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Matacán
Por
El jergón de Pedro Sánchez y Giorgia Meloni
El español no mienta la palabra ‘rearme’, como la bicha, para contentar a sus socios parlamentarios y la italiana, para no incomodar a Trump
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La hipocresía también hace extraños compañeros de cama. Ahí están Pedro Sánchez y Giorgia Meloni, aliados en Europa para que la palabra ‘rearme’ sea la bicha, que no se mienta. Ninguno de ellos lo hace por principios, por supuesto, nada que ver con la realidad, sino que todo se limita a un cálculo frívolo de intereses políticos personales. Con los cordones sanitarios que el presidente va tendiendo en España, ha tejido un jergón de intereses comunes que comparte en Europa con la primera ministra italiana. La cita completa, que no es ni de Churchill ni de Fraga sino del escritor estadounidense Charles Dudley Warner, dice que “la política hace extraños compañeros de cama”, pero como admitimos que la hipocresía es un mal común de la política, la extrapolación es completamente pertinente.
Para la política española, lo más relevante es la constatación de que el líder socialista, Pedro Sánchez, sólo construye muros de aislamiento con la extrema derecha en su país, pero no en Europa. Otra elocuente demostración de la fragilidad de los valores y principios de este hombre. En el país que gobierna, rechaza toda colaboración con las fuerzas políticas de derecha y de extrema derecha, se envuelve con una capa de defensor universal de la progresía, como en los cómics de Marvel, sin importarle jamás las consecuencias sociales y políticas de esa confrontación en la sociedad y en el progreso de España. Habla de sus adversarios como si fueran portadores de la peste de Camus y, progresivamente, va agrandando el cerco, “la fachosfera”, que se extiende más allá de la política a todos los sectores profesionales, desde jueces hasta periodistas. Pero en Europa es lo contrario; allí sí muestra que el diálogo es posible, por distintas que sean las ideologías. En España ni siquiera acepta reunirse con Abascal, pero en Bruselas se abraza a Meloni y trazan juntos una estrategia. En fin, Pedro Sánchez… Qué más decir.
El principal logro de Europa en estas últimas semanas, equivalente a un salto de décadas, es que los principales responsables de la Comisión Europea, como Ursula von der Leyen, han comenzado a hacer discursos insólitos, nunca oídos en los atriles comunitarios. Un aldabonazo a la conciencia de los ciudadanos europeos en un momento crucial, cuando nuestro principal aliado del último siglo, Estados Unidos, ha decidido romper sus lazos con Europa para acercarse a Rusia. Cambio brusco del guion de la historia. En esas circunstancias, lo que celebramos es que la presidenta comunitaria lo dijera en voz alta: “Se acabó el tiempo de las ilusiones. Si Europa quiere evitar la guerra, Europa debe prepararse para la guerra". Ni mañana ni pasado mañana; hoy, ya, ahora.
Von der Leyen habla de medidas inmediatas, de decisiones difíciles, para dotarnos de un verdadero Ejército europeo en los cinco años que le quedan a la década, con lo que podemos hacernos una idea del caudal de inversión que significa un objetivo así. Es en la descarnada novela de Camus, que se mencionaba antes, en la que se dice, ante la tragedia inmensa que se les vino encima, que “todas las desgracias de los hombres provienen de no hablar claro”. Y esa debería ser la principal determinación de los gobernantes europeos en este momento, hablarle claro a la ciudadanía de la gravedad del momento. Ser conscientes de que Europa necesita rearmarse ya, con urgencia, porque perder el tiempo hoy puede significar que perdamos el futuro. Y si en este proceso, urgido por la necesidad, nace una Unión Europea más cohesionada políticamente, más eficiente, más ágil en sus decisiones; si ese es el desarrollo, las generaciones venideras contemplarán esta enorme crisis como el impulso definitivo que logró que Europa no se hundiera en la indiferencia. Para esa tarea, la primera inversión de un gobernante tiene que ser la concienciación. Hablar claro, sin eufemismos que enmascaren la realidad. Prometer y comprometer. La cuestión es que la concienciación del riesgo militar en la actualidad y de la desprotección de Europa es una urgencia política más importante, más urgente, que, por ejemplo, la de la lucha contra el cambio climático, en la que, afortunadamente, tanto se ha avanzado.
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Pero no. La inesperada alianza de Pedro Sánchez y Giorgia Meloni consiste precisamente en lo contrario, enmascarar y edulcorar la realidad ante la opinión pública. La palabra ‘rearme’, que define a la perfección lo que se pretende en Europa, ya ha pasado a ser tabú. El líder español dice que es mejor hablar de ”salto tecnológico”, que es como si propusiera hablar de margaritas y de amapolas en vez de tanques y misiles. Su colega italiana piensa igual, mejor hablar de ‘seguridad’ en su sentido más amplio. Lo que ocultan ambos es que, cuando emprenden esa batalla por el uso de expresiones eufemísticas, ninguno de ellos está pensando en Europa, sino en sus propios intereses políticos.
La primera ministra italiana, que fue la única dirigente europea que fue invitada a la toma de posesión de Donald Trump, quiere seguir navegando entre dos aguas, sin incomodar al presidente estadounidense. Una vela en Europa y otra en la Casa Blanca. Y el presidente de España quiere seguir con ese baile de platos chinos con el que mantiene contentos, y felizmente autoengañados, a todos los integrantes de su falsa mayoría progresista. Esta misma semana, un mes después de que comenzara la crisis, el presidente Sánchez irá al Congreso de los Diputados para dejar constancia en actas del triunfo de su gran batalla eufemística en Europa, gracias al apoyo de Giorgia Meloni. Aunque no la citará. Algo así dañaría el muro que ha construido.
La hipocresía también hace extraños compañeros de cama. Ahí están Pedro Sánchez y Giorgia Meloni, aliados en Europa para que la palabra ‘rearme’ sea la bicha, que no se mienta. Ninguno de ellos lo hace por principios, por supuesto, nada que ver con la realidad, sino que todo se limita a un cálculo frívolo de intereses políticos personales. Con los cordones sanitarios que el presidente va tendiendo en España, ha tejido un jergón de intereses comunes que comparte en Europa con la primera ministra italiana. La cita completa, que no es ni de Churchill ni de Fraga sino del escritor estadounidense Charles Dudley Warner, dice que “la política hace extraños compañeros de cama”, pero como admitimos que la hipocresía es un mal común de la política, la extrapolación es completamente pertinente.