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La corrupción que Sánchez no quería
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Javier Caraballo

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La corrupción que Sánchez no quería

Era lo que le faltaba a la legislatura y ha estallado ahora, justo al final, cuando va a comenzar la campaña electoral de las elecciones municipales y autonómicas

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Jero Morales)
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Jero Morales)
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Pandemia, crisis económica, el volcán de La Palma, la guerra de Ucrania, crisis energética, subida de precios… Y, ahora, corrupción. Lo que nunca quería Pedro Sánchez que estallara en su mandato, un caso de corrupción que afectara a su partido, el PSOE, y mucho menos a su Gobierno. Era lo que le faltaba a la legislatura y ha estallado ahora, justo al final, cuando va a comenzar la campaña electoral de las elecciones municipales y autonómicas que todos interpretan como la antesala de las elecciones generales de diciembre próximo.

Solo nos referimos, claro está, a las adversidades que no tienen un origen en su propio Gobierno, porque de otra forma la lista de grandes problemas sería mucho más larga y habría que incluir, por ejemplo, la ruptura de relaciones con Marruecos, la invasión de Ceuta, la cesión del Sáhara, el escándalo por el indulto de los independentistas catalanes, la reforma del Código Penal a su antojo y, finalmente, el inaudito episodio de aprobar una ley para proteger a las mujeres que acaba beneficiando a los agresores. Cada uno de esos escándalos y polémicas —y algún otro se habrá pasado por alto— es de una gravedad tan afilada que consiguen eclipsar todos los demás que puedan existir; los contratiempos que le ocurren a un Gobierno normal en una legislatura normal. Pero no es el caso, cada problema del Gobierno de Pedro Sánchez adquiere rápidamente la categoría de batacazo. Como esta trama nueva del Tito Berni, de ahí los nervios que ya se intuyen en el partido, en sus portavoces.

La afirmación primera de que Pedro Sánchez, desde que es presidente, ha transmitido a los suyos una imagen de absoluta severidad y rigor contra la corrupción proviene de lo que ocurrió en julio de 2021, cuando decidió remodelar su Gobierno. Quizá recuerden algunos que, en aquel momento, cuando se conocieron los cambios de ministros, lo que más sorprendió fue la salida, la destitución, de José Luis Ábalos del Ministerio de Fomento. Ábalos estaba considerado uno de los dirigentes más cercanos a Pedro Sánchez, la mano de hierro en el organigrama del Partido Socialista, y su salida tenía que obedecer, necesariamente, a una crisis interna de gran importancia.

Nadie conocía, ni conoce en la actualidad, cuáles fueron las razones, más allá de algunas especulaciones que nunca se han confirmado ni probado. Pero sí se mantiene lo que, en aquel momento, explicaron algunos dirigentes del entorno de Pedro Sánchez, como se trasladó aquí: “No es que existiera nada raro, ninguna anomalía, nada que se intente tapar, no es eso: el presidente está muy atento a que ninguna irregularidad pueda afectar al Gobierno, y él mismo es, de hecho, mucho más exigente que la legislación que existe para contratos del Estado, que es muy severa para garantizar la transparencia de todo lo que se haga. En ese sentido, si el presidente tenía conocimiento de algunas presiones en ese ministerio, por eso se decide a cambiar a Ábalos”, dijeron en referencia a las inversiones que realizaba el Ministerio de Fomento.

Foto: Juan Bernardo Fuentes Curbelo, alias 'Tito Berni', en el centro, en el burdel Club Sombras, el 23 de septiembre de 2020.

Un año y medio después, al presidente “que está muy atento”, al Pedro Sánchez que “es mucho más exigente que la legislación”, le ha estallado uno de los casos de corrupción más grotescos, una trama que acababa, o empezaba, celebrando las comisiones ilegales en cenas, fiestas y prostíbulos. Una constante en otros muchos escándalos que, normalmente, no se detienen ahí, ni se reducen al puñado de personas que están siendo investigadas, el general de la Guardia Civil (que ya merecerá capítulo aparte, por la inextricable condición humana), el Tito Berni y su sobrino. Y el mediador, la persona que lo ha destapado todo, el tipo que tiene un segundo apellido que parece heredado de un dios de la mitología griega, Tacoronte.

De hecho, es muy probable que los nervios que ya se perciben en el Partido Socialista obedezcan al cálculo exponencial que se ha realizado sobre los otros posibles implicados y ramificaciones que puedan ir surgiendo a partir de los dos teléfonos completos de grabaciones, fotos y vídeos que Antonio Navarro Tacoronte, el mediador, ha entregado a la jueza que instruye este caso. ¿Qué hay en esos vídeos? ¿Quién más puede estar implicado? ¿Habrá otras administraciones socialistas que aparezcan en la trama? Hasta el momento, lo único que se puede asegurar, por los datos conocidos, es que este caso de corrupción se asemeja a una estafa a empresarios incautos. La trama se desmorona cuando algunas de las víctimas se dan cuenta de que "hemos hecho el gilipollas", como dice alguno de los empresarios estafados. Si es solo eso, el PSOE podrá acotar el escándalo, aunque no el nuevo deterioro de imagen que ya se ha producido. Pero ¿quién puede asegurar ahora que eso es todo lo que hay?

Foto: Patxi López en la rueda de prensa de este martes. (EFE/Javier Lizón)

En ocasiones, la política también se interpreta por estos acontecimientos, como si los augures de la antigua Roma se mantuvieran en el aire invitándonos a leer las señales del destino. Por ejemplo, el hecho insólito de que se prometa la renovación de los trenes que unen dos comunidades y resulta que, al final, no son compatibles con la altura de los túneles porque alguien ha medido mal. Pensemos en ese instante, en el presidente del Gobierno cuando, a primera hora de una mañana cualquiera, recién estrenado el año, se dirige a su despacho para verse con los asesores que le mantienen informado de las novedades del día. “¿Algo importante?”, dirá él. Y el asesor, con el gesto descompuesto, temblándole los carrillos, le contesta: “Presidente, hemos hecho trenes que no caben por los túneles”. "¿Qué más me puede pasar en esta legislatura?", habrá exclamado Sánchez, pensando que nada más podía ocurrirle. Pero sí, había más, y era esto, la corrupción que no quería.

Pandemia, crisis económica, el volcán de La Palma, la guerra de Ucrania, crisis energética, subida de precios… Y, ahora, corrupción. Lo que nunca quería Pedro Sánchez que estallara en su mandato, un caso de corrupción que afectara a su partido, el PSOE, y mucho menos a su Gobierno. Era lo que le faltaba a la legislatura y ha estallado ahora, justo al final, cuando va a comenzar la campaña electoral de las elecciones municipales y autonómicas que todos interpretan como la antesala de las elecciones generales de diciembre próximo.

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