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Felipe González, de 'dios' a 'tonto útil'
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Javier Caraballo

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Felipe González, de 'dios' a 'tonto útil'

Claro que el expresidente socialista incurre en contradicciones con su pasado, pero eso no justifica la miseria moral y el servilismo de quienes lo alababan y ahora le escupen

Foto: En el centro, el expresidente del Gobierno Felipe González. (Europa Press/Fernando Sánchez)
En el centro, el expresidente del Gobierno Felipe González. (Europa Press/Fernando Sánchez)
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Era el ‘dios’, el ‘number one’, como supimos en la década de los 90 del siglo pasado, cuando se publicaron unas grabaciones de los dirigentes socialistas en las que se referían al líder del partido y presidente del Gobierno, Felipe González, como una divinidad o como un crac del fútbol mundial. Muchos de los que le escupen ahora, que lo insultan, son los mismos que antes lo alababan, y ese es el detalle miserable que merece ser reseñado. El servilismo impúdico de unos pocos, no la posible deslealtad de Felipe González con su partido, el PSOE, que también debe ser analizada.

Todo explota, aunque la crisis se arrastra desde hace varios años, cuando el jueves pasado, en el programa de Carlos Alsina en Onda Cero, Felipe González se enerva por la inminente confirmación de que el Tribunal Constitucional iba a autorizar la ley de Amnistía. Entonces, dijo: "Esta autoamnistía es una vergüenza para cualquier demócrata. Es un acto de corrupción política en el peor sentido de la palabra. Conmigo nunca contará nadie que haya participado en esto, que es pedirle perdón a los que han hecho la barrabasada". Luego de decirlo, añadió que estaba atravesando "una crisis de orfandad representativa" que le llevaría a votar en blanco en unas nuevas elecciones si en el PSOE el candidato sigue siendo Pedro Sánchez.

Como suele ocurrir, un cuarteto de ministros socialistas se lanzó en tromba contra González, con diferentes intensidades. "Todo lo que está diciendo es mentira" (Diana Morant). "Felipe ha comprado el argumentario de la derecha" (Pilar Alegría). "No me parece oportuno que critique al Gobierno" (Margarita Robles) "Felipe González forma parte de un pasado ya superado" (Jordi Hereu). Tras ellos, con el tono más elevado, también se sumó el portavoz socialista, Patxi López: "Felipe González que ha perdido todo el respeto y todo el prestigio que podía tener en la izquierda de este país". Como todos los anteriores disfrutan de altísimos cargos que quieren conservar, no se podrá esperar de ellos otra cosa que la obediencia. Incluso en los casos más extremos, como el de Margarita Robles, que es magistrada, como Grande-Marlaska, y se les presuponía menos serviles.

Fue Margarita Robles la que decía que "si Puigdemont pone un pie en España, naturalmente será detenido"; la que afirmaba que era "absolutamente falso" que estuvieran negociando con Bildu a cambio de acortar la cárcel de los presos de ETA; y la negó que la Memoria Democrática pudiera extender la represión de la dictadura hasta 1983 "porque tenemos que sentirnos orgullosos y satisfechos de los valores de la Transición". La palabra de Margarita Robles tiene el mismo valor que la de la veleta o, como decía Machado, lo suyo es "fidelidad a la propia máscara". Como Carmen Calvo, que fue una de las voces que con más contundencia y ardor intelectual negó la Ley de Amnistía y luego, cuando comprendió que el pago para ser presidenta del Consejo de Estado era defender lo contrario, no dudó un instante en traicionarse a sí misma.

Foto: Pedro Sánchez. (EFE/Olivies Hoslet)

Lo que todos ellos podrían reprocharle a Felipe González es que durante su etapa de Gobierno también hubo casos de corrupción, desde Juan Guerra hasta Filesa, pasando por Roldán, pero no es esa la cuestión que ha sublevado al antiguo ‘dios’ socialista, sino la corrupción mayor del Tribunal Constitucional, con un manojo de mentiras independentistas asumidas por el PSOE para convertir a Pedro Sánchez en presidente tras perder las elecciones. Claro que la corrupción política afectó a los gobiernos de Felipe González, igual que a los de Aznar, Zapatero y Rajoy, pero todo ello se circunscribe en el propio funcionamiento de la democracia española, que arrastra desde hace cuatro décadas la terrible lacra de la financiación ilegal de los partidos políticos. La corrupción de caso Koldo, Ábalos o Cerdán, como se quiera llamar, no supone, en este sentido, ninguna novedad con respecto al pasado.

Eso sí, todo es igual que antes salvo la circunstancia nada despreciable de que Pedro Sánchez llegó al Gobierno con una promesa expresa de acabar con la corrupción y dignificar las instituciones y, nada más bajarse del atril, en junio de 2018, ya comenzó su ‘número dos’ a negociar con Víctor de Aldama para montar la trama. Por lo tanto, a González se le puede reprochar contradicciones políticas por no haber reconocido los casos de corrupción de su etapa de presidente, pero convendremos todos que los atentados contra la Constitución comportan una mayor gravedad. Sobre todo cuando hablamos de políticos, como Felipe González y Alfonso Guerra, que sí estuvieron en los debates constitucionales, que su papel fue protagonista, y que conocen muy bien que la amnistía fue expresamente descartada por las Cortes Constituyentes. Esa, y no otra, es la razón por la que González ha decidido no votar al PSOE mientras que siga al frente quien ha perpetrado esa barbaridad.

Foto: Sánchez participa en la reunión del Consejo Europeo. (Pool Moncloa) Opinión
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Sentado lo anterior, dentro de esta polémica socialista contra Felipe González, quienes conforman el sector más radical, más desabrido, es, curiosamente, el de muchos socialistas de su misma época, ya jubilados o retirados, y que se han convertido al sanchismo como abducidos. Este fenómeno se da, sobre todo, en Andalucía y tiene la fácil explicación de que, antes que la amnistía para los independentistas catalanes, el presidente Sánchez se ganó el apoyo de todos ellos a cambio del favor, igualmente inconstitucional, de la otra ‘amnistía’, la del fraude de los ERE. En ese grupo está, obviamente, Manuel Chaves, José Antonio Griñán, Magdalena Álvarez, Gaspar Zarrías… Y una mujer como Amparo Rubiales, socialista después de abandonar el Partido Comunista en los primeros años de la democracia, que ya tuvo la osadía de preguntarse "por qué sigue ese tipo en el PSOE", en referencia a Alfonso Guerra, y que ahora ha comenzado a promover la firma de una petición de expulsión de Felipe González.

Rubiales habla de Felipe González con la misma inquina que lo hace, por ejemplo, el antiguo líder socialista del País Vasco, Jesús Eguiguren, que, en una entrevista en el Diario Vasco, ha dicho sentir "vergüenza por la deslealtad de Felipe González con los militantes; yo mismo me consideraba felipista y ahora ves a un Felipe González de tonto útil de la derecha". En fin… Todos estos deberían tener, al menos, la prudencia y la decencia de considerar que ni el PSOE, ni cada uno de ellos, hubiera llegado a ninguna parte en política si no llega a existir un líder socialista como Felipe González, junto a Alfonso Guerra. Al menos eso, aunque se les haya olvidado las enormes dificultades tras la muerte del dictador, el orgullo de la aprobación de la Constitución de la concordia y la plena incorporación a Europa y a las democracias occidentales. Pero bueno… Prudencia y decencia, sí, no les vendría mal a ninguno de ellos.

Era el ‘dios’, el ‘number one’, como supimos en la década de los 90 del siglo pasado, cuando se publicaron unas grabaciones de los dirigentes socialistas en las que se referían al líder del partido y presidente del Gobierno, Felipe González, como una divinidad o como un crac del fútbol mundial. Muchos de los que le escupen ahora, que lo insultan, son los mismos que antes lo alababan, y ese es el detalle miserable que merece ser reseñado. El servilismo impúdico de unos pocos, no la posible deslealtad de Felipe González con su partido, el PSOE, que también debe ser analizada.

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