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Illa y la bolita de san Pancracio
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Javier Caraballo

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Illa y la bolita de san Pancracio

La importancia política de la bolita de ganador que salga en las urnas de san Pancracio puede hacer variar, no solo la política de Cataluña, sino también la de toda España

Foto: El primer secretario del PSC y candidato a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa. (EFE/Andreu Dalmau)
El primer secretario del PSC y candidato a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa. (EFE/Andreu Dalmau)
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El candidato socialista a la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, piensa que San Pancracio haya venido a verlo. Cuando se convocaron las elecciones catalanas, fue lo primero que se le vino a la cabeza, que el 12 de mayo, que es cuando se celebran, es la festividad de San Pancracio. En la cocina de muchas casas, se solía tener siempre una figurita de San Pancracio, con un manojito de perejil fresco al lado, para que el santo les trajera prosperidad, que en las familias humildes siempre es un deseo de nevera llena, trabajo y buena salud para disfrutar de la vida. Como San Pancracio se representa con una leyenda en latín, "Venite ad me et ego dabo vobis omnia bona" ("Venid a mí y os daré todos los bienes"), también lo han adoptado como suyo los jugadores de lotería, buscando la suerte de una bolita del bombo que coincida con su billete.

¿Qué le pide Salvador Illa a San Pancracio, prosperidad o suerte en el azar? Como el actual líder de los socialistas catalanes siempre antepone que es creyente, tenemos que pensar que lo dice por la prosperidad y que, por eso, también tiene en su despacho una estatuilla de San Pancracio, porque es un santo de su devoción. Lo dirá por eso, sí, pero lo que más falta le va a hacer a Salvador Illa en las elecciones catalanas es que San Pancracio le conceda que salga su bolita de la suerte y que los números cuadren para que, esta vez, pueda gobernar. De nada vale otra amarga victoria que no lo aúpe hasta la presidencia de la Generalitat.

La importancia política de la bolita de ganador que saliera en las urnas de San Pancracio puede hacer variar, no solo la política de Cataluña, sino también la de toda España. El presidente Pedro Sánchez debe estar convencido de ello y, por esa razón, ha decidido dejar la legislatura en suspenso. Hasta el verano, cuando se hayan celebrado también las elecciones al Parlamento Europeo, el líder socialista no sabrá, a ciencia cierta, si puede mantenerse en el cargo un par de años más o si, por el contrario, debe comenzar a contemplar el adelanto de las elecciones, acaso a final de este mismo año.

Hasta ahora, Pedro Sánchez, que es el presidente con más debilidad parlamentaria de la historia de la democracia, el único que gobierna tras haber perdido unas elecciones generales, ha sabido mantenerse en el poder gracias a que le han funcionado muy bien tres cosas: astucia, habilidad y fortuna. Astucia en el manejo de las campañas electorales, habilidad para confeccionar las coaliciones incluso entre adversarios y fortuna en los resultados de las elecciones. Podría objetarse, con razón, que se olvida que su principal característica es la de decir una cosa y la contraria, y defenderlas ambas sin inmutarse, que cambia ideas, principios y propuestas con la soltura de un trilero. Es verdad, lo tiene demostrado, pero establezcamos que, en todo caso, esa falta de escrúpulos es una característica general, transversal, que le sirve para afilar su astucia, la habilidad y la fortuna.

Foto: Illa y Pedro Sánchez, en el Congreso del PSC. (EFE/Quique García)

El problema principal de esa forma de hacer política es el elevado coste electoral que se puede pagar, por el malestar que provocan los engaños y las contradicciones. En Cataluña, por ejemplo, lo que se observa con claridad es que Salvador Illa es el principal damnificado de Pedro Sánchez. Por mucho que la propaganda oficial del PSOE repita que la mayoría de los catalanes respalda la amnistía, lo que se está ocultando expresamente es que esa afirmación no puede sostenerse si se excluye la opinión de los beneficiados, de los independentistas. Es decir, si se cuentan solo los votantes que se inclinan por las formaciones políticas constitucionalistas, a izquierda y a derecha, el resultado es un contundente rechazo a la amnistía. La encuesta que ha realizado estos días La Vanguardia llega a cifrar en un 52% el porcentaje de votantes del Partido Socialista de Cataluña (PSC) que rechaza la amnistía.

Lo que no sabemos aún es cuántos de ellos acabará haciendo como el novelista Javier Cercas, que siempre había votado a los socialistas en Cataluña y contrariado por el engaño de la amnistía, anunció que dejará de votarlos. Necesariamente, por lo tanto, si el PSC tiene aspiraciones de crecer en escaños en el próximo Parlamento de Cataluña, tendrá que serlo por el voto que pueda llegarle procedente de electores desencantados del independentismo. No debe esperar Salvador Illa que sean votantes de centro o de centro derecha moderado los que se inclinen por él en estas elecciones, con lo que, previsiblemente, los mensajes socialistas se dirigirán a esas capas de población que se han alejado de la jauja, de una república independiente. Claro que mucho más fácil lo hubiera tenido si Pedro Sánchez no hubiese revitalizado al independentismo decadente con sus cesiones.

Foto: El líder del PSC, Salvador Illa, en el Parlament durante el debate de Presupuestos. (EFE/Quique García)

La segunda dificultad que encontrará Salvador Illa en su campaña catalana es que tampoco puede utilizar la estrategia de polarización que Pedro Sánchez usa para zafarse de las acusaciones contra él por sus constantes ‘cambios de opinión’, como hizo en las elecciones generales. En Cataluña el discurso del miedo a la derecha debe tener un efecto limitado porque no es ese el debate, ni la realidad electoral. Tampoco le sirve de nada el discurso repetido de que la amnistía es fundamental “para la reconciliación y en reencuentro” entre los catalanes porque, la encuesta citada anteriormente, destroza cruelmente esa invención: el 56% de los catalanes piensa que la amnistía “no va a servir para nada” y que, en todo caso, si algo provoca, lo dice el 52%, es que “empeore la relación entre Cataluña y el resto de España”. Está claro, por tanto, que la amnistía ha salvado a Pedro Sánchez, pero no parece que vaya a ayudar en nada a Salvador Illa.

Con más de medio electorado socialista contrario a las cesiones indecentes ante fugados y procesados, Salvador Illa solo puede triunfar si se produce un trasvase importante de votos del independentismo que, posteriormente, pueda completar en el Parlamento de Cataluña con el apoyo o la abstención de grupos constitucionalistas, como el Partido Popular. Todo ello, claro, contando con que el independentismo perderá su mayoría absoluta en el Parlamento de Cataluña, porque, si la renueva, ni San Pancracio será capaz de evitarle a Salvador Illa una nueva decepción.

El candidato socialista a la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, piensa que San Pancracio haya venido a verlo. Cuando se convocaron las elecciones catalanas, fue lo primero que se le vino a la cabeza, que el 12 de mayo, que es cuando se celebran, es la festividad de San Pancracio. En la cocina de muchas casas, se solía tener siempre una figurita de San Pancracio, con un manojito de perejil fresco al lado, para que el santo les trajera prosperidad, que en las familias humildes siempre es un deseo de nevera llena, trabajo y buena salud para disfrutar de la vida. Como San Pancracio se representa con una leyenda en latín, "Venite ad me et ego dabo vobis omnia bona" ("Venid a mí y os daré todos los bienes"), también lo han adoptado como suyo los jugadores de lotería, buscando la suerte de una bolita del bombo que coincida con su billete.

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