:format(png)/f.elconfidencial.com%2Fjournalist%2Ff44%2Faae%2F358%2Ff44aae35831f1c05491bc0305c2ad703.png)
Matacán
Por
La mentira del 'régimen del 15-M'
Con Íñigo Errejón se hunde el último símbolo de todos aquellos y, muy por encima de su triste realidad, de todo lo que escondía miserablemente mientras daba lecciones desde el púlpito de su impostura
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F966%2F532%2F1f3%2F9665321f3f0c36c5fcd94d0821f60c49.jpg)
Viven en la mentira, y eso es lo más preocupante de esos individuos, lo que llega a provocarnos sentimientos de vergüenza ajena y hasta de pena, por ver cómo se inflan, ascienden y explotan, con estruendo. Y no queda de ellos más que el recuerdo vago de un patetismo. Con Íñigo Errejón se hunde el último símbolo de todos aquellos y, muy por encima de su triste realidad, de todo lo que escondía miserablemente mientras daba lecciones desde el púlpito de su impostura; por encima de todo eso, lo que conviene ahora es hacer balance y restregarles lo que han supuesto para la vida española. Ellos que renegaron, condenaron y difamaron del ‘régimen del 78’. Miraban por encima del hombro a toda una generación de dirigentes políticos, empresariales y sindicales que supo sacar a España de una dictadura de cuatro décadas para implantar un sistema democrático que, en pocos años, se consolidó entre las primeras democracias del mundo libre. Despreciaron las renuncias y el deseo de avanzar de una sociedad, de cerrar heridas que, ellos sí, todavía tenían abiertas, y lo redujeron todo a una supuesta claudicación ante los deseos del dictador.
“Somos la alternativa a un régimen que se derrumba, un régimen de oligarcas, el régimen del 78”, dijo Pablo Iglesias en su primer discurso como secretario general de Podemos, cuando aún estaban todos unidos, y las encuestas vaticinaban su triunfo en unas elecciones. Aquello fue hace diez años, exactamente hace diez años, en noviembre de 2014, y ya no queda casi nada de lo que pudieron ser. Un régimen se ha derrumbado, sí, es verdad, pero ha sido el régimen del 15-M, que es el que todos ellos se atribuyeron, con esa vanidad ampulosa que siempre exhiben y que, como tal pomposidad, se ha desinflado.
La caída de Íñigo Errejón, al ser descubierto en la mentira que ocultaba, es la más dura de todas, aniquiladora para el personaje y para todo su entorno político y personal, pero no se diferencia de las anteriores en lo fundamental, la cínica realidad de quienes se comportan igual que aquellos a los que dicen perseguir y condenar en sus discursos públicos. Si renegaban y condenaban a los empresarios por el mero hecho de serlo, como ricos avarientos, descubrimos cómo en sus empresas defraudaban a Hacienda y estafaban a trabajadores. Presumían de vivir como los ciudadanos más humildes y los vimos mudarse a un chalé lujoso para alejarse de los barrios obreros en los que dijeron que siempre vivirían. Si presumían de ser feroces combatientes de la violencia de género, ahora descubrimos episodios desgarradores de agresiones sexuales y de encubrimiento…
Es importante subrayar esto porque todos los casos que ahora se pueden reunir de impostura no se lanzan contra el conjunto de la organización, ni siquiera contra esas ideologías, sino que pretende ser un aldabonazo en la conciencia crítica de los miles de votantes, que llegaron a ser millones, que confiaron en ellos. Para que les pueda servir de advertencia ante los próximos populistas que se suban a una tarima desdeñando nuestro pasado y anunciando un régimen nuevo. Ideas menores vestidas con palabras mayores, como dijo Lincoln de la demagogia, protagonizada por farsantes que sólo buscan su propio beneficio.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F1a7%2F38b%2Fd9e%2F1a738bd9e3e678b763c5f7fd93fd2bbf.jpg)
Antes que Íñigo Errejón, supimos que a Juan Carlos Monedero, el gurú más diletante de la organización, lo habían pillado en Hacienda y que, en 2015, tuvo que desembolsar 200.000 euros que se habían escamoteado de la declaración de la renta de 2013. Ese año, según supimos entonces, facturó con su productora la nada despreciable cantidad de 425.150 euros por distintos trabajos con los 'gobiernos hermanos' de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador. Monedero hizo lo correcto, pagar a Hacienda, pero tendría que pensar que eso mismo han hecho otros contribuyentes a los que ellos se refieren como delincuentes fiscales, sin la más mínima consideración. Desprecian e insultan, incluso, a aquellos grandes empresarios españoles que sí pagan hasta el último céntimo de sus impuestos y que emplean a miles de trabajadores, sin despojarlos de derechos ni retribuciones en sus contratos.
Es decir, al contrario de lo que ocurrió con Pablo Echenique, cuando fue condenado por pagarle en ‘negro’ a su asistente, dada su condición de dependiente que necesita ayuda para desenvolverse en su vida diaria. Mientras el asistente trabajaba para una empresa, Echenique facturaba con esa sociedad pero, cuando se rescindió la relación, siguió contratando al mismo asistente, pero sin contrato alguno y sin darlo de alta en la Seguridad Social. El que fuera portavoz parlamentario de Podemos explicó a los tribunales que lo hizo porque pensaba que el asistente se había dado de alta como autónomo, pero la excusa fue insuficiente, no prosperó y lo condenaron. Si Echenique dice de Amancio Ortega, por sus millonarias donaciones a la sanidad pública, que es “filántropo por el día y defraudador por la noche”, qué tendríamos que pensar de él, que estafa al único empleado que tiene.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ffb5%2F0ec%2Fedf%2Ffb50ecedfdf4df7723c5abde4f53abf1.jpg)
Van sembrando odio, desconfianza, contra todo aquel que haya sido capaz de prosperar en un negocio, convertirlo en una multinacional, como si el enriquecimiento en una economía de mercado fuera un acto delictivo o sospechoso. Convierten todo símbolo de riqueza, un yate o un deportivo, en una provocación, pero ya vimos cómo su líder sometió a aprobación la compra de un chalé de más de medio millón de euros. Pablo Iglesias, sí, y su casa de Galapagar con la que el líder empezó a despeñarse, asfixiado por el cinismo y la inconsistencia. Iglesias, Monedero, Echenique, Errejón… Pensemos en el conjunto, en todos ellos, uno a uno, en cada etapa de polémica en la que se les ha descubierto practicando lo contrario de lo que aparentaban ante la sociedad, en los discursos en los que despreciaban el régimen del 78 y se anunciaban como garantes de una nueva realidad, el régimen del 15-M. Ahora, al comprobar lo que realmente eran, podemos contestarnos mejor la duda de qué hubiera sido de España si, tras la muerte del dictador, la clase política existente hubiera sido la de este personal, los del 'régimen del 15-M'. Sencillamente, no tendríamos democracia.
Viven en la mentira, y eso es lo más preocupante de esos individuos, lo que llega a provocarnos sentimientos de vergüenza ajena y hasta de pena, por ver cómo se inflan, ascienden y explotan, con estruendo. Y no queda de ellos más que el recuerdo vago de un patetismo. Con Íñigo Errejón se hunde el último símbolo de todos aquellos y, muy por encima de su triste realidad, de todo lo que escondía miserablemente mientras daba lecciones desde el púlpito de su impostura; por encima de todo eso, lo que conviene ahora es hacer balance y restregarles lo que han supuesto para la vida española. Ellos que renegaron, condenaron y difamaron del ‘régimen del 78’. Miraban por encima del hombro a toda una generación de dirigentes políticos, empresariales y sindicales que supo sacar a España de una dictadura de cuatro décadas para implantar un sistema democrático que, en pocos años, se consolidó entre las primeras democracias del mundo libre. Despreciaron las renuncias y el deseo de avanzar de una sociedad, de cerrar heridas que, ellos sí, todavía tenían abiertas, y lo redujeron todo a una supuesta claudicación ante los deseos del dictador.