:format(png)/f.elconfidencial.com%2Fjournalist%2Ff44%2Faae%2F358%2Ff44aae35831f1c05491bc0305c2ad703.png)
Matacán
Por
Operación Moncloa, la trampa de Lobato
Una tela de araña en la que puede quedar atrapado su rival, Óscar López, y también el jefe máximo, Pedro Sánchez
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ffd4%2Faf0%2Fe07%2Ffd4af0e071b76dd7181163bcdf98281d.jpg)
La acumulación de contradicciones y sinsentidos que ha desplegado en las últimas horas el secretario general de la Federación Socialista Madrileña, Juan Lobato, sólo tiene el sentido de una tela de araña, como un laberinto en el que dejar a alguien atrapado. El objetivo principal es Óscar López, la persona con la que el líder del PSOE, Pedro Sánchez, tiene previsto sustituir a Lobato al frente de los socialistas madrileños, a partir del Congreso federal del PSOE, este fin de semana en Sevilla.
'Operación Moncloa', podría denominarse la estrategia diseñada por Juan Lobato, con la complicación extra de que, en el caso de que pudiera salir adelante, no sólo afectaría al entonces jefe de gabinete del presidente del Gobierno, el mencionado Óscar López, que en la actualidad es ministro, sino también a la jefa de gabinete del jefe de gabinete, Pilar Sánchez Acera, y al presidente Pedro Sánchez. Es decir, en esta trama de burocracia política que parece un trabalenguas, la trampa de Lobato afecta a los tres niveles, al jefe máximo, a su jefe de gabinete y a la jefa de gabinete del jefe de gabinete. Pedro Sánchez, Óscar López y Pilar Sánchez Acera. Tres en uno. Todo se deduce de las versiones ofrecidas por Juan Lobato en las últimas horas, de modo que comprobemos el detalle de cada una de ellas. Veamos.
Todos los hechos se producen el 14 de marzo pasado y, antes de comenzar a detallarlos, conviene repasar el contexto. Recordemos que, apenas un mes antes, en febrero, había estallado el caso Koldo y que entre los detenidos descubrimos la existencia de un empresario, Víctor de Aldama, al que se señala como “nexo corruptor” de la trama. La sorpresa mayor se produce unos días después, cuando El Confidencial desvela que ese empresario, desconocido públicamente en ese momento, se había reunido con la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez. Cuando se publicó aquella primera noticia, ni siquiera se citaba a Aldama: “El comisionista del Ministerio y Javier Hidalgo se reunieron con la mujer de Sánchez para presentarle negocios”. Ese fue el titular del 29 de febrero, ocho días después de las detenciones del caso Koldo.
Lo que sucede a continuación es que, para contrarrestar la noticia, se difunde un expediente fiscal del novio de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que intentó defraudar a Hacienda más de 300.000 euros. A partir de ese momento, toda la estrategia socialista se limita a exigir explicaciones al Partido Popular, a pedir la dimisión de Díaz Ayuso y a repetir que el comportamiento de Begoña Gómez era impecable. En ese momento, ni siquiera se había presentado una querella en el juzgado contra Begoña Gómez, faltaba un mes (16 de abril) para que ocurriese, pero las presiones desplegadas desde el entorno de Pedro Sánchez eran de la máxima intensidad. Es justo en ese momento, el 14 de marzo, cuando el portavoz socialista en la Asamblea de Madrid, Juan Lobato, recibe un mensaje del Palacio de la Moncloa para que, en el debate parlamentario de ese día, utilice el expediente fiscal del novio de Isabel Díaz Ayuso.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fd89%2F8f2%2Fc63%2Fd898f2c639664a93f4e8e88d6abeb8d8.jpg)
La primera versión que ofrece Lobato, a raíz de las informaciones a las que tiene acceso el diario ABC, confirma la llamada del Palacio de la Moncloa (a través de la jefa de gabinete del jefe de gabinete) y también certifica su oposición a prestarse a ese plan. ¿Por qué motivo? Juan Lobato es, profesionalmente, técnico de Hacienda y sabe que si difunde en la Asamblea de Madrid un expediente fiscal puede estar cometiendo un delito de revelación de secretos. Con lo cual, se niega y la alternativa que se le ofrece desde el Palacio de la Moncloa es la de filtrar previamente el expediente a uno de los medios de comunicación que actúan de correa de transmisión del Gobierno para que, así, el portavoz Lobato quede exento de toda responsabilidad cuando lo esgrima en la Asamblea madrileña. Eso es, de hecho, lo que sucede.
Lo sorprendente es que, nueve meses después, a principios de este mes de noviembre, el mismo Juan Lobato acude a una notaría de Madrid para depositar allí, autentificados, una copia de los mensajes de WhatsApp que todavía conservaba de aquella mañana de marzo. ¿Por qué guardó durante tanto tiempo los mensajes de la Moncloa y decidió llevarlos a una notaría? A partir de esa pregunta es cuando el portavoz socialista madrileño se bifurca en sus versiones. La primera versión, que corrobora ante los periodistas de ABC, es que, como no quiso prestarse a cometer una ilegalidad, decidió blindarse con esos mensajes que demostraban su negativa a cometer el mismo delito por el que está siendo investigado el fiscal general del Estado.
La segunda versión de Lobato es diametralmente opuesta: llevó los mensajes a la notaría para acreditar “que ni los socialistas madrileños ni Moncloa habíamos recibido de la Fiscalía ninguna información, en absoluto, relativa al novio de la señora Ayuso. Al revés, queda acreditado que toda la información vino de medios de comunicación”, como le contó ayer en Onda Cero a Carlos Alsina. Para reforzar su segunda versión, Lobato no sólo no muestra los mensajes, sino que, además, amenaza veladamente a la notaría, como si fuera responsable de que se haya conocido su actuación. ¿Tiene sentido? En absoluto, porque ni Lobato está acusado de nada en relación con la filtración del informe fiscal del novio de Díaz Ayuso, ni nadie del Gobierno, ni ninguna otra persona, entre las decenas de portavoces socialistas y replicantes mediáticos que se hicieron eco de las descalificaciones hacia la presidenta de Madrid y su pareja.
Como técnico de Hacienda, es el propio Lobato el primero que tiene que entender la diferencia que existe entre lo que es legal y no, con lo que nada podía temer, ni puede temer, acerca de su actuación. Mucho menos, si esos mensajes acreditaran que no recibió presión alguna de la Moncloa para cometer una ilegalidad. Nadie se gasta dinero en un notario para custodiar unos mensajes que no demuestran nada, más que un cordial intercambio de ideas. Lo que sí se consigue con ese movimiento es que todo el mundo conozca un episodio que, hasta ahora, había pasado desapercibido: que fue Óscar López, su rival para seguir dirigiendo al PSOE de Madrid, quien difundió el expediente fiscal del novio de Ayuso. También es normal que un jefe de gabinete actúe por indicaciones del presidente para el que trabaja. Esa tela de araña en la que quedan atrapados todos los rivales sí le da sentido a la actuación de Juan Lobato. Lo contrario sería un absurdo incompatible con la inteligencia humana y con la mala hostia de la política cuando se inicia una purga interna en un partido.
La acumulación de contradicciones y sinsentidos que ha desplegado en las últimas horas el secretario general de la Federación Socialista Madrileña, Juan Lobato, sólo tiene el sentido de una tela de araña, como un laberinto en el que dejar a alguien atrapado. El objetivo principal es Óscar López, la persona con la que el líder del PSOE, Pedro Sánchez, tiene previsto sustituir a Lobato al frente de los socialistas madrileños, a partir del Congreso federal del PSOE, este fin de semana en Sevilla.