, y así es como se ha titulado el nuevo festival de Vox de este fin de semana, el 'Viva 22' de Valdebebas. La historia que hicimos juntos, cuando se une a las siglas de este partido político, no evoca a Cervantes, ni a Cristóbal Colón, ni a los Reyes Católicos, que tanto gustan entre muchos de los presentes, por una de esas manipulaciones atroces de la historia, apropiaciones indebidas de personajes históricos, como si el Cid Campeador fuera uno de los fundadores del nacionalcatolicismo de funesta memoria.

No, todo el que entre en el festival y lea la frase en el programa se acordará de los que ya no están, de los que se han ido o los han echado, pero que hicieron con ellos el camino hasta llegar a tantas instituciones. ¡El camino! Exacto, esa es la palabra más repetida en los discursos de Vox, y en las opiniones sobre Vox, de los últimos meses, el camino recorrido y que ya se ha acabado. Es lo que dijo Iván Espinosa de los Monteros para despedir a Macarena Olona, "este es el final del camino", que es lo mismo que si le hubiera dicho "hasta aquí ha llegado la historia que hicimos juntos". El final del camino también para Javier Ortega Smith, al que han arrinconado o apartado para intentar contener el creciente malestar interior. Esa es la avería de Vox, la foto rota de los orígenes del partido, y la incertidumbre actual porque los problemas internos sigan multiplicándose en un año electoral clave en la evolución de la extrema derecha española.

Foto: Javier Ortega Smith en el pleno del Ayuntamiento de Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

La consideración global de que lo que está sucediendo en Vox es una seria crisis interna lo demuestra la mera cronología de lo ocurrido en este partido desde las últimas elecciones andaluzas. La avería, si se acepta el empleo de esta forma coloquial de expresarlo, empieza cuando a la antigua secretaria general del grupo parlamentario y portavoz adjunta de Vox, Macarena Olona, se la fuerza a abandonar el Congreso de los Diputados para marcharse a la política andaluza. Desde el primer día, se percibía un intenso mar de fondo en aquella operación. Carecía completamente de sentido político que ese partido prescindiera de uno de sus pilares fundamentales para relegarla a un papel secundario, subsidiario, en un despacho de la Junta de Andalucía que, nunca, iba a ser el del presidente. Incluso cabía la posibilidad de que la operación acabara en nada, porque una mayoría suficiente del Partido Popular hiciera innecesario el concurso de Vox en el Gobierno, como había ocurrido un año antes en la Comunidad de Madrid.

¿Para qué asumir el riesgo de estrellar a una de las figuras más relevantes del partido? Pues parece evidente que eso es lo que se buscaba, neutralizar a Macarena Olona, y que, por esa razón, esta acabó revolviéndose y marchándose del partido: por los modos y formas del secretario general, Javier Ortega Smith. En palabras de la afectada, "falta de democracia interna" y "falta de respeto" con el resto de dirigentes de Vox y con las distintas agrupaciones provinciales, lo que provoca problemas de unidad y de cohesión interna. "Los egos personales no se pueden anteponer a la finalidad del proyecto", concluía Olona en una entrevista explosiva en 'ABC'. Conviene precisar, en todo caso, que todo lo anterior no tiene nada que ver, ni disimula ni disculpa, las mentiras con las que Olona, a su vez, justificó su abandono de la política andaluza, con el compromiso de reintegrarse de forma inmediata a la Abogacía del Estado.

A partir de ese punto, es cuando comienzan las contradicciones que, al despejarlas, nos hacen valorar el calado de la crisis. Veamos. En teoría, cuando Santiago Abascal dejó caer a Macarena Olona era porque, en esa pelea interna, a quien apoyaba como presidente del partido era a Ortega Smith, su secretario general. Es más, como ocurre en todos los partidos políticos, no es posible pensar que el 'número dos' de una organización hace y deshace a su antojo, sin el consentimiento del líder. Ya ocurrió, por ejemplo, en el Partido Popular, cuando crecían las críticas a Teodoro García Egea por su forma de llevar el partido; al final, se hizo evidente que el secretario general y el presidente, Pablo Casado, actuaban al unísono.

Foto: Luis Gestoso y Pascual Salvador de Vox Murcia en una fotografía de archivo. (EFE/Murcia)

En consecuencia, ¿por qué deja caer Santiago Abascal a Ortega Smith si, como es evidente, respaldaba la estrategia seguida contra Macarena Olona, que la hizo abandonar el partido? La única explicación posible es que se trata de un sacrificio, no una destitución. Santiago Abascal prescinde de Ortega Smith, no por lo que ha hecho, sino por el valor que tiene su caída. Al apartarlo de la secretaría general, Abascal pretende parapetarse él mismo, entregarlo como tributo a los que, como señala Macarena Olona, están incómodos en el partido y amenazan con abandonarlo.

Con lo cual, si nos elevamos un poco para contemplar lo sucedido, lo que observamos es que Santiago Abascal es quien autoriza a Ortega Smith a cargar contra Macarena Olona y, luego, le corta la cabeza para disimular su responsabilidad en la crisis abierta en el partido. Por qué no pensar, a partir de esa hipótesis, que lo que está en cuestión en este momento en Vox es la propia capacidad de Santiago Abascal para dirigir el partido. Objetivamente, ha debilitado seriamente a Vox por aventar una crisis interna que era perfectamente subsanable.

Esa es la avería principal, la que se mencionaba al principio y que no es exclusiva de esta organización. Sucede en todos los partidos políticos con la única y fundamental diferencia de que, mientras que las grandes organizaciones, como el PP o el PSOE, son capaces de digerirlas con normalidad, en las más recientes, como Podemos, Ciudadanos o Vox, pueden ser letales. De los tres líderes emergentes que, hace pocos años, quizá desde 2016, aspiraban a sustituir al bipartidismo, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Santiago Abascal, ya solo queda en pie uno, el presidente de Vox. Hasta ahora había logrado mantenerse al margen de las crisis internas y esa es la principal novedad de este momento, que ya está inmerso en esas batallas, que pueden llegar a ser corrosivas y exponenciales.

Foto: Ortega Smith es un lastre para Monasterio Opinión

La sacudida de estabilidad interna comenzó por la extrema izquierda, que es un terreno sísmico de alta intensidad y siempre será así, arrasó el centro político y ahora llega a la extrema derecha. En estas crisis políticas, la primera constatación llega con la primera 'foto de familia' de la que ya han desaparecido algunas caras. En Vox, será la foto de esta celebración, 'Viva 22', la que evidencie el mal interno. Este año ya no será viral, como en la edición del año pasado, el vídeo de Olona bailando la 'Macarena' de Los del Río. Porque, como dice el lema, eso ya forma parte de la historia que hicieron juntos. El camino que se acabó.

Una fiesta que lleva como lema "La historia que hicimos juntos" suena a pasado inevitablemente, o a punto final, y así es como se ha titulado el nuevo festival de Vox de este fin de semana, el 'Viva 22' de Valdebebas. La historia que hicimos juntos, cuando se une a las siglas de este partido político, no evoca a Cervantes, ni a Cristóbal Colón, ni a los Reyes Católicos, que tanto gustan entre muchos de los presentes, por una de esas manipulaciones atroces de la historia, apropiaciones indebidas de personajes históricos, como si el Cid Campeador fuera uno de los fundadores del nacionalcatolicismo de funesta memoria.

Javier Ortega Smith Santiago Abascal Vox
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