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Las lecciones del PSOE que el PSOE olvida
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Javier Caraballo

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Las lecciones del PSOE que el PSOE olvida

¿Qué ha ocurrido para que, de nuevo, se haya calcado la campaña del miedo a la derecha?

Foto: El presidente del Gobierno y candidato a la reelección por el PSOE, Pedro Sánchez. (Reuters/Violeta Santos Moura)
El presidente del Gobierno y candidato a la reelección por el PSOE, Pedro Sánchez. (Reuters/Violeta Santos Moura)
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Esta vez, estaba claro. No iban a cometer otra vez el mismo error. Por eso, el 20 de junio pasado, cuando al coordinador electoral del PSOE en Andalucía, Antonio Gutiérrez Limones, socialista veterano, le preguntaron cuál sería la estrategia socialista en estas elecciones generales, transmitió la nueva consigna sin titubeos ni matices: “No vamos a hablar de Vox”. ¿Perdona? ¿Que no iban a hablar de qué? Sí, sí, no hace falta remarcarlo, sencillamente no ha ocurrido. Si esa era la intención del PSOE, no mencionar a la ultraderecha en la campaña electoral, hoy podemos certificar que el propósito debió durar los minutos en que presentaron la estrategia, como la que ofreció este coordinador de campaña del PSOE andaluz, que debió ser simétrica en todas las federaciones y agrupaciones socialistas.

Se proponían eso, no mencionar a Vox, y, de hecho, eso es lo que más sentido tenía, no insistir en el mensaje del miedo a la extrema derecha. Aunque la memoria política es muy endeble, si repasamos las elecciones celebradas en los últimos tres años, comprobaremos que cada derrota socialista se ha acompañado del reconocimiento de que el discurso clásico estaba ya achicharrado. ¿Qué ha ocurrido entonces para que, de nuevo, se haya calcado la campaña del miedo a la derecha? Quizá la mera inercia, o la falta de ideas alternativas, o una suma de todo. Por el momento, lo que podemos analizar es por qué se pensaba, hace un mes, que había que cambiar de estrategia y esperar a ver qué ocurre en las urnas del 23-J.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una comparecencia ante los medios este miércoles en Vilna (Lituania) tras la cumbre de la OTAN. (EFE/EPA/Toms Kalnins)

Hace un año, tras las elecciones andaluzas del 20 de junio, en las que el Partido Popular obtuvo su primera mayoría absoluta en esta comunidad, los socialistas tuvieron muy claro que ellos mismos habían favorecido el triunfo de Juanma Moreno porque, al alertar tanto contra la llegada de Vox al Gobierno, lo que habían provocado es que muchos votantes socialistas, asustados, hubieran cambiado su voto para apoyar a los populares y cerrarle la puerta a la extrema derecha. “La estrategia no ha funcionado, porque hemos provocado el efecto contrario al que buscábamos, que cientos de miles de electores de izquierda hayan votado a Juanma Moreno para evitar que Macarena Olona se convirtiese en la vicepresidenta de la Junta de Andalucía”. Es decir, exactamente lo mismo que se está planteando en esta campaña, con la reiteración constante de que Santiago Abascal será el vicepresidente del Gobierno de Alberto Núñez Feijóo. De todas formas, esas elecciones andaluzas no fueron las primeras en las que el PSOE, al comprobar los pésimos resultados en las urnas, extrajo la conclusión de que tenía que cambiar de estrategia.

La primera vez que comenzó a tambalearse ese modelo de campaña fue en las elecciones autonómicas de Castilla y León, en las que, a pesar de la insistencia en el pacto de la extrema derecha, los socialistas pierden representación en todas las convocatorias electorales. El de Castilla y León fue el primer Gobierno de coalición en constituirse y el vicepresidente de Vox, Juan García-Gallardo, representa el prototipo cafre, machista y polémico del partido de Abascal. Pues bien, en las últimas elecciones municipales, lo que ocurrió es que el PP arrasó en los ayuntamientos y consiguió, por mayoría absoluta, ocho de las nueve diputaciones de esta comunidad. En este caso, por tanto, no solo es que no funcione la estrategia del miedo a la extrema derecha, sino que, cuando se produce un Gobierno de coalición, el que sale beneficiado es también el Partido Popular.

Foto: Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, antes del cara a cara. (Atresmedia)

¿Y Madrid? ¿Acaso no han fracasado estrepitosamente todas las estrategias, no solo del PSOE, sino también de Podemos, en la Comunidad de Madrid? Fue, precisamente en Madrid, tras el batacazo electoral del PSOE en las elecciones autonómicas de mayo de 2021, con Ángel Gabilondo como candidato, cuando los socialistas comenzaron a considerar que “ya no se puede seguir invocando la foto de Colón, porque el miedo a la ultraderecha ya no consigue movilizar al electorado progresista como ocurrió en 2019”, repitieron entonces.

Lo que no analizaron es que los insultos y las campañas de desprestigio contra determinados candidatos del Partido Popular tampoco funcionan. A Isabel Díaz Ayuso la llamaban directamente loca, “Ida”, utilizando el acrónimo de su nombre para convertir en risotadas el juego de palabras. Se burlaban de ella en las tertulias, mientras que la presidenta de Madrid iba consolidando su liderazgo en las calles. Resultado: mayoría absoluta. En el ayuntamiento y en la comunidad.

Foto: Pedro Sánchez, el sábado, en un acto en Valencia. (EFE/Kai Forsterling)

Es decir, que el PSOE tenía razón antes de empezar la campaña. Por eso, fue tan contundente el coordinador andaluz: “No vamos a salir a decir que vienen los malos, sino que aquí estamos los buenos. Vamos a pedir el voto útil, para que la candidatura de Pedro Sánchez concentre a los votantes progresistas, frente al Partido Popular, que solo habla de derogar el sanchismo. Pero ¿qué quiere derogar, qué está ocultando?”. El cambio de opinión y de estrategia que podemos constatar justo un mes después, cuando la campaña ya está expirando, ha cobrado aceleración hasta llegar a los ataques apocalípticos, aterradores, de estos últimos días.

Lo último ha sido alertar de un asalto violento al Congreso de los Diputados “si el PP y Vox no ganan las elecciones”. Resulta, además, que quienes lo van diciendo son Patxi López y Maritxel Batet, los dos últimos presidentes socialistas del Congreso. ¿Vienen los malos? No, peor aún, lo que viene es el mal absoluto, “la vuelta a la Inquisición”, que también lo ha dicho el portavoz socialista, como si el mismo Torquemada, llegado en el túnel del tiempo, fuera el candidato de Feijóo para el Ministerio del Interior. En definitiva, que si el domingo, de nuevo, se comprueba que la estrategia socialista no llegó a funcionar, solo habrá que recordarles a los dirigentes del PSOE que ellos mismos ya lo sabían. Y que está muy bien sacar lecciones de las derrotas, en la política como en la vida, pero que es mejor aún aplicarlas y no olvidarlas.

Esta vez, estaba claro. No iban a cometer otra vez el mismo error. Por eso, el 20 de junio pasado, cuando al coordinador electoral del PSOE en Andalucía, Antonio Gutiérrez Limones, socialista veterano, le preguntaron cuál sería la estrategia socialista en estas elecciones generales, transmitió la nueva consigna sin titubeos ni matices: “No vamos a hablar de Vox”. ¿Perdona? ¿Que no iban a hablar de qué? Sí, sí, no hace falta remarcarlo, sencillamente no ha ocurrido. Si esa era la intención del PSOE, no mencionar a la ultraderecha en la campaña electoral, hoy podemos certificar que el propósito debió durar los minutos en que presentaron la estrategia, como la que ofreció este coordinador de campaña del PSOE andaluz, que debió ser simétrica en todas las federaciones y agrupaciones socialistas.

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