Estreno del ministro del buen rollo económico

España está en la pole position de la carrera europea, en la cabecera de las economías del continente, creciendo más y mejor que nadie a pesar de todas las adversidades de los últimos años, una pandemia, una crisis inflacionaria y una guerra. “¡Y un volcán!”. Eso, y un volcán también, que no se nos olvide lo que siempre nos recuerda el presidente. Pues a pesar de todo ello, España es la líder europea. La única matización que debe hacerse al respecto es que, para saberlo, para enterarnos de que esto es así, no hay que mirar las estadísticas ni las previsiones de los organismos nacionales e internacionales, sino que debemos prestar atención al nuevo ministro de Economía, Carlos Cuerpo. Si solo se oyen sus palabras, con abstracción de todo lo demás, no existe más conclusión que esa, que España está en la pole position de las economías europeas.

Lo dijo antes de que el presidente Pedro Sánchez lo ascendiera al Ministerio de Economía, en sustitución de Nadia Calviño, y volvió a repetir ese mismo argumentario ayer, en su estreno en Bruselas, en el primer Ecofin del año, el Consejo de Asuntos Económicos y Financieros encargado de analizar, coordinar y vigilar las políticas económicas y fiscales de los países miembros de la Unión Europea. A la salida de la reunión, los micrófonos esperaban la llegada del nuevo ministro de Economía y el nuevo ministro esperaba su encuentro con los micrófonos, como si fuera a abrazarlos o a tirarles caramelos. Carlos Cuerpo disparó su euforia desde la primera frase: “Buenos días. Esta es la primera reunión del año, un año al que llega España en una posición privilegiada”.

Ahora descendemos al detalle de lo que dijo el ministro, pero detengámonos un momento en esa primera frase. Ni inquietud, ni dudas, ni cautela. Tutto bene. Margaret Thatcher decía que no le importaba lo que hablaran sus ministros, sino que hicieran lo que ella les decía. El presidente Pedro Sánchez va más allá que la dama de hierro, porque también le importa lo que van diciendo sus ministros. Hasta la cuesta de enero es una pradera verde en la que retozamos. Somos seres privilegiados, dice el Gobierno. En el detalle del primer balance del año del ministro Carlos Cuerpo, todo lo relacionado con España se expresa con una curva ascendente en todos los campos, cualquiera que sea el aspecto que se analice. Crecemos más que nadie, creamos más empleo que ningún otro y reducimos como nunca las desigualdades… Esta es la literalidad del discurso ministerial en tres pasos.

Uno: “España tiene un crecimiento económico diferencial con respecto a nuestros socios de la Unión Europea, un 2,4% en 2023, que es tres veces mayor que el esperado para la zona euro”. Dos: “La creación de empleo es robusta y sostenida, de forma que España crea cuatro de cada 10 empleos de la Unión Europea”. Y tres: “Se está reduciendo la desigualdad porque aumenta más la riqueza de los hogares con menor renta que la de los hogares con mayor renta”. Dejamos al lado los otros parámetros de la agenda oficial del nuevo ministro, todos ellos favorables, claro, como el aumento simultáneo de las exportaciones y de la inversión extranjera en España y la reducción de la deuda y del déficit.

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Esa es la pole position del modelo económico español y lo único que no se entiende de todo esto es cómo no somos la envidia de las mejores y mayores economías de todo el mundo, no solo de las europeas, si la realidad de la economía española es la que describe el ministro Carlos Cuerpo. No se entiende cómo es posible que las principales empresas del Ibex estén trasladando a sus socios e inversores internacionales un mensaje de incertidumbre y de riesgo en la cuenta de resultados por la inestabilidad política, pendiente siempre de un hilo que pueda tumbar la legislatura o convertirla en un ejercicio temerario de cesiones inesperadas, como se pudo comprobar en la última sesión del Congreso.

Cómo explicamos que los analistas económicos adviertan de las consecuencias de la cronificación de impuestos y tasas o de la incertidumbre en el mercado inmobiliario español, si resulta que somos la potencia europea más robusta del continente. Cómo vamos a entender, además, que España sea uno de los países de la Unión Europea con más desigualdad interna por los elevados porcentajes de desempleo y de precariedad laboral. O que la renta media en España haya pasado de estar un 4,4% por encima de la media europea en 2007 a caer hasta un 14,4% por debajo, como puso de manifiesto el último informe del Consejo General de Economistas de España.

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Hasta quienes admiten que el comportamiento de la economía de España ha sido mejor del esperado en el año 2023 emiten unas señales de alerta que se desconocen en el Gobierno o, simplemente, se omiten de la retahíla oficial de éxitos encadenados. Por ejemplo, el balance, a finales del pasado año, de la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) cuando advierte del mal año económico que se espera para este año de 2024, con una desaceleración generalizada en Europa. Cuando el presidente Sánchez nombró a Carlos Cuerpo nuevo ministro de Economía, algunos analistas destacaron su perfil técnico y profesional, similar al de la entonces ministra, Nadia Calviño, de la que se le consideraba su número dos.

En otros perfiles, sin embargo, se destacaba que su ascenso al ministerio era lo que explicaba unas declaraciones suyas, días antes del nombramiento, cuando, inesperadamente, siendo secretario general del Tesoro, sostuvo la peregrina teoría de que la condonación del 20% de la deuda a Cataluña era una buena noticia para España “porque contribuye a la sostenibilidad de la deuda del Estado”. No entiendo cómo todos los españoles que tienen hipoteca no se presentan hoy mismo en su oficina bancaria para decirles lo mismo, que la condonación de su deuda será buena para la sostenibilidad del banco. Palabra de ministro. Del ministro español del buen rollo económico, Carlos Cuerpo. Cuando se le oye hablar, estamos en un país; cuando se analizan los datos, estamos en otro. Sin más.