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La dureza sin espuelas de los críticos del PSOE
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Javier Caraballo

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La dureza sin espuelas de los críticos del PSOE

Sin que un solo español haya tenido la oportunidad de expresar su opinión, se impone un acuerdo entre dos formaciones políticas de Cataluña para enterrar el pacto constitucional

Foto: Sánchez en el Comité Federal del PSOE. (PSOE)
Sánchez en el Comité Federal del PSOE. (PSOE)
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La última vez que Pedro Sánchez convocó un Comité Federal del PSOE fue para provocar el pánico de su ausencia. Fue en abril, cuando las revelaciones de El Confidencial sobre la actividad privada de su mujer, Begoña Gómez, llegaron a un juzgado y la denuncia se aceptó, como suele ocurrir cientos de veces cada día en España. Pero para el presidente Sánchez la mera aceptación de esa querella, por supuestos delitos de tráfico de influencias y corrupción en el sector privado, era algo insoportable.

Por eso, su respuesta, un berrinche único en la historia política reciente que consistió en escribirle una carta a la ciudadanía en la que se mostraba dispuesto a dimitir, a dejarlo todo. Convocó el Comité Federal para que todos los presentes se disputaran el premio al mejor discurso de culto al líder y, desde aquel día, 24 de abril, no ha habido nada hasta el Comité Federal de este sábado. El objetivo era el mismo, recabar apoyos incondicionales a otra ausencia: la absoluta falta de explicaciones sobre el pacto firmado con Esquerra Republicana para que pueda gobernar Salvador Illa en Cataluña. Adhesiones, pero no explicaciones. Esa es la cuestión. Y lo más relevante de todo no es la fortaleza de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE, sino la abrumadora debilidad de sus oponentes dentro del partido. Esa es la cuestión, que todo lo que dicen los barones socialistas se queda en ruido, nada más. Dureza sin espuelas, que es la nada en política.

El discurso de Pedro Sánchez en el Comité Federal estaba diseñado con los mismos mimbres de falta de respeto que había demostrado en los días previos, no solo con todos los presidentes autonómicos, sino con la propia ciudadanía española, tanto los que apoyan al Gobierno como los que lo detestan. Tengamos en cuenta, como acertadamente resaltaban aquí mismo Jesús Fernández-Villaverde y Francisco de la Torre Díaz, que lo que han firmado dos partidos políticos en Cataluña supondrá, de ejecutarse, el mayor cambio político sucedido en España desde 1978, cuando se aprobó la Constitución.

Estamos, por lo tanto, ante una política de hechos consumados para la que no se ha consultado con nadie, ninguna institución, ningún partido. De la misma forma que se aprobó la Ley de Amnistía sin que un solo español hubiera tenido la oportunidad de expresar su opinión, ahora se impone un acuerdo entre dos formaciones políticas de Cataluña para enterrar el pacto constitucional para la financiación de todas las comunidades autónomas. Ese salto, claramente antidemocrático, ya es pasado para el presidente Pedro Sánchez y la convocatoria del Comité Federal del PSOE solo tenía un propósito: comunicarles lo que ya está decidido para que lo respalden con una ovación continuada.

El PSC es un partido político independiente, unido al PSOE en su estructura federal, y jamás había gozado del poder del que dispone ahora

Por esa razón, el secretario general del PSOE no ha abierto ningún debate interno en su partido, sino que se ha limitado a anunciarles que el modelo de financiación autonómica que ha existido en este casi medio siglo de democracia ya no es válido y que los socialistas piensan aprobar uno nuevo, diseñado a partir de lo que ha pactado en Cataluña Salvador Illa para poder ser presidente. "Una nueva etapa autonómica, un sistema de financiación más justo", como dijo Pedro Sánchez, adoptando un tono de decreto ley. Un 'esto es lo que hay'.

En el PSOE, además de lo concerniente a la financiación autonómica en sí misma, también supone un cambio radical de paradigma en su organización interna, porque es la primera vez en la que toda la organización de ese partido centenario se pliega a lo acordado por un partido asociado, el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). Remarquemos esto: el PSC es un partido político independiente, unido al PSOE en su estructura federal, y jamás había gozado del poder del que dispone ahora para imponer su modelo de financiación territorial, sin que al resto de agrupaciones socialistas, las que sí pertenecen históricamente a esas siglas, hayan podido pronunciarse.

Solo Emiliano García Page y Javier Lambán tienen claro que lo que ha pactado el PSC con Esquerra Republicana de Cataluña es "inconstitucional"

En varios momentos de la historia socialista en democracia ha habido dirigentes socialistas que han abogado por la ruptura de relaciones con el PSC, para que el PSOE se presente con sus propias siglas en Cataluña, pero esas demandas nunca han llegado a ninguna parte. Podemos asegurar que esos dirigentes estarán hoy perplejos al contemplar cómo los acuerdos políticos del PSC son los que se asumen como propios en el PSOE, sin ni siquiera debatirlos antes de que se firmen.

En este punto es en el que debemos analizar la verdadera oposición dentro del Partido Socialista. La más relevante es la que ejercen los líderes regionales del PSOE de Castilla-La Mancha y de Aragón, que son los más persistentes en sus protestas contra el 'concierto catalán'. Otros líderes regionales, como los de Andalucía, Extremadura, Asturias o Castilla y León, también insinúan, o expresan, que están en desacuerdo, pero siempre miden sus palabras. Por eso, en el Comité Federal optaron por declaraciones ambiguas, de mero equilibrismo, para que cada cual pueda interpretar lo que desee, tanto el respaldo incontestable que le ofrecen a Pedro Sánchez, como su malestar por el pacto catalán. Es decir, nada de nada.

Saben perfectamente que, al final, lo respaldarán a cambio de que el presidente Sánchez les conceda una sola promesa con la que poder alimentar esa fantasía de que el nuevo modelo de financiación será una Jauja abundante para todas las comunidades autónomas. Gracias al pacto firmado en Cataluña, ríos de financiación para todos. Solo Emiliano García-Page y Javier Lambán, secretarios generales de las agrupaciones socialistas castellano-manchega y aragonesa, tienen claro que lo que ha pactado el PSC con Esquerra Republicana de Cataluña es "inconstitucional" y, además, atenta contra los valores generales de la socialdemocracia y contra los principios fundacionales del PSOE. Lo dijeron, sí, pero la ineficacia real de sus discursos reside en que no disponen de ni una sola posibilidad de aplicarlos.

No se entiende que Lambán no exija a los diputados de Aragón que se opongan al acuerdo. Es lo único que puede hacer caer el pacto

Dicen que es inconstitucional, que es contrario al PSOE, pero los diputados en el Congreso de esas dos comunidades jamás van a romper la disciplina de voto. ¿Cómo se puede explicar esa contradicción? Si, como dijo Lambán, en su acción política "España y Aragón están muy por encima del partido", no se entiende que no le solicite, o le exija, a los cuatro diputados del PSOE aragonés que se sientan en el Congreso que manifiesten su oposición a ese acuerdo. Exactamente lo mismo podría aplicarse a los ocho diputados socialistas de Castilla-La Mancha. Ese es el único discurso que puede hacer descarrilar el acuerdo de los socialistas catalanes y los independentistas. Que ambos, en el Comité Federal, hubieran dicho "los diputados de mi comunidad no van respaldar nada de esto". Basta con eso.

Hace once años, en 2013, los diputados del PSC, que eran catorce, decidieron romper la disciplina y votar en contra de los diputados del PSOE en una votación sobre el derecho a decidir y la convocatoria de referéndums. Lo hicieron y luego los multaron, no más. La realidad es que esa misma actitud es impensable en los diputados socialistas de cualquier otra comunidad, como hemos comprobado ya sobradamente. Con lo cual, lo dicho, esta oposición sin espuelas, aunque el discurso aparente dureza, es, en realidad, un soporte más en el liderazgo de Pedro Sánchez.

La última vez que Pedro Sánchez convocó un Comité Federal del PSOE fue para provocar el pánico de su ausencia. Fue en abril, cuando las revelaciones de El Confidencial sobre la actividad privada de su mujer, Begoña Gómez, llegaron a un juzgado y la denuncia se aceptó, como suele ocurrir cientos de veces cada día en España. Pero para el presidente Sánchez la mera aceptación de esa querella, por supuestos delitos de tráfico de influencias y corrupción en el sector privado, era algo insoportable.

Pedro Sánchez Financiación autonómica
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