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Matacán
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Amnistía. Mentirás, pero no convencerás
Cuesta trabajo darle solemnidad a todo lo que ha pasado, pero la adaptación de esa frase de Unamuno ante Millán-Astray puede servirnos
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Mentirás, pero no convencerás. Cuesta trabajo darle solemnidad a todo lo que ha pasado, pero la adaptación de esa frase de Unamuno ante Millán-Astray puede servirnos.
La solemnidad no se corresponde con nada que esté relacionado con la Ley de Amnistía porque todo es mucho más bajo, rastrero y ruin. Es poca vergüenza. No hay moral, ni ética, ni decencia, solo cinismo y desahogo. Cuesta trabajo, y hasta produce un rechazo interior, concederle una pizca de solemnidad a esta procacidad porque, además, no existe posibilidad alguna de que las mentiras con las que justifican esta amnistía, por mucho que se repitan, puedan convertirse en una gran verdad, como bien podrá certificar Goebbels desde el infierno en el que se encuentre.
No todas las mentiras pasan a la historia como una verdad. Y con la ley de amnistía es lo que ocurrirá. Bastará con la lectura de las actas del Congreso de los Diputados para comprender que no es la concordia, ni el reencuentro, ni la reconciliación lo que se persigue con esta amnistía, como falsamente argumenta el presidente Pedro Sánchez para justificar su bajeza.
Quienes han exigido la amnistía lo han repetido siempre, también ahora, tras su aprobación: "Esta ley no es perdón ni es clemencia, esta ley es victoria. No es una ley de pacificación. Esta ley de amnistía es solo el primer paso", como dijo Miriam Nogueras, la mujer que le pone voz en el Congreso a las palabras del fugado, Carles Puigdemont. "Este es un día histórico porque esta es la primera derrota del régimen del 78", añadió otro independentista, Gabriel Rufián, un señor de padres andaluces que nació en Cataluña cinco años después de que se aprobara la Constitución en España, con un apoyo abrumador en comunidades como la catalana que superó la media nacional con el 91,2%. Primero traicionó la memoria de sus orígenes charnegos y, ahora, traiciona la memoria democrática del mayor periodo de paz, de libertad y de progreso de la España en más de doscientos años.
Cuando, de nuevo, se fuerce un referéndum, lo complicado será justificar acciones penales cuando ya aprobó una Ley de Amnistía
Fue este Gabriel Rufián, precisamente, quien dejó flotando en el aire del Congreso la duda que más nos debe preocupar para el futuro, que no es, desde luego, que un puñado de delincuentes confesos y fugitivos se puedan librar de la cárcel. Eso ya se verá cuando finalice el largo camino judicial que se iniciará cuando Pedro Sánchez se decida a publicar su ley en el BOE y entre en vigor… La mayor preocupación se desprende de esto otro que dijo el independentista durante el debate de aprobación de la ley: "Hoy tengo más claro que nunca que Cataluña se independizará porque ya no depende de ustedes".
La correcta interpretación de ese pronombre excede de quienes estaban sentados en el Congreso, porque el 'ustedes' independentista incluye a los otros poderes del Estado, el Poder Judicial especialmente. Cuando afirma eso de que, a partir de la aprobación de la Ley de Amnistía, la independencia de Cataluña "ya no depende de ustedes" lo que se quiere decir es que, en el futuro, cuando, de nuevo, se fuerce la celebración ilegal de un referéndum de independencia, ya no será posible que otro Gobierno de España pueda frenarlo, ni que unos fiscales puedan acusarlo o un tribunal condenarlo. Cuando se aprueben otra vez las leyes de desconexión que proclamen la creación de una República de Cataluña, lo complicado será justificar acciones penales contra sus protagonistas cuando estos esgriman que el Congreso de los Diputados ya aprobó una Ley de Amnistía en la que se afirma que los actos, de muy distinta naturaleza, relacionados con un proceso independentista, no deben ser considerados como delitos.
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"Es el Derecho el que está al servicio de la sociedad y no al contrario", por ello, con esta Ley de Amnistía "lo que el legislador pretende es excepcionar la aplicación de normas vigentes a unos hechos acontecidos en el contexto del proceso independentista catalán en aras del interés general". Hay frases literales de esa ley, como las anteriores, que podrán utilizar las defensas de los independentistas, con pleno convencimiento de que la amnistía de hoy se puede proyectar con garantías hacia el futuro.
Eso mismo es, de hecho, lo que vienen repitiendo desde que iniciaron su desafío al Estado, en 2012, para tapar la ruina y la corrupción de la Generalitat tras la larga hegemonía del nacionalismo pujolista. "La sociedad catalana, mayoritariamente, quiere votar en un referéndum de independencia y el Estado español no deja votar a los ciudadanos. Eso es lo que convierte la independencia en un sinónimo de democracia", como decía Oriol Junqueras en 2013. El discurso es el mismo, pero ya lo ven cerca: tras los indultos, las reformas penales y la amnistía, el referéndum es "la próxima estación".
España, ese "Estado opresor" que, al aprobar la amnistía, reconoce "la violencia policial y judicial"
En cuanto el Partido Popular gane unas elecciones generales que le permitan gobernar, en cuanto Alberto Núñez Feijóo sea elegido presidente del Gobierno, se impulsará la misma estrategia de agitación y de reproches hacia España que se activó cuando gobernaba Mariano Rajoy. La polarización política que vivimos, que no distingue entre la derecha y la extrema derecha, será motivo suficiente para que el independentismo recupere todos sus mensajes de entonces: "España nos roba y nos lleva a la ruina".
España, ese "Estado opresor" que, al aprobar la amnistía, ha acabado reconociendo "la violencia policial y judicial" ejercida y el derecho histórico del pueblo catalán a proclamar su independencia, tras siglos de dominación. ¿Acaso no es esa interpretación mendaz y patrañera la que acabó aceptando el PSOE en sus acuerdos de investidura, negociados en Bruselas con el fugado?
La frase, apasionada y dolida de Unamuno ante Millán-Astray, no puede aplicarse a una victoria parlamentaria, por no revestir lo chusco de solemnidad, y también por la esperanza que nunca se debe perder en que todo esto acabe en nada. Pero tiene sentido que la adaptemos para poder aplicársela a este enorme atropello democrático, insensato y desvergonzado. "Mentirás, pero no convencerás, porque para persuadir os falta algo que necesitáis: verdad, razón y derecho".
Mentirás, pero no convencerás. Cuesta trabajo darle solemnidad a todo lo que ha pasado, pero la adaptación de esa frase de Unamuno ante Millán-Astray puede servirnos.