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Por un referéndum sobre la amnistía
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Javier Caraballo

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Por un referéndum sobre la amnistía

¿Estaría dispuesto Pedro Sánchez a someter la amnistía a referéndum igual que hizo Felipe González con la OTAN?

Foto: El expresidente del Gobierno Felipe González. (EFE/Fernando Alvarado)
El expresidente del Gobierno Felipe González. (EFE/Fernando Alvarado)
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Tienen razón los actuales dirigentes del PSOE cuando recuerdan que una de las primeras cosas que hizo Felipe González al llegar al Gobierno fue cambiar de opinión. Con lo de la OTAN. ¿Puede decirse, entonces, que Pedro Sánchez está actuando igual que Felipe González en su día y que, por eso, no tienen derecho a criticarlo? Veámoslo con detalle, porque en el análisis de estos dos momentos históricos encontraremos similitudes y diferencias esenciales. Y, al cabo de todo, nos dejará junto a una deducción determinante.

La promesa electoral de Felipe González era la de sacar a España de la organización militar, una de las banderas más representativas de la izquierda, pero, después de conseguir una gran mayoría absoluta en las elecciones generales, la mayor que ha logrado nadie, con 202 diputados, el líder socialista se desdijo y propuso exactamente lo contrario, integrar en la OTAN. La adhesión formal a la OTAN se había producido en mayo de 1982, cinco meses antes de las elecciones que ganó Felipe González. Es decir, el PSOE de entonces, a sabiendas de que para aglutinar el voto de la izquierda era importante mantener el rechazo a la OTAN, se presentó a las elecciones con esa promesa antimilitarista y, luego, cuando consiguió su objetivo electoral, se desdijo, sin mayor problema. Ahora sabemos, además, porque lo cuenta Alfonso Guerra en su último libro ( La rosa y las espinas de La esfera de los libros), que no se trataba de un cambio de opinión súbito o repentino, sino que ya el mismo eslogan de la campaña electoral se hizo pensando en la rectificación. De ahí, ese lema tan raro, casi enigmático, 'OTAN, de entrada, no'. Nada había de improvisación. Dice Guerra: “Le di todas las vueltas del mundo y, al final, resultó una frase muy sutil. No decía ‘OTAN no’, sino ‘OTAN, de entrada, no’. Esa formulación permitía una coartada, una vía de escape, una válvula de salida; incluía un doble juego intencionado”.

Foto: Campaña del PSOE en contra de la OTAN. (Imagen de archivo) Opinión
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Siguiendo esa misma lógica engañosa, o tramposa, los actuales dirigentes del PSOE también pueden escudarse ahora en que Pedro Sánchez repitió en innumerables ocasiones, durante la campaña electoral de las elecciones generales de julio pasado, que su objetivo era el de repetir la mayoría parlamentaria con la que había gobernado, lo cual incluye a los independentistas. “La derecha no suma”, decía Sánchez en cada uno de sus mítines, cada vez más eufórico a medida que los sondeos internos le confirmaban la movilización de la izquierda socialista. Lo que nunca decía es que su objetivo era el de gobernar en solitario, porque ni siquiera aspiraba a ganar las elecciones.

Lo que le dijo al electorado es que quería seguir gobernando con los mismos socios, la mal llamada ‘mayoría progresista’, en la que se incluyen los independentistas vascos y catalanes, a los que ya había contentado con una grave reforma del Código Penal, para eliminar la sedición y aminorar la malversación, y con la concesión de los indultos. Sus votantes sabían perfectamente que, si volvían a apostar por Pedro Sánchez, lo hacían por un líder político proclive a los “cambios de opinión”, siguiendo el nomenclátor de eufemismos que inauguró en aquella entrevista con Carlos Alsina (“¿por qué nos ha mentido tanto, presidente?”). En consecuencia, es verdad que Felipe González malversó su promesa electoral y que, al contrario que Pedro Sánchez, difundió un lema electoral engañoso para sus votantes. A partir de ahí, existen otras diferencias, estas desfavorables para los socialistas actuales.

Foto: Pedro Sánchez, en una imagen de archivo. (EFE/Mariscal) Opinión

La primera gran diferencia entre el cambio de opinión de Felipe González con la OTAN y el de Pedro Sánchez con la amnistía a los independentistas catalanes es que el primero gozaba de una amplia mayoría absoluta en el Congreso, como se detallaba antes, con lo cual, su decisión no estaba condicionada por ningún interés externo. No es pequeña la diferencia: si Pedro Sánchez no necesitara a los independentistas catalanes para seguir gobernando, su opinión sobre la amnistía sería la contraria, la que ha mantenido hasta ahora. “El independentismo lo que pide es la amnistía, algo que este Gobierno no va a aceptar y que, desde luego, no entra dentro de la Constitución española”, dijo en varias entrevistas. Y, cuando lo decía, remarcaba aún que lo hacía “por convicción personal y política”. Pero tampoco eso es fiable ni resiste la comparación.

El cambio de opinión de Felipe González con la OTAN se limitaba al marco ideológico del Partido Socialista: dejó de fomentar el antimilitarismo, de la misma forma que años antes había renunciado al marxismo, para moldear un partido socialdemócrata, respaldado por una mayoría de centroizquierda en España. Por el contrario, el cambio de opinión de Pedro Sánchez con la amnistía es ocasional, por la necesidad de sumar los votos necesarios para seguir en la presidencia, y afecta a principios constitucionales, no ideológicos. ¿Qué piensa Pedro Sánchez sobre cuál debe ser la posición política del PSOE sobre la revuelta independentista? Pues, en realidad, no puede saberse por lo que se decía antes; siempre dependerá de la suma de escaños, no de la suma de principios. La idea de España del PSOE de hace 40 años estaba clara, europeísta y atlantista; más complicado es acertar con la idea de España del PSOE de estos días, por la sencilla razón de que el concepto es tan volátil como se empeñen los recuentos electorales.

Si Sánchez no necesitara a los independentistas para seguir gobernando, su opinión sobre la amnistía sería la que ha mantenido hasta ahora

En todo caso, lo que hizo Felipe González que lo diferencia, definitivamente, de la estrategia de Pedro Sánchez fue someter a referéndum su cambio de opinión. Después de ganar las elecciones, siendo presidente del Gobierno, afrontó su engaño cara a cara y le preguntó a los ciudadanos, a todos los ciudadanos, no a los militantes, si estaban de acuerdo con su cambio de opinión. “¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?”.​ Sabido es que el presidente socialista afrontó ese referéndum y lo ganó con casi el 57 por ciento de los votos, con lo que su estratagema electoral quedó sobradamente enterrada y superada.

En el caso de la amnistía, el valor de un referéndum, amparado por el artículo 92.1 de la Constitución (“Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos”), es doble, porque respaldaría políticamente el cambio de opinión y el liderazgo de Pedro Sánchez, y, sobre todo, porque allanaría el debate sobre la constitucionalidad de una amnistía a los condenados y procesados por la revuelta independentista del otoño de 2017. De modo que, al final, en la comparación, todo se reduce a una sola pregunta: ¿estaría dispuesto Pedro Sánchez a someter la amnistía a referéndum, igual que hizo Felipe González con la OTAN?

Tienen razón los actuales dirigentes del PSOE cuando recuerdan que una de las primeras cosas que hizo Felipe González al llegar al Gobierno fue cambiar de opinión. Con lo de la OTAN. ¿Puede decirse, entonces, que Pedro Sánchez está actuando igual que Felipe González en su día y que, por eso, no tienen derecho a criticarlo? Veámoslo con detalle, porque en el análisis de estos dos momentos históricos encontraremos similitudes y diferencias esenciales. Y, al cabo de todo, nos dejará junto a una deducción determinante.

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