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Jésica y los enchufados de Sánchez
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Javier Caraballo

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Jésica y los enchufados de Sánchez

El líder socialista llegó a la Moncloa de forma inesperada y, al instante, desplegó un plan de ocupación del poder que cada vez sorprende más por la precocidad y la abundancia

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Tingshu Wang)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Tingshu Wang)
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Precocidad y abundancia. A medida que se van conociendo más detalles de la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, aumenta la sorpresa sobre el desembarco de quien alcanzó la presidencia del Gobierno de España de la forma más inesperada. En mayo de 2018, nadie podía imaginar que el líder socialista, que venía de perder estrepitosamente en dos elecciones generales con los peores resultados del PSOE en toda su historia, iba a ser presidente del Gobierno un mes después. Ni siquiera era diputado, porque había abandonado el escaño cuando la ‘guerra civil’ de su partido… Sin embargo, Pedro Sánchez llegó a la Moncloa y de forma inmediata desplegó un plan de ocupación del poder que cada vez sorprende más.

No nos referimos ahora a la ocupación de instituciones y organismos de control; no, esa es otra cuestión distinta. Hablamos de los aspectos más pedestres, más vulgares. Es verdad, como podría objetarse, que ocurre en todos los Gobiernos, pero ninguno de esos precedentes puede igualar lo ocurrido con el Gobierno de Sánchez. La degeneración política, los casos de corrupción, siempre son la fruta podrida del paso del tiempo, de líderes o partidos políticos que convierten la permanencia en el poder en el único objetivo, la única ambición. En el caso de Pedro Sánchez, no es así. Todo ocurrió de forma inmediata, plis plas, y eso que venía de ganar una moción de censura en la que prometió elecciones generales inmediatas para ‘regenerar’ el país tras los casos de corrupción del PP.

Precocidad en la corrupción y abundancia en el diseño de la mayor red de colocaciones que se recuerda. En junio de 2018 fue cuando Pedro Sánchez ganó la moción de censura y en julio, un mes después, ya se conocían y se reunía el ‘número dos’ socialista, José Luis Ábalos, con Víctor de Aldama, el ‘nexo corruptor’ de la trama Koldo. Unos meses después, ya en 2019, era la propia esposa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la que mantenía una relación fluida con él y con el mandamás de Globalia, Javier Hidalgo. Ese año también se le buscó un trabajo en una empresa pública a la amante del ministro Ábalos, Jésica Rodríguez, y le pagaron el alquiler de un buen piso en el centro de Madrid. Primero la enchufaron en Ineco, la empresa de ingeniería del Ministerio de Fomento, y cuando se le acabó el contrato de año y medio la pasaron a otra empresa pública.

La contrataron en siete horas y pasó por delante de 175 candidatos que aspiraban a ese mismo puesto y que, en muchos casos, habían obtenido la misma valoración que se inventaron para colocar a Jésica. Un puesto de ‘oficial de primera administrativo' en Tragsatec. Debemos ponernos en la cabeza de las personas que aspiraron a ese puesto, en las necesidades de cada uno de ellos, y en la humillación que habrán sentido al conocer que la plaza ya estaba concedida para la amante del brazo derecho de Pedro Sánchez. El mismo José Luis Ábalos que había proclamado en el Congreso, para justificar la moción de censura, que “la decencia de política debe ser algo esencial, no algo accesorio, y España necesita un Gobierno con fortaleza y autoridad moral”.

Foto: El presidente de Tragsa comparece ante la Comisión de Investigación sobre el ‘caso Koldo’ en el Senado (Europa Press/Pérez Meca)

En todo caso, a partir de esta mujer, de sus enchufes en el Gobierno para poder cobrar sin trabajar, lo que tenemos que preguntarnos es cuántas ‘Jésicas’ más habrá en el Gobierno. El cálculo podríamos hacerlo a partir de la reciente declaración judicial de la persona que, en aquellos años, fue vicesecretario de Presidencia del Gobierno. Por sus manos pasaban decenas y decenas de contrataciones, como la de la mujer, Cristina Álvarez, que le asignaron a Begoña Gómez para que también ella tuviera su asesora. Sin mayor reparo, el tipo le confesó al juez Peinado que las contrataciones se hacían sin pararse mucho en detalles. Al por mayor. Un nombre en un pósit debía ser suficiente. Cualquier funcionario, de los tres millones que hay en España, se sorprendería de la misma forma que lo hizo el juez cuando escuchó la facilidad con la que el Gobierno de Pedro Sánchez, nada más llegar, despachaba las contrataciones. “Perdone, pero esto que nos cuenta sobre cómo contrataban a la gente es justo lo contrario de lo que estamos acostumbrados en la administración, en la que lo habitual son procesos rígidos y selectivos antes de nombrar a alguien que va a cobrar un sueldo público”.

También nos puede servir de referencia para calcular el desaguisado el número de asesores oficiales que hay sólo en el complejo de la Moncloa. En medio siglo de democracia, ningún presidente del Gobierno de España había tenido tantos asesores como Pedro Sánchez. No ha habido ni una sola legislatura, en los siete años de mandato que cumplirá el próximo mes de junio, en la que no haya aumentado la plantilla de asesores. En la actualidad, con datos de julio de 2024, el presidente Sánchez está rodeado de un ejército de 924 asesores, repartidos por los distintos ministerios, pero fundamentalmente en el área de Presidencia, donde se concentran 471, más que cualquier otro Gobierno.

Foto: La presidenta del PSOE, Cristina Narbona; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (Europa Press/Diego Radamés)

Frente a esas casi mil contrataciones, Felipe González necesitó la mitad de esos asesores, 445, y eso que gobernó 13 años, ganó varias elecciones por mayoría absoluta y aprobó reformas estructurales de enorme importancia. Más o menos igual que Aznar, que llegó al máximo de 460 asesores. Con Zapatero, sobre todo, y con Mariano Rajoy aumentaron esas cifras, pero muy lejos de las de Pedro Sánchez que es, de todos, el único presidente que gobierna sin haber ganado unas elecciones. Dos veces, además. Aunque cuando entró por primera vez en la Moncloa, ya sabemos qué fue lo que dijo. “Cuando llegamos, la primera decisión fue la de cambiar el colchón y pintar nuestra habitación del Palacio de la Moncloa. Decidimos no cambiar nada más, salvo colchón y pintura”. En este hombre, definitivamente, todo es impostura.

Precocidad y abundancia. A medida que se van conociendo más detalles de la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, aumenta la sorpresa sobre el desembarco de quien alcanzó la presidencia del Gobierno de España de la forma más inesperada. En mayo de 2018, nadie podía imaginar que el líder socialista, que venía de perder estrepitosamente en dos elecciones generales con los peores resultados del PSOE en toda su historia, iba a ser presidente del Gobierno un mes después. Ni siquiera era diputado, porque había abandonado el escaño cuando la ‘guerra civil’ de su partido… Sin embargo, Pedro Sánchez llegó a la Moncloa y de forma inmediata desplegó un plan de ocupación del poder que cada vez sorprende más.

Caso Koldo García Pedro Sánchez
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