Es noticia
Sánchez, victoria por humillación en el PSOE
  1. España
  2. Matacán
Javier Caraballo

Matacán

Por

Sánchez, victoria por humillación en el PSOE

Nunca antes, en todo el periodo democrático, los sectores críticos del Partido Socialista, aunque fueran claramente minoritarios, habían estado tan anulados

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Getty/Anna Moneymaker)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Getty/Anna Moneymaker)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

En los partidos políticos, las mayores victorias se producen por aclamación o por humillación, con la diferencia fundamental de que estas últimas son aniquiladoras. Tierra quemada. Pedro Sánchez va a ganar de las dos formas el congreso federal que ha convocado para finales de noviembre. Primero por la humillación de quienes se le oponen y, cuando llegue el evento, lo hará por aclamación en el recuento de los votos a su favor. Nunca antes, en todo el periodo democrático, los sectores críticos del Partido Socialista, aunque fueran claramente minoritarios, habían estado tan anulados; nunca la oposición interna en este partido se había convertido en un ejercicio más inútil, más estéril... La inercia de poder de la actual dirección socialista los aboca, incluso, al ridículo.

Esta es una circunstancia paradójica, porque quienes alzan su voz contra las políticas de Pedro Sánchez lo hacen porque atentan contra los valores y principios que el Partido Socialista que ha defendido históricamente, pero, al hacerlo, la única reacción que encuentran es un simple silencio de ignorancia. “Ha sido desolador”, confesaba abatido uno de esos dirigentes, a la salida del último comité federal, por cómo le habían despreciado los suyos con el silencio, como quien se pone a escuchar la monotonía de la lluvia en los cristales. Cuesta poco imaginarlos: medio siglo representando al partido, siempre considerados y respetados, incluso temidos, y llega ahora una época en la que muestran su irritación y la contestación es la nada; la réplica es el vacío. Públicamente, les hacen sentir que ya no pitan nada en el partido, y que sus voces, que antes atronaban en las agrupaciones, y sus cargos históricos, ya no movilizan nada. Ni titulares de periódicos les van quedando porque todo el mundo sabe que los han evaporado.

El congreso federal del PSOE se clausurará el primer día de diciembre, pero antes se ha consumado esta fase previa con victoria de Sánchez por humillación. Queda la aclamación, cuando los villancicos y los polvorones estén a punto de inundar las calles. Por la rotundidad con la que se ha impuesto el sanchismo en esta etapa precongresual podemos afirmar, además, que la estrategia política del concierto catalán estaba perfectamente planificada para poder ejecutarla, como está ocurriendo, sin riesgo alguno de que provoque un cisma interno en el PSOE.

Una vez más, acudamos a la cronología, tan necesaria en este tiempo en el que se pretende borrar lo que se decía ayer, como si nunca hubiera sucedido. Así que vamos: en agosto, el Partido Socialista de Cataluña firmó un acuerdo con Esquerra Republicana que le permitirá gobernar en la Generalitat a cambio de asumir la histórica reivindicación independentista de romper con la Hacienda del Estado español y crear una Hacienda propia. Es lo que los independentistas resumen con la frase “queremos la caja y la llave”, que parece más propia de ‘Ocean's Eleven’ que de una crónica política de financiación autonómica. A partir de ese acuerdo, lo extraño, o mejor, insólito, en el PSOE federal es que ha tenido que asumir como propio lo que ha pactado un partido asociado, como es el PSC, y que, además, supone una ruptura abrupta con los principios de solidaridad interterritorial que siempre ha defendido el PSOE. Cuando se produjo el acuerdo, de hecho, comenzaron las primeras protestas internas con un aire imperativo de ‘¡hasta aquí!”, como dijo el presidente manchego García-Page.

Foto: Antonio Hernando en el Congreso junto al ministro de Transportes, Óscar Puente. (EFE / Mariscal)

La estrategia diseñada por Pedro Sánchez para arrancar de raíz ese conato de protestas internas ha consistido en una carambola a tres bandas. Adelanta, a finales de este año, el congreso federal previsto para el año que viene y así consigue tres cosas: acallar a todos los barones regionales, si es que quieren mantenerse en sus cargos; sustituir el debate interno sobre el cupo catalán por el de la financiación de todas las autonomías; y, finalmente, quedarse libre de manos para convocar elecciones cuando mejor le convenga, a partir del año próximo, 2025. Como lo que todo el mundo tiene claro es que el congreso federal lo reelegirá, por abrumadora mayoría, como secretario general, todo lo demás va cayendo por añadidura. De ahí proviene la humillación de la que hablamos, porque los conatos de rebelión que surgieron en el PSOE han sido eficazmente aniquilados por Sánchez con ese movimiento inesperado de adelantar el congreso.

Veamos algunos ejemplos de ese abrasamiento. En Aragón, por ejemplo, donde la secretaría general del PSOE la ostenta el expresidente Javier Lambán, uno de los críticos más acerados y constantes de Pedro Sánchez. En coherencia con lo que venía defendiendo, Lambán aseguró que el cupo catalán es inconstitucional y quiebra la solidaridad entre los territorios españoles. En un primer momento, secundaron la crítica los cargos públicos del PSOE en esta comunidad y, por ello, presentaron sendas iniciativas, en el Ayuntamiento de Zaragoza y en las Cortes de Aragón, para oponerse al mismo. Pues bien, tal como las presentaron, tuvieron que retirarlas poco después por una orden directa de la ejecutiva federal de Pedro Sánchez. Ahí se acabó la disidencia; Lambán ha vuelto a quedarse solo en su partido. Exactamente igual que le ocurre a Emiliano García-Page, el presidente de Castilla-La Mancha. El presidente Page ha cumplido su promesa de presentar un recurso de inconstitucionalidad contra una medida que “es más egoísta que socialista", pero es consciente de su debilidad en su propia agrupación.

Los conatos de rebelión en el PSOE han sido eficazmente aniquilados por Sánchez con ese movimiento inesperado de adelantar el congreso

En Andalucía, en otro tiempo la agrupación más influyente del PSOE en toda España, las críticas al cupo catalán, y a las consecuencias negativas para esa comunidad, no pasaron de algunos balbuceos iniciales, que podrían parecer reproches, pero que pronto se alinearon con el discurso general que indica que lo ocurrido en Cataluña es una buena oportunidad para toda España. “Hay que cambiar el modelo de financiación, porque es una asignatura pendiente que hay que corregir”, repite Juan Espadas en cada intervención sin reparar en que, literalmente, lo que se afirma en el pacto de Cataluña es que no se trata de reformar el modelo de financiación, que el objetivo es otro, la hacienda catalana propia. Y, por supuesto, culpa al Partido Popular de “enfrentar a los territorios”, por protestar contra el pacto del PSC y Esquerra.

El secretario general del PSOE de Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, es el que ha descrito una trayectoria de crítica más peregrina. A principios de septiembre, decía que el cupo catalán no está en la Constitución, “no se recoge en ningún acuerdo anterior del PSOE en sus congresos” y “genera desigualdad” entre los españoles; y, este pasado fin de semana, en un acto convocado a tal efecto, ha eludido toda crítica al cupo catalán para resaltar los logros del Gobierno de Pedro Sánchez en Extremadura: “Es fundamental que seamos capaces de poner en valor las políticas que hace nuestro gobierno en Extremadura, tales como el salario mínimo interprofesional o la subida de las pensiones”.

En ese acto de Extremadura, también intervino el anterior presidente, Guillermo Fernández Vara, alineado desde antiguo con Sánchez, y el histórico Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que fue el único que se atrevió a decir aquello por lo que, teóricamente, habían sido convocados todos: “Como socialista, no acepto el cupo catalán”. El silencio que debió hacerse en su entorno es el que debemos interpretar como el clamor de una victoria, la de la humillación.

En los partidos políticos, las mayores victorias se producen por aclamación o por humillación, con la diferencia fundamental de que estas últimas son aniquiladoras. Tierra quemada. Pedro Sánchez va a ganar de las dos formas el congreso federal que ha convocado para finales de noviembre. Primero por la humillación de quienes se le oponen y, cuando llegue el evento, lo hará por aclamación en el recuento de los votos a su favor. Nunca antes, en todo el periodo democrático, los sectores críticos del Partido Socialista, aunque fueran claramente minoritarios, habían estado tan anulados; nunca la oposición interna en este partido se había convertido en un ejercicio más inútil, más estéril... La inercia de poder de la actual dirección socialista los aboca, incluso, al ridículo.

Pedro Sánchez PSOE
El redactor recomienda