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Los 'ministros ninis' del Gobierno
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Javier Caraballo

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Los 'ministros ninis' del Gobierno

No ha tenido el PSOE una aliada más obediente y discreta que Yolanda Díaz, representante formal de fuerzas políticas tan veteranas como IU, tan rebeldes como los Comunes de o tan orgullosas de sí mismas como el Más País

Foto: Los ministros de Sumar en una foto de archivo. (EFE/ Borja Sanchez-Trillo)
Los ministros de Sumar en una foto de archivo. (EFE/ Borja Sanchez-Trillo)
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Ni opinan ni les informan. Son los ministros ninis del Gobierno, como aquellos jóvenes desempleados que ni estudiaban ni trabajaban. En la escala política, viene a ser lo mismo, sin necesidad de extender la secuencia a otros campos. (Hay ministros ninis, por ejemplo, que ni se les conoce ni se les conocerá, pero esa es otra historia…)

Lo de estos días tiene relevancia política por la escasa o nula importancia que tiene su opinión sobre los asuntos fundamentales de esta legislatura. Antes que un equipo de Gobierno, los ministros se asemejan a un grupo de animadores, las cheerleaders. Un viñetista solo tendría que imaginarlos con pompones y volteretas, cada vez que el presidente Pedro Sánchez les comunica una decisión y su labor, a partir de ese momento, consiste en defenderla con tanto ímpetu como alegría. Bien podría objetarse que ese comportamiento dócil ha sido habitual en otros ministros de otras épocas, aunque con algo más de decoro y de estima personal. Es verdad, pero no podemos perder de vista, que estamos en un Gobierno de coalición, en el que se integran dirigentes de varias formaciones políticas, no solo del PSOE. Se puede entender, en fin, que los socialistas aplaudan como lo hace su vicepresidenta María Jesús Montero, que cada vez ejecuta con más histrionismo sus aplausos en el Congreso de los Diputados. Pero ¿y los ministros de Sumar, de Izquierda Unida, de los Comunes o de Más País que también forman parte de este Gobierno ómnibus de las izquierdas?

Esos son los ministros ninis más auténticos, ni opinan, ni les informan, a pesar de que, en teoría, los socialistas están obligados a consultarles, como socios que son, antes de tomar una decisión que afecte a todo el Gobierno. Se llama lealtad, una mínima exigencia de lealtad, pero el ministro nini acepta que ni exista lealtad ni ellos la reclamen.

Con estar, ya deben darse por satisfechos, que es la conclusión más patética de todas. En especial, en lo que se refiere a Yolanda Díaz, que además de ministra es vicepresidenta nini. Repasemos brevemente su historial de adhesión y apoyo incondicional al líder del PSOE. Por consolidar los acuerdos de Gobierno entre los socialistas y los grupos desperdigados a su izquierda, Yolanda Díaz ha tomado algunas decisiones que, objetivamente, han debilitado a los suyos, en beneficio de los socialistas.

Díaz dio confianza a los independentistas, que supieran que el Gobierno no iba a defraudarles, que iban a transigir con lo que exigieran

Además de romper con Podemos, hasta aislarlos y silenciarlos en todos los debates cuando todavía contaban con ministros en el Gobierno, en esta legislatura se prestó, decidida, a asumir el primer desgaste público e institucional para allanarle a Pedro Sánchez sus acuerdos con el fugado Carles Puigdemont. Los socialistas ni siquiera admitían entonces que estuvieran negociando una amnistía, cuando Yolanda Díaz se fue a Bruselas para complacer al independentista. Fue en septiembre del año pasado, al comienzo del curso político, y el presidente Sánchez no admitió hasta un mes después que estaba decidido a concederles la amnistía. En realidad, como supimos después por el secretario de organización socialista, Santos Cerdán, el PSOE estaba negociando desde muchos meses atrás, pero lo ocultaron siempre y hasta lo negaron. Yolanda Díaz fue la que compensó ese secretismo para darle confianza a los independentistas, que supieran que el Gobierno no iba a defraudarles, que se convencieran de que iban a transigir con todo lo que exigieran. La idea que Puigdemont tenía en la cabeza, como dijo públicamente, era que Pedro Sánchez "es un maestro del engaño"; por eso era tan importante que su vicepresidenta fuera a verlo, a sonreírle ante las cámaras, a abrazarlo, a tranquilizarlo.

No ha tenido el PSOE una aliada más obediente y discreta que Yolanda Díaz, representante formal de fuerzas políticas tan veteranas, y soberanas, como Izquierda Unida; o tan rebeldes como los Comunes de Cataluña; o tan orgullosas de sí mismas como el Más País de Íñigo Errejón. Todas han sido fieles a Sánchez y, ahora, como pago, ni siquiera les han informado de una medida trascendental para todos ellos. Si hace dos meses, en enero pasado, cuando el Congreso tumbó su reforma del subsidio de desempleo, la vicepresidenta admitió, apesadumbrada, que "así no se puede gobernar", qué pensará ahora que Pedro Sánchez ha tumbado la ley más importante de cualquier legislatura.

Los presupuestos tienen que complacer a los nacionalistas y puede complicar las aspiraciones del PSOE en las elecciones antes del verano

Por eso, presentar los presupuestos anualmente no es una mera potestad del Gobierno, sino que se trata de una obligación constitucional (artículo 134.3). La razón esgrimida frívolamente por uno de sus portavoces, "no hay ambiente" para negociar ahora unos presupuestos, resulta incomprensible si, además, tenemos en cuenta que la aprobación de la ley de amnistía formaba parte de "un pacto de legislatura, no solo un acuerdo de investidura", como repitió el PSOE en varias ocasiones. Y ahora, resulta, que el mismo día que se aprueba la amnistía en el Congreso, el presidente Pedro Sánchez decide renunciar a la aprobación de los presupuestos, aunque ninguno de los socios parlamentarios le haya pedido ese aplazamiento.

¿Y dónde está, entonces, la razón oculta de esta decisión y de este proceder de Pedro Sánchez? La explicación es la misma que la de todas sus decisiones anteriores: por un cálculo político que, a su entender, le beneficia. La negociación de unos presupuestos generales del Estado, que tiene que complacer las exigencias de todos los grupos nacionalistas que apoyan a Sánchez, puede complicar las aspiraciones del PSOE en las tres elecciones que se celebrarán antes del verano, las autonómicas del País Vasco, de Cataluña y las europeas de junio. Como quiera que esas negociaciones comprometen su única aspiración de mantenerse como presidente del Gobierno, lo mejor es ocultar las nuevas cesiones que tenga que realizar ante los independentistas catalanes o los radicales vascos de Bildu. Esa es la única razón de la prórroga de los presupuestos del Estado. Una vez más, el interés general cede ante el interés particular. No hay más.

Ni opinan ni les informan. Son los ministros ninis del Gobierno, como aquellos jóvenes desempleados que ni estudiaban ni trabajaban. En la escala política, viene a ser lo mismo, sin necesidad de extender la secuencia a otros campos. (Hay ministros ninis, por ejemplo, que ni se les conoce ni se les conocerá, pero esa es otra historia…)

Sumar Yolanda Díaz
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