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El misterioso caso del 'hermano clon' de Sánchez
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Javier Caraballo

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El misterioso caso del 'hermano clon' de Sánchez

Hay corrupciones anteriores para darle esperanza o inquietud al acusado, pero su torpeza al declarar ha sido notable

Foto: El hermano del presidente del Gobierno, David Sánchez, ante la jueza. (EC)
El hermano del presidente del Gobierno, David Sánchez, ante la jueza. (EC)
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Durante la declaración judicial, si la oímos con los ojos cerrados, sólo chirría la torpeza, el balbuceo en la expresión. Se oye hablar al hermano del presidente del Gobierno ante la jueza de Badajoz y, ¡oh sorpresa!, parece que es el mismo Pedro Sánchez el que está declarando. El mismo tono de voz, la misma gravedad en la expresión, y la cadencia de cada frase… ¿No es Pedro Sánchez ese que está hablando? Pues no, es su hermano, pero el tono de voz de ambos parece clonado por un prodigio de la inteligencia artificial.

Lo primero que nos saca del error es el balbuceo, la exposición atropellada, a trompicones. En ese momento, está muy claro: “No, no es Pedro Sánchez, es imposible, porque el presidente sabe ‘cambiar de opinión’ constantemente sin que le tiemble un solo pelo de las cejas; el presidente es un profesional del embeleco y este otro es sólo un aficionado”. De modo que todo queda en un chascarrillo, el misterioso caso del hermano de Pedro Sánchez, que parece un clon, pero no lo es. El líder de los socialistas españoles hubiera contestado, con la solemnidad fría de un notario leyendo una hipoteca, que su puesto de trabajo es atmosférico, sin sede fija, como notas de una partitura que se pierden en el aire. Y la jueza, embobada o perpleja, se hubiera quedado sin respuesta. El desparpajo y el descaro siempre son más difíciles de rebatir que la torpeza y la debilidad. Y eso es lo que le ocurre al hermano del presidente, que su actuación atolondrada, confusa, es la que ha agravado el caso que se sigue contra él en Extremadura, acusado de malversación, tráfico de influencias, prevaricación y fraude fiscal por la presunta irregularidad en su nombramiento como jefe de la oficina de Artes Escénicas de la Diputación.

El desastre, todo el desastre, se produce en cascada a partir de que este hombre, que se llama David Sánchez Pérez-Castejón, pero que atiende al nombre artístico de David Azagra, se sienta delante de la jueza y tiene que responder a unas preguntas elementales. Nada complicado, algo que cualquiera está preparado para responder porque forma parte de nuestra cotidianeidad. Puede hacerse usted mismo un sencillo test contestando a estas dos preguntas: “¿Dónde trabaja?” y “¿a qué se dedica la empresa para la que trabaja?”. Evidentemente, cualquiera sabría contestarlas sin necesidad de abogado, pero no fue el caso del ‘hermano clon’ del presidente Sánchez.

Cuando la jueza de Badajoz, Beatriz Biedma, le preguntó dónde está la oficina de Artes Escénicas para la que él trabaja como jefe, su respuesta fue: “Pues no le podría decir… Vamos, me imagino que será en el despacho donde estoy alojado yo ahora”. Peor aún fue su contestación a la pregunta de la magistrada sobre a qué se dedica esa Oficina de Artes Escénicas: “Pues… Vamos a ver… Entiendo que es la oficina que se encarga de, de… pues no sé, de las artes escénicas”. La perplejidad inmediata de la jueza se pudo comprobar por la explicación de que se dio a sí misma sobre su interrogatorio, como si quisiera asegurarse de que no estaba siendo víctima de una ‘cámara oculta’, alguien que se quisiera burlar de ella. “Es que se lo pregunto porque en el organigrama de la Diputación, bueno, su puesto actualmente se denomina ‘jefe de la oficina de Artes Escénicas’. ¿Entonces yo le pregunto si usted es jefe de la Oficina de Artes Escénicas, qué es la Oficina de Artes Escénicas, dónde está ubicada, quién la compone, a qué se dedica?"

Foto: El hermano del presidente del Gobierno, David Sánchez, ante la jueza. (EC)

En las facultades de Derecho tendrían que ponerle a los alumnos un vídeo con el interrogatorio del ‘hermano clon’ de Pedro Sánchez para que aprendiesen lo importante que es preparar adecuadamente la comparecencia ante un tribunal. Sobre todo, si el compareciente está acusado de varios delitos y el objetivo de ese día es no hundirse en el fango, siendo inocente, ni aportarle pruebas a los jueces que les haga sospechar más de su evidente culpabilidad. La declaración judicial de David Azagra es tan atropellada que podría decirse que salió de su comparecencia con más sospechas de las que entró sobre su presunta contratación irregular.

Ese resbalón no es menor porque el caso que afecta a este hombre es, con toda probabilidad, sobre el que más jurisprudencia existe en España. Hablamos de enchufismo. El nepotismo es el primero de los delitos de la corrupción, el vicio más antiguo del poder. La cuestión es que se pueden establecer comparaciones para certificar que no todos esos casos se han resuelto de la misma forma para los acusados. Unos han quedado absueltos y otros han sido severamente condenados. Nos detendremos en dos parecidos a este, que son de la misma época, de la misma comunidad, Andalucía, y de distintos partidos políticos. La misma comparación se podría establecer con otros muchos, algunos más graves y otros más leves, repartidos por toda España.

Foto: El hermano del presidente del Gobierno, David Sánchez. (EFE/José Luis Real)

En la Junta de Andalucía, en la época socialista, un consejero de Cultura nombró director del Centro Andaluz de Flamenco a un señor que, cuando lo llamaron los periodistas para preguntarle, ni siquiera sabía que ocupaba el cargo. “¿Qué? ¿Qué es eso? ¿Eso dónde está?”, respondió el señor, que era dirigente del PSOE de Málaga. Nada sabía a pesar de que llevaba tres años cobrando el correspondiente sueldo público como director de ese centro. El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía acabó archivándolo al considerar que, pese a que podía existir “una ilegalidad en el nombramiento", el afectado no era culpable de un delito de malversación. Archivado el caso, el consejero en cuestión también quedó absuelto. Todo lo contrario le ocurrió al exalcalde de Jerez, Pedro Pacheco, por enchufar a dos personas, dirigentes del Partido Andalucista, en la Gerencia municipal de Urbanismo. El caso llegó al Tribunal Supremo y Pacheco fue condenado a cinco años y medio de cárcel como culpable de varios delitos, prevaricación administrativa, malversación de fondos públicos y falsificación de documentos oficiales. En su sentencia, el Tribunal Supremo incluyó una durísima reprimenda: “Nada lesiona más la credibilidad de los ciudadanos en sus instituciones que ver convertidos a sus representantes políticos en los vulneradores de la legalidad de la que ellos son los primeros custodios”.

Es evidente que, aunque todos esos casos nos parezcan escándalos nítidos de enchufismo, ni todos los procedimientos administrativos que se siguen son iguales ni, por supuesto, las estrategias de defensa son efectivas. Eso, claro, además de las distintas valoraciones de los tribunales sobre hechos probados, que también difieren en cada caso. Con lo cual, el hermano de Pedro Sánchez puede encontrar en todos esos casos previos motivos de esperanza o de inquietud, pero su torpeza al declarar ha sido hasta ahora lo más notable.

Durante la declaración judicial, si la oímos con los ojos cerrados, sólo chirría la torpeza, el balbuceo en la expresión. Se oye hablar al hermano del presidente del Gobierno ante la jueza de Badajoz y, ¡oh sorpresa!, parece que es el mismo Pedro Sánchez el que está declarando. El mismo tono de voz, la misma gravedad en la expresión, y la cadencia de cada frase… ¿No es Pedro Sánchez ese que está hablando? Pues no, es su hermano, pero el tono de voz de ambos parece clonado por un prodigio de la inteligencia artificial.

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