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El año perdido de la oposición 'amateur'
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Javier Caraballo

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El año perdido de la oposición 'amateur'

Pedro Sánchez cada vez emplea métodos más sofisticados frente a Feijóo, cada vez más rutinario y elemental

Foto:  El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, junto con la secretaria general del partido, Cuca Gamarra. (EFE/Javier Lizón)
El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, junto con la secretaria general del partido, Cuca Gamarra. (EFE/Javier Lizón)
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La política, además de ideología y liderazgo, es estrategia. Y esa es la razón fundamental que nos explica cómo es posible que, a pesar del aguacero de polémicas que sigue cayendo sobre el Gobierno, la sensación que existe es la de que el presidente socialista, Pedro Sánchez, parece más estable que el líder de la oposición conservadora, Alberto Núñez Feijóo. Descartemos el ‘prodigio’ de ceguera que puede obrar el cinismo y la frivolidad en una sociedad como la nuestra, tan influenciable por las campañas manipuladas de redes sociales y por las mentiras programadas de la posverdad. Y también obviemos -aunque no es poco- que no ha existido líder de la oposición al que, en algún momento, no se le haya considerado un pusilánime, sin criterio. Todo eso existe, es verdad, pero pensemos que es el campo de juego inevitable e idéntico para todos los contendientes.

La cuestión, más allá de esas excusas, tenemos que encontrarlas en la estrategia, como decimos. Se va a cumplir ya casi un año y medio desde las últimas elecciones generales y nadie podrá decir que la oposición del Partido Popular haya puesto en apuros al Gobierno de Pedro Sánchez, más allá de los enormes líos en lo que se va enfangando el presidente socialista. Son todos los que se vienen a la cabeza, ni siquiera hace falta enumerarlos porque lo interesante es que, si lo piensa un instante, ni uno de esos problemas en los que está enfangado Pedro Sánchez son producto del trabajo de la oposición.

Otras veces se han citado aquí las enseñanzas del general Sun Tzu, el breve ensayo ‘ El arte de la guerra’, que políticos de tantas generaciones se han intercambiado como consejos eternos de astucia, de prudencia y de determinación. Uno de esos consejos, elementales, recomienda que “sólo se puede maniobrar y luchar cuando se conoce cada detalle de la condición del terreno en el que se va a combatir”. En la política española de la actualidad, el único que se está aplicando, concienzudamente, este aserto es el líder del PSOE y presidente del Gobierno.

Desde hace cuatro años, los socialistas han desarrollado un potente departamento de información interna para manejar todos los datos sociológicos que se necesitan para construir sus discursos políticos. Tanto los que se preparan para lanzar nuevas ideas, como los que se fabrican para contrarrestar algunos ataques de los adversarios. En los dos casos de lo que se trata es de conocer perfectamente cómo piensan los ciudadanos, qué esperan de ellos sus votantes, sus simpatizantes, y ofrecerles, en cada situación, el discurso que esperan oír. Como ha publicado hace unos días mi compañera Marisol Hernández, la oficina en cuestión se llama ‘Departamento de Innovación, Análisis y Nuevas Audiencias’, y lleva el sugestivo acrónimo de ‘Diana’. Con ese sistema, que se ha ido complementando y ampliando, incluso con fichajes de profesionales que previamente trabajaban para el Partido Popular, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el PSOE cuenta en la actualidad con la mayor especialización en sociología electoral y en la investigación del comportamiento social de los españoles. Es decir, una garantía previa, sobre todo para el éxito de las campañas electorales en las elecciones generales.

Foto: La secretaria general del PP, Cuca Gamarra y el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. (Europa Press/Fernando Sánchez) Opinión
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Decíamos al principio que la política, además de ideología y liderazgo, consiste en la estrategia que se emplea. En la eficacia de cada líder político para cumplir sus objetivos y para mantener la motivación de su electorado en torno a los mensajes que lanza, sobre todo en los momentos decisivos en los que todas las miradas se vuelven hacia él. Sin entrar en valoraciones sobre aquello que compartimos o que detestamos, incluso sobre lo que nos parece cierto o una grotesca mentira; sin entrar en nada de eso, la realidad de España se explica en la actualidad porque Pedro Sánchez desarrolla una política profesional, frente a lo que ocurre en el Partido Popular con Alberto Núñez Feijóo, que lo que nos muestra es el perfil de una política amateur.

Pedro Sánchez cada vez emplea métodos más sofisticados de control socio electoral, frente a Núñez Feijóo, cada vez más rutinario y elemental. Y cuando se habla del presidente del Partido Popular debe entenderse, obviamente, que la referencia se extiende a casi todo su entorno, el abanico de Tellados y Gamarras que reproducen semanalmente una política de oposición que consiste en repetir lo obvio, lo previsible. Es muy posible que el presidente del Partido Popular, tras su llegada de cuatro mayorías absolutas en Galicia, haya buscado el entorno del partido más cercano, más fiable, más cómodo. Quizá pudo ser una buena elección si, como pensaban, la caída de Pedro Sánchez era algo inminente tras la pandemia, por el desgaste del presidente socialista con las cesiones continuas, y humillantes, a los independentistas, por sus alianzas con la extrema izquierda que le quitaba el sueño, por los acuerdos con los herederos políticos de ETA, a los que nunca se iba a acercar.

Foto: Pedro Sánchez, en Santander. (Europa Press/Ortiz)

Todo eso ha sabido sortearlo el presidente Pedro Sánchez gracias a una mejor interpretación de la realidad política y social de España; le ha bastado con fomentar la polarización para fortalecer su débil posición de gobierno que todo lo resiste. Para vencerlo, hace falta mucho más que el amateurismo de esta política que se conforma con chapotear en los charcos en los que se mete el propio Gobierno.

En todo este tiempo de convivencia de Feijóo en la oposición con Pedro Sánchez de presidente, en ningún momento, el Partido Popular, a pesar del inmenso poder institucional que posee, y de la amplia red de colaboradores de la que podría nutrirse, ha protagonizado ni una sola denuncia contra el Gobierno sustentada en su propia investigación, en su propia labor de control al Gobierno. ¿No debería considerarse esta evidencia en un síntoma muy claro de fracaso como oposición? Algo que haya comprometido seriamente al Gobierno… Pues ni una sola revelación. Jamás. Lo que sí se encontrará con abundancia, casi semanalmente, es el vaticinio de que el Gobierno de Sánchez va a caer al completo. Pero para eso también existe un consejo del general Sun Tzu: “Prohíbe los augurios para evitar las dudas”. Pues eso.

La política, además de ideología y liderazgo, es estrategia. Y esa es la razón fundamental que nos explica cómo es posible que, a pesar del aguacero de polémicas que sigue cayendo sobre el Gobierno, la sensación que existe es la de que el presidente socialista, Pedro Sánchez, parece más estable que el líder de la oposición conservadora, Alberto Núñez Feijóo. Descartemos el ‘prodigio’ de ceguera que puede obrar el cinismo y la frivolidad en una sociedad como la nuestra, tan influenciable por las campañas manipuladas de redes sociales y por las mentiras programadas de la posverdad. Y también obviemos -aunque no es poco- que no ha existido líder de la oposición al que, en algún momento, no se le haya considerado un pusilánime, sin criterio. Todo eso existe, es verdad, pero pensemos que es el campo de juego inevitable e idéntico para todos los contendientes.

Alberto Núñez Feijóo Partido Popular (PP)
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