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Matacán
Por
La 'respetofobia' española y sus hijas bastardas
En esta polémica hiperventilada, Lalachus tendría que pedir disculpas si, como Broncano, pide respeto para sí misma, pero en España esa es una revolución imposible
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Una mujer de la comedia televisiva ha provocado la primera polémica del año cuando, al presentar, en Televisión Española, las campanadas del nuevo año, ha mostrado a las cámaras la 'estampita' de una vaca imitando las imágenes cristianas del Corazón de Cristo. ¡Boom! El estruendo ha barrido hasta los confetis de las aceras. Si nos encomendásemos a las profecías de los augures, nos dirían que ahí está el signo de lo que nos espera este año. Veremos… Pero antes, como todas estas polémicas acaban distorsionadas e hiperventiladas, vayamos a una mera descripción de lo sucedido.
Ya sabemos que, en estos torbellinos, muchos acaban opinando de lo que ni siquiera ha sucedido, con lo que, al paso de unos días, se repasa el origen de todo y la desproporción suele ser extraordinaria. Resumen, pues: David Broncano, nueva figura, y estandarte, de la RTVE, la gran empresa pública de medios de comunicación, fue el encargado de retransmitir las doce campanadas de fin de año desde la Puerta del Sol y lo hizo acompañado de una de sus colaboradoras, de nombre artístico Lalachus.
Como el fichaje de Broncano por la televisión pública se ha convertido en un elemento más de la trifulca política en España, su presencia en las campanadas también generó la correspondiente controversia. Lo normal, partidarios y detractores, cada cual en su trinchera. En ese fuego cruzado, la colaboradora de Broncano fue la primera que se quejó porque en las redes sociales la llamaban gorda y se burlaban con la posibilidad de que, durante la retransmisión, el balcón de la Puerta del Sol acabara hundiéndose por su sobrepeso.
Tras esas ofensas, cuando, antes de las campanadas, llegó la hora de los deseos para el nuevo año, Broncano pidió más facilidades para acceder a una vivienda o más reconocimiento a los hombres del campo y su compañera Lalachus, aprovechó para expresar el suyo: "Ojalá que para el 2025 dejemos de opinar de los cuerpos ajenos, porque todos los cuerpos son válidos del tamaño que sean". Dicho esto, mostró a las cámaras la 'estampita' de una vaca, mascota de uno de los concursos de esa cadena, el Gran Prix, "un programa con el que todos hemos crecido, por lo importante que es la televisión y la televisión pública, más importante que ninguna", dijo Lalachus.
"Es incuestionable que se trata de un acto de banalización de símbolos que, para muchos cristianos, constituyen una ofensa"
La humorista no realizó ningún comentario alusivo a la religión católica, ni a Jesucristo, con lo que la alusión del Gran Prix con la 'estampita' de la vaquilla tenía que ver, sobre todo, con la promoción de la cadena televisiva. Punto final a lo sucedido. Lo que vino a continuación, como decía mi compañero Alberto Pérez Giménez, es propio de esta España en la que "hasta el acto de dónde ver las uvas se ha convertido en un ejercicio político, estás conmigo o contra mí, en un país donde se decide hasta quién puede ofenderse". Así que aprovechemos para reafirmarnos en algunos principios antes de que se pase este episodio, que se olvidará en cuanto se haya generado otra zapatiesta similar, dentro de la hoguera de las vanidades polarizadas.
Como se decía antes, es muy posible que en el ánimo de esa humorista no hubiera ninguna intención de ofender a la Iglesia católica, ni a los cristianos, porque hubiera incluido alguna expresión alusiva. Pero haya sido o no su intención, es incuestionable que se trata de un acto de banalización de símbolos que, para muchos cristianos, constituyen una ofensa. El Sagrado Corazón de Cristo es una de las devociones principales de la religión católica, "una devoción profundamente arraigada en el pueblo cristiano porque, en el lenguaje bíblico, el 'corazón' indica el centro de la persona, la sede de sus sentimientos y de sus intenciones”, en palabras de Benedicto XVI.
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Sería lógico pensar que, si la mencionada Lalachus considera, con toda razón, que debemos respetar a las personas y no hacer mofa de sus cuerpos, exactamente lo mismo debe sostener de las ideas y las creencias de los demás. Con lo cual, lo normal, lo esperable, en ella, y también en el propio Broncano, es que aprovechen la primera ocasión que tengan en su programa La Revuelta, de RTVE, para pedir disculpas a quienes hayan ofendido. Si no lo hacen, estarán demostrando dos cosas, que ahora no debemos presuponer: que el respeto que piden para ellos no se lo conceden a los demás y que, en realidad, sí que pretendían reírse de los católicos españoles.
Lo peor en estos casos es que haya quien defienda que las ofensas no son todas iguales. Suele suceder, a menudo, con la religión católica con la que algunos se explayan, aprovechando el régimen de libertad de expresión en el que estamos y la apertura mental de los católicos, a diferencia de otras religiones. Es un recurso habitual en polemistas y humoristas mediocres que buscan con esas ofensas el protagonismo que no tienen por su limitada creatividad. Dicho esto, tampoco parece razonable la oleada de indignación inflamada, impostada, de algunos colectivos, los más reaccionarios. Son, por ejemplo, como esos que se pasan el día insultando, crispando, mofándose de los demás hasta con autobuses serigrafiados, con lo que pasean su desprecio por las ciudades. Como cristianos, debería preocuparles mucho más la banalización del mensaje de Jesucristo en otras muchas facetas de esta vida.
Lo desquiciante es que haya quien defienda que en el programa que se protege el bienestar animal, se acaben distribuyendo 'estampitas'"
Detengámonos ahora en la estampita, la foto de esa vaquilla con el corazón de Cristo. Lo más llamativo, y hasta inquietante, es cómo se están alterando las prioridades morales y éticas de la sociedad. Lo vemos en esta polémica porque puede darse el caso de que una falta de respeto a los animales provoque un escándalo mayor que una burla a los símbolos de la religión católica. La mascota del Gran Prix, por ejemplo, existe porque cuando ese concurso histórico volvió a Televisión Española hace dos años se prohibió, por la Ley de Protección Animal, el uso de una vaquilla de carne y hueso, que se utilizaba para los juegos.
El artículo 62 de la Ley de Protección Animal, aprobada por el Gobierno de Pedro Sánchez a iniciativa de Podemos, exige que "la inclusión de animales en espectáculos escénicos o filmaciones de cine o televisión u otros medios audiovisuales [debe garantizar] el bienestar de los animales". Por eso, se suprimió la vaquilla real y se la sustituyó por una mascota. Lo desquiciante es que haya quien defienda que en ese mismo programa en el que se protege el bienestar animal, se acaben distribuyendo 'estampitas' con el Corazón de Cristo de la vaquilla.
La exigencia de respeto para uno mismo siempre debe comenzar por el respeto a los demás. Por eso, las disculpas, o la ausencia de ellas, serán las que determinen quién merece respeto y quién prefiere seguir revolcándose en ese barro infecto. En el caso de una cadena pública como RTVE, financiada con el dinero de todos los españoles, no debería ni existir debate al respecto. Pero será complicado que eso suceda porque estamos en el país de la falta de respeto. Pocos parecen considerar que el respeto es una de las normas esenciales de la convivencia. Y todo eso viene de tan antiguo que, hace un siglo, uno de los políticos más brillantes de la II República, Fernando de los Ríos, dijo que "en España, lo revolucionario es el respeto". Lo dijo, precisamente, en un debate en las Cortes sobre la religión, la educación, la familia. La 'respetofobia' está enquistada aquí, y esa falta de respeto ancestral se va a adaptando a las modas, a los vicios y a las fobias de cada época. En consecuencia, la gordofobia o la cristianofobia de esta primera polémica de 2025 solo son hijas bastardas de un mal muy español.
Una mujer de la comedia televisiva ha provocado la primera polémica del año cuando, al presentar, en Televisión Española, las campanadas del nuevo año, ha mostrado a las cámaras la 'estampita' de una vaca imitando las imágenes cristianas del Corazón de Cristo. ¡Boom! El estruendo ha barrido hasta los confetis de las aceras. Si nos encomendásemos a las profecías de los augures, nos dirían que ahí está el signo de lo que nos espera este año. Veremos… Pero antes, como todas estas polémicas acaban distorsionadas e hiperventiladas, vayamos a una mera descripción de lo sucedido.