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Si no quieres sanchismo, dos tazas
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Javier Caraballo

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Si no quieres sanchismo, dos tazas

La contestación de Pedro Sánchez al 'tsunami antisanchista' ha sido doblar la apuesta, reivindicar el sanchismo, asumirlo plenamente, y volver a preguntarle a la ciudadanía por su persona

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Miguel Barreto)
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Miguel Barreto)
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Pedro Sánchez dobla su apuesta: si no quieres sanchismo, dos tazas. Entre todo lo insólito que se va acumulando en la carrera política de Pedro Sánchez, tenemos que anotar ahora esta última estrategia electoral, tan arriesgada que a algunos les puede parecer chulesca o engreída. Dejémoslo en desafiante. Si el problema del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas fue el ‘tsunami antisanchista’, como lo denominaron los propios damnificados del PSOE, los que perdieron su cargo por la influencia ajena del presidente, la contestación de Pedro Sánchez a ese fenómeno ha sido doblar la apuesta, reivindicar el sanchismo, asumirlo plenamente, y volver a preguntarle a la ciudadanía por su persona.

Esta perseverancia es muy llamativa. Su estrategia en las municipales y autonómicas fue plantearlas como un plebiscito: él no se presentaba a esas elecciones, pero lo hizo así, con el protagonismo propio de un candidato, con anuncios y presencia diaria en mítines y actos. El resultado fue tan nefasto que se ha visto obligado a adelantar las elecciones generales y renunciar a su sueño de presidir la Unión Europea en un último semestre apaciguado. ¿Y qué hace? Revolverse y plantear un segundo plebiscito, más directo aún, más personal. O Sánchez o el caos de las derechas. Lo más inusual de todo esto, además de la estrategia, porque se acaba de cumplir solo un mes del fiasco anterior, es que Pedro Sánchez es, quizás, el primer líder nacional que habla de sí mismo en tercera persona, con referencias constantes al ‘sanchismo’, que es hablar de su ‘yo político’. Cuando una persona comienza a hablar de sí misma en tercera persona, algunos psicólogos lo interpretan como un trastorno disociativo de personalidad. Curioso. Lo ven como un recurso evasivo, como la creación de una tercera persona que les sirve de refugio o parapeto, con cualidades y virtudes de las que, en realidad, carecen.

Foto: Pedro Sánchez (d) y Pablo Motos durante la entrevista en 'El hormiguero'. (EFE/Atresmedia/Carlos López)

Pero, atención, de nuevo, a la jugada estratégica del líder del PSOE. Podemos coincidir, con independencia de que estemos o no de acuerdo con esa mala fama, que el ‘sanchismo’, como tal, es un concepto negativo que existe por el descrédito de su titular, Pedro Sánchez. Lo que intenta hacer ahora el presidente y candidato socialista es recoger ese descrédito y adjudicárselo a quien lo utilice. No es que tenga mala fama, es que, con mentiras y manipulaciones, han creado de él esa imagen. De ahí esa respuesta tan controvertida que el líder socialista ofrece a la pregunta que él mismo se hace: “¿Qué es el sanchismo? Una combinación de tres cosas: mentiras, maldades y manipulaciones”. Fue en el programa de Antena 3 El hormiguero, y, al instante, la utilizaron algunos dirigentes del PP, sacándola de contexto, para darle la razón, porque es de todo eso de lo que se le acusa.

Pero no fue ningún lapsus de Pedro Sánchez, obviamente, sino la intención de convencernos de que todo es obra de una conspiración contra él organizada por “la derecha mediática, económica y política”. Esto último lo viene repitiendo desde hace tiempo, pero en esta nueva campaña electoral ha intensificado la ofensiva contra los medios de comunicación. Y como quien se bate en un duelo de dragones, solo en el infierno, ha decidido conceder en 10 días las entrevistas a las que se ha negado en los últimos cinco años. Acude a las citas, responde a todas las preguntas que se le hacen con desparpajo, sin mover una pestaña rebate las acusaciones más documentadas y esparce la cicuta de las fuerzas oscuras alineadas en su contra. Ya veremos todos cómo, en el supuesto teórico de que Pedro Sánchez repita como presidente del Gobierno, no vuelve a concederle ni una sola entrevista a todos esos medios, y regresa a su refugio natural del Grupo Prisa.

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Miguel Barreto) Opinión

El resultado de todo esto ha sido, según el presidente Sánchez, la creación de “una burbuja”. Esta expresión, con seguridad, la va a repetir a lo largo de toda la campaña electoral, hasta finales de julio, cuando lleguen las elecciones: “Se ha hinchado una burbuja que es el sanchismo”. Cuando el presidente lo dice, la segunda parte de este argumento, también muy visible, es una falsa sensación de impunidad, como buscando compasión, y hasta una imagen, también prefabricada, de admisión de culpas. Pero ¿qué error es el que admite haber cometido el protagonista del ‘antisanchismo’? Ninguno que le afecte, claro: “Mi error ha sido no pinchar esas mentiras”.

Al extender ese manto, quizá Pedro Sánchez piensa que le puede servir de justificación de todo lo ocurrido, pero eso es solo porque no ha profundizado bien en las raíces sociológicas del ‘antisanchismo’. De lo que se olvida el presidente es de que su mala fama comienza al inicio de la legislatura, cuando aceptó un pacto con Podemos del que había renegado anteriormente. “Ni antes, ni después, el Partido Socialista va a pactar con el populismo”, dijo en 2014, y lo redondeó luego con el famoso “no dormiría por las noches”, en 2019. Luego vino la pandemia, quizá su mayor quiebra de credibilidad, y el papel protagonista de su portavoz, Fernando Simón. Pasado el tiempo, llegaron los indultos a los independentistas catalanes, la derogación del delito de sedición y la atenuación del delito de malversación. Finalmente, los acuerdos con Bildu en la Ley de Memoria Histórica, que extiende la violación de los derechos humanos del franquismo hasta 1983, cuando ya gobernaba en España el PSOE de Felipe González. Fueron muchos dirigentes socialistas los que consideraron entonces “inaceptable una tergiversación tan injusta y tan ajena a la verdad histórica”.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Juan Medina) Opinión

¿Qué queda de todo eso en la versión del presidente? En esta frase habla Sánchez de sí mismo y de su fama: “El malvado Sánchez y el sanchismo, ese monstruo de siete cabezas que han inventado algunos y que solo hace maldades”. En fin… La única duda de todo esto, en cuanto a la eficacia que pueda tener esta estrategia de segundo plebiscito de Pedro Sánchez, radica en que pensemos que la osadía de la jugada consiste en que el objeto del descrédito reúna la credibilidad suficiente para hacer pensar a quienes le critican que el antisanchismo es un invento, una burbuja. Porque esto es una especie de remake de Sopa de ganso: ¿a quién va a creer usted, a mí o a su propia memoria?

Pedro Sánchez dobla su apuesta: si no quieres sanchismo, dos tazas. Entre todo lo insólito que se va acumulando en la carrera política de Pedro Sánchez, tenemos que anotar ahora esta última estrategia electoral, tan arriesgada que a algunos les puede parecer chulesca o engreída. Dejémoslo en desafiante. Si el problema del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas fue el ‘tsunami antisanchista’, como lo denominaron los propios damnificados del PSOE, los que perdieron su cargo por la influencia ajena del presidente, la contestación de Pedro Sánchez a ese fenómeno ha sido doblar la apuesta, reivindicar el sanchismo, asumirlo plenamente, y volver a preguntarle a la ciudadanía por su persona.

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