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La grandeza de la corrupción socialista
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Javier Caraballo

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La grandeza de la corrupción socialista

Sánchez da por cerrada la crisis. Nueva metamorfosis que consiste en pasar de la corrupción de su entorno al orgullo por erradicarla; no es lo mismo que robe la izquierda que la derecha

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)
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La digestión del engrudo de Santos Cerdán ya está en fase vaporosa, gaseosa. El presidente Pedro Sánchez da por cerrada la crisis que -según podemos sospechar- él mismo hizo estallar el pasado miércoles con la filtración del informe de la UCO de la Guardia Civil a aquellos medios que se iban a encargar de servirle en bandeja la cabeza de su secretario de organización. La literalidad y la contundencia de las conversaciones grabadas por el sibilino Koldo García exigían de un estruendo, como el que se organizó, para, finalmente, intentar, de nuevo, el milagro de la transformación de la crisis en un motivo de reafirmación como líder firme e implacable.

Nueva metamorfosis que consiste en pasar de la corrupción de su entorno al orgullo por erradicarla. Todo ello en tres simples pasos que se deben acometer, eso sí, con el impresionante desahogo de este hombre, una desfachatez sin límites en sus afirmaciones. Tres pasos, se decía, hasta dar por superada la crisis. El primero, ya lo detallamos, fue la escenificación del jueves pasado, ‘La tragedia de Pedro el bueno y el malvado Cerdán’. El segundo ha ocurrido durante el fin de semana con la consolidación progresiva del mensaje de la eficacia, que es como el premio al pirómano que se disfraza de bombero y se compromete a apagar el fuego: "No podemos evitar la corrupción, pero sí podemos erradicarla cuando se detecta". El último paso, el tercero, es el más controvertido de todos porque nos remite a la superioridad moral de la izquierda que, en estos días, se ha exhibido sin tapujos por parte de algunos replicantes. "El PSOE es un partido incompatible con la corrupción porque es de izquierdas". Aún se le ha añadido una explicación: "No es lo mismo que robe la derecha a que robe un gobierno de izquierdas, que persigue la justicia social".

En el discurso del presidente Sánchez, en el que da por superada la crisis de Cerdán, también estaba presente en todo momento esa invocación a la superioridad moral de la izquierda. Se contiene en varias frases que, con seguridad, oiremos hasta la saciedad en los próximos días. "El Gobierno de coalición es obra y esperanza de mucha gente" y "como capitán debo tomar el timón y protegerlo". "Nosotros no somos como el PP y Vox, el PSOE es una organización limpia". O esta otra: "Sería una tremenda irresponsabilidad entregarle las riendas del país al PP y a Vox".

Esta última es la más inquietante de todas porque, se supone, que cuando la pronuncia el líder socialista en lo que está pensando es en unas elecciones anticipadas, en las que, como dicen todas las encuestas menos las del CIS, una supuesta coalición de las derechas arrasaría en las urnas. ¿Qué es eso de decir en una democracia que es una irresponsabilidad ‘entregarle las riendas’ a quien voten los ciudadanos? Y vamos a remarcarlo, al decirlo no puede estar pensando en una moción de censura porque Pedro Sánchez sabe que es imposible que prospere en el actual Congreso de los Diputados. Por eso, de hecho, reta al presidente del PP, Núñez Feijóo, a que le presente la moción de censura.

En todo lo demás, si nos fijamos, el cierre de la crisis de Cerdán repite el mismo esquema que otros anteriores, incluso con frases que se repiten exactamente iguales, aunque estuvieran dedicadas al apagón. Tras un gesto de modestia y de disculpas, se anuncia que "el Gobierno de España va a llegar hasta el fondo en este asunto" y se destaca que lo importante no es lo sucedido, sino la reacción ante lo sucedido: "es un motivo de orgullo, una muestra de fortaleza". Los bulos y los tabloides digitales están presentes en todas las excusas, como también lo está algún elemento siniestro, que fueron los "operadores privados" antes y, ahora, "una coalición de lobbies oscuros". En el apagón, Pedro Sánchez dijo, para eludir el debate, que "esto no va de nucleares o renovables" y ahora, también para eludir el debate sobre su propia responsabilidad, ha dicho que "esto no va de mí ni del PSOE".

En fin, que dice todo eso por la certeza de que dispone de una base social que, por críticas que sean las situaciones, siempre le encontrará una disculpa porque no duda ante ese dualismo elemental, ‘o yo o el lobo de la extrema derecha’. Eso, obviamente, además de un suelo parlamentario que lo mantendrá en la Presidencia del Gobierno hasta que pueda "capear la tormenta", que ha sido su última promesa. Para ello, los cálculos más optimistas de Pedro Sánchez lo que le aconsejan es esperar a que pase el verano y a que, en el otoño, comiencen a celebrarse algunos de los juicios que quedan pendientes de la etapa de corrupción del Partido Popular, algunos sobre causas tan graves como varias piezas de la Gürtel que siguen pendientes y el juicio de la Kitchen, que sienta en el banquillo a un exministro del Interior del Gobierno de Rajoy.

Foto: Pedro Sánchez en su rueda de prensa del jueves. (Europa Press) Opinión
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Lo único que puede alterar el calendario presidencial es lo que, en adelante, pueda conocerse sobre la verdadera profundidad de la corrupción de su Gobierno socialista. Si hace seis meses celebró un congreso extraordinario del PSOE, también debió hacerse un cálculo similar de lo que vendría, sin conocer entonces que lo peor que le iba a pasar era fruto de las grabaciones de Koldo García. En aquel momento, contra su secretario de organización, Santos Cerdán, sólo disponía como amenaza de las acusaciones de Víctor de Aldama y pensaba que no habría nada más. Pero ha ocurrido algo, que nunca pensó que pudiera llegar a conocerse, que ha roto todos los planes de diciembre pasado. Sólo el paso de las semanas nos dirá si, de nuevo, Pedro Sánchez tendrá que recurrir a la superioridad moral de la izquierda y a la suya, la del gran capitán socialista.

La digestión del engrudo de Santos Cerdán ya está en fase vaporosa, gaseosa. El presidente Pedro Sánchez da por cerrada la crisis que -según podemos sospechar- él mismo hizo estallar el pasado miércoles con la filtración del informe de la UCO de la Guardia Civil a aquellos medios que se iban a encargar de servirle en bandeja la cabeza de su secretario de organización. La literalidad y la contundencia de las conversaciones grabadas por el sibilino Koldo García exigían de un estruendo, como el que se organizó, para, finalmente, intentar, de nuevo, el milagro de la transformación de la crisis en un motivo de reafirmación como líder firme e implacable.

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