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El fraude de los ERE explicado por Marine Le Pen
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Javier Caraballo

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El fraude de los ERE explicado por Marine Le Pen

Inquieta mucho comprobar cómo la extrema derecha francesa utiliza el mismo argumentario que usa el PSOE en España para defenderse

Foto: La líder ultraderechista francesa, Marine Le Pen. (Reuters/Abdul Saboor)
La líder ultraderechista francesa, Marine Le Pen. (Reuters/Abdul Saboor)
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A la líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, la han condenado por malversación y su reacción fue idéntica a la que le hemos oído en España al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. “¡No se ha llevado ni un céntimo!”. Por sorprendente que nos pueda parecer, la concomitancia de las reacciones políticas ante los casos de corrupción es tan simétrica que no seríamos capaces de distinguir la autoría de una frase u otra si las analizamos descontextualizadas. En eso, tanto monta Marine Le Pen como Pedro Sánchez. Las mismas excusas, las mismas acusaciones y las mismas estrategias, hasta el punto de que en Francia -será que miran de reojo lo que ocurre en la política española- ya se está planteando un recurso al Tribunal Constitucional galo para que anule la sentencia condenatoria y Le Pen pueda presentarse, de nuevo, a las próximas elecciones presidenciales francesas.

Si todo eso acaba sucediendo, tal y como está ocurriendo en España, a algunos quizá les pueda servir para caer en la cuenta del disparate enorme que se comete cuando se desacreditan a las instituciones, se desprecian los órganos de control y se insulta al Poder Judicial. Así que vamos con las similitudes, que son muchas e inquietantes, porque todos los populismos se parecen. Sobre todo lo demás, esperemos que, al final, todos estos excesos antidemocráticos acaben naufragando ante el criterio superior de la Justicia comunitaria. Si no son capaces de ver lo que está sucediendo, el deterioro de la calidad democrática; si la Justicia europea no se impone y defiende el Estado de derecho, será imposible que la Unión Europea pueda avanzar en nada más en este momento decisivo de la historia. Veremos… De momento, vamos con la extraña concomitancia.

Para empezar, la condena del fraude de los ERE y la de Marine Le Pen tienen en común el vicio más extendido de la política democrática: la financiación irregular de estructuras políticas. En el grado menor de esta corrupción encontramos la creación de un sistema de colocación de afines, como es el caso de la populista francesa, y en el grado mayor se llega a un sistema opaco de distribución de subvenciones a través de una enorme red clientelar. Obviamente, las diferencias son abismales si comparamos las cantidades defraudadas (un total de 5 millones de euros en el de Le Pen y de 680 millones en el de los ERE), pero el delito es el mismo y la consideración de los jueces es idéntica: malversación de fondos públicos aunque no haya existido “enriquecimiento personal” de los condenados.

Esa es la razón por la que la extrema derecha francesa se agarra a esa frase de la sentencia contra Marine Le Pen para defenderla y justificar que se trata de una maniobra para callarla. La argumentación es del todo absurda, claro, porque los delitos de cualquier Código Penal referidos a la corrupción política son muy variados, y no están condicionados, en absoluto, por la apropiación indebida. Dicho de otra forma, se puede ser un corrupto “sin meter la mano en el cajón”, si hacemos uso de la expresión más utilizada en mítines y discursos políticos. Pero se agarran a que nadie ha robado un céntimo y les sirve para sostener que existe una ‘cacería’ contra los políticos condenados. En el caso de Le Pen, el mero repaso de los dirigentes mundiales que han salido en su defensa nos sirve, además, para aportarnos una estampa aterradora de las nuevas alianzas internacionales. Desde el inevitable Elon Musk, convertido en una especie de ‘speaker friqui’ de la Casa Blanca, hasta el portavoz de Vladímir Putin en el Kremlin, pasado por todos los líderes nacionales de la extrema derecha en toda Europa, singularmente Hungría, Italia y España. (¿Sabrá, por cierto, Santiago Abascal dónde está de pie?) En fin, que todos esos consideran que la condena es un ataque antidemocrático, de un juez teledirigido por la izquierda radical, para acallar a Marine Le Pen. “Je suis Marine. ¡No conseguirán callar la voz del pueblo francés”, claman todos.

El presidente Pedro Sánchez dijo hace casi un año algo muy parecido, que todos los condenados de los ERE lo habían sido de forma injusta porque llevaban “muchos años sufriendo el vil ataque de la derecha y de la extrema derecha”. Su número dos en el Gobierno, María Jesús Montero, también suele repetir en los mítines fue todo un engaño, un invento “del aparato mediático, judicial y político” de la derecha. Hace tan sólo unos días, Magdalena Álvarez también machacó con lo mismo: “El PP es la mano que mece la cuna de todo este juego sucio para mantener la idea de algo que no existió y para tapar su propia corrupción”. La intervención de la exministra Magdalena Álvarez ha tenido más valor simbólico porque fue a ella a la que se dirigió en primer lugar el presidente Sánchez para adelantarle, en un mitin del PSOE, la buena nueva de que sus hombres y mujeres en el Tribunal Constitucional, liderados por Cándido Conde-Pumpido, iban a ‘amnistiarlos’ a todos.

Lo ocurrido en Francia se parece muchísimo a este despropósito español. Hace tan solo un mes, a mitad de febrero, en la Asamblea Nacional francesa se aprobó el nombramiento de Richard Ferrand como presidente del Consejo Constitucional, el equivalente al Tribunal Constitucional español. La noticia causó un gran revuelo en Francia porque Ferrand es amigo cercano del presidente Emmanuel Macron y fueron muchos los grupos que cuestionaron su imparcialidad para presidir ese órgano, que debe velar por las garantías constitucionales. Pero lo más sorprendente fue que la votación salió adelante por la mínima gracias a la abstención de la extrema derecha de Marine Le Pen. La sorpresa fue mayúscula: “¿Qué ha negociado Marine Le Pen a cambio de su abstención?”, se preguntaron, desconcertados, algunos portavoces de la izquierda, según recogieron las crónicas de aquella votación. Un mes y medio después, al conocer que la defensa de Marine Le Pen ya está deslizando que podría recurrir la sentencia ante el Consejo Constitucional, podemos empezar a explicarnos lo que se oculta. La ultraderechista Le Pen con la misma estrategia en Francia que el PSOE de Pedro Sánchez en España. Inquietante.

A la líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, la han condenado por malversación y su reacción fue idéntica a la que le hemos oído en España al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. “¡No se ha llevado ni un céntimo!”. Por sorprendente que nos pueda parecer, la concomitancia de las reacciones políticas ante los casos de corrupción es tan simétrica que no seríamos capaces de distinguir la autoría de una frase u otra si las analizamos descontextualizadas. En eso, tanto monta Marine Le Pen como Pedro Sánchez. Las mismas excusas, las mismas acusaciones y las mismas estrategias, hasta el punto de que en Francia -será que miran de reojo lo que ocurre en la política española- ya se está planteando un recurso al Tribunal Constitucional galo para que anule la sentencia condenatoria y Le Pen pueda presentarse, de nuevo, a las próximas elecciones presidenciales francesas.

Marine Le Pen Caso ERE
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