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Sánchez persiste, pero lo que no puede ser…
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Javier Caraballo

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Sánchez persiste, pero lo que no puede ser…

Su discurso de resiliencia se quiebra por la fragilidad de su situación personal ante la corrupción y por las raíces de la degradación de este PSOE, traiciones y puñaladas como el episodio simbólico del 'caso Salazar'

Foto: Pedro Sánchez, en el Comité Federal del PSOE. (EFE/EPA/Eva Ercolanese)
Pedro Sánchez, en el Comité Federal del PSOE. (EFE/EPA/Eva Ercolanese)
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Las resurrecciones de Pedro Sánchez cada vez duran menos tiempo. A veces, ni siquiera unas horas, como esta última ocasión en la que antes de comenzar el comité federal tuvo que cortarle la cabeza a otro de sus colaboradores. Pero tampoco le duran casi nada otras estrategias, como la de hace dos semanas, cuando quiso convertirse en el referente europeo de la oposición a Donald Trump y un par de días después entró en la cárcel Santos Cerdán. O la de hace unos meses, cuando reorganizó el PSOE, tras el congreso federal y colocó a varios de sus ministros al frente de las agrupaciones socialistas.

Pensemos, por ejemplo, que este comité federal estaba previsto para ensalzar, en Sevilla, la proclamación de María Jesús Montero como candidata a la Presidencia de la Junta de Andalucía y, ni se ha celebrado en Sevilla ni la aclamación a su 'número dos' pasó de unas frases al final del discurso. La razón oculta de todo ello, de la dinámica autodestructiva en la que ha entrado el sanchismo, tiene que ver con las raíces profundas que tiene la corrupción política, mucho más profundas y diversas de lo que podemos ver en la superficie. Muchas de esas raíces proceden de la degradación de las relaciones, con los odios y las venganzas que se han ido acumulando en estos años y que ahora, en el momento de mayor debilidad, van estallando. Pedro Sánchez, como líder socialista, sigue proclamando que su gran virtud es la resiliencia y anima a todos a que sigan creyendo en él, en que volverá a hacerlo, a resucitar. En el comité federal se levantan y lo aplauden, pero todos ellos saben que en cuanto se acaben las palmas puede surgir una nueva complicación que arrase con todo.

Lo sucedido con Francisco Salazar, el último colaborador sacrificado, es la mejor muestra de las ramificaciones de esta corrupción política y la degradación estructural del sanchismo. Salazar es un socialista andaluz que, desde que se afilió al partido en 1992, con 24 años, ha ido encadenando sucesivamente cargos de designación en la administración andaluza, controlada por el PSOE durante casi cuatro décadas. Comisario de Memoria Histórica, gerente, y luego director, de la Fundación Vía Verde de la Sierra, alcalde de Montellano, diputado… Pero el momento clave en su trayectoria se produce en 2012, cuando comienza a formar parte del equipo de Francisco Toscano, alcalde de Dos Hermanas.

La influencia de Toscano en Pedro Sánchez es fundamental. Existe una versión más literaria que real de cómo consiguió ganar Pedro Sánchez las primarias de 2017 y una versión menos épica, pero más certera, de lo que realmente ocurrió. Con todas las federaciones del PSOE controladas por Susana Díaz, entonces presidenta de la Junta de Andalucía, Francisco Toscano fue el principal apoyo logístico que encontró Pedro Sánchez para resurgir, después de que lo hubieran forzado a dimitir de la secretaría general, octubre de 2016. Toscano puso a su disposición todo su conocimiento del partido y su completa aversión a Susana Díaz. En Dos Hermanas presentó Pedro Sánchez su candidatura, enero de 2017, y allí fue donde Toscano le cedió a Francisco Salazar, para que estuviera a sus órdenes en esos meses de primarias como asesor, como fontanero, como peón de briega.

En la primera ejecutiva federal que designa Pedro Sánchez, tras ganar las primarias, Salazar ya asciende a secretario de Acción Electoral. Cuando Sánchez llega a la Moncloa, Francisco Salazar siempre se mantiene a su lado. Forma equipo, de hecho, con Iván Redondo y cuando este cae, estrepitosamente, en julio de 2021, el ‘castigo’ también se extiende a Francisco Salazar y Pedro Sánchez lo manda al hipódromo de la Zarzuela. Un año de ‘exilio’ y vuelta a la Moncloa, como secretario general de planificación política. La confianza de Sánchez en este hombre es tal que, por esa razón, lo pensaba colocar de adjunto a la nueva secretaria de organización, Rebeca Torró. Hasta que, de un certero golpe, la misma mañana que lo iban a felicitar en el comité federal, lo han apartado de todo. De todo a nada en dos horas.

Foto: Imagen: EC.

Las dudas que se quedan, tras lo sucedido, son diversas a partir de lo apuntado anteriormente sobre la profundidad de las raíces de esta degradación, que ya se extiende al ajuste de cuentas, a los ‘navajazos’, como el que le han propinado a Salazar, y a las ‘traiciones’, como las que abundan en el ‘caso Koldo’, minado de conversaciones grabadas y de mensajes guardados. Si, como decían ayer, ha sido acusado de comportamientos inadecuados con las mujeres de sus equipos, que llegan al acoso sexual; si tan grave ha sido su comportamiento para forzarlo a la renuncia de todos sus cargos en solo dos horas, cómo es posible que nadie se lo hubiera reprochado con anterioridad, en todos estos años. Repitamos que Francisco Salazar ha estado trabajando junto a Pedro Sánchez desde mucho antes de ganar las primarias del PSOE que lo convirtieron en todopoderoso secretario general. ¿Cómo es posible?

¿Debemos entender, entonces, que su comportamiento era conocido, se ocultaba, y, por eso, en cuanto sale a la luz pública se sacrifica al acosador? Ninguna de esas preguntas, y todas las que nos podamos hacer a continuación, tienen una respuesta que disculpe a Pedro Sánchez. Por esa razón, ayer ni siquiera lo mencionó en su discurso. Lo llamativo es que, en las primeras filas, estaba Francisco Toscano aplaudiendo cada intervención, con lo que todo se vuelve más extraño aún…

Tampoco tiene respuesta fácil para Sánchez la hipótesis contraria, que el comportamiento ‘baboso’ de Francisco Salazar no merezca la consideración de acoso sexual, que es un delito, y que todo haya sido fruto de una venganza interna, por los odios acumulados. ¿En ese caso, hay que admitir que una denuncia anónima puede acabar con una carrera política, sin oír siquiera al afectado? ¿Qué puede pasar, a partir de ahora, con la creación de la ‘Oficina de Cumplimiento Normativo’, un sistema institucionalizado de delaciones dentro del partido? La justicia Torquemada, como la guillotina, acaba arrasando con todo, y no deberían olvidarlo quienes la promueven. Ahí está Pilar Alegría, portavoz del Gobierno, que pasó, sin más, de defender "el comportamiento absolutamente íntegro" de Paco Salazar, al que conoce desde hace muchos años, a decir, poco después, al ver que se había dictado sentencia, que la renuncia a todos sus cargos es una decisión "necesaria porque esas conductas son absolutamente antagónicas" con los principios del PSOE. ‘Absolutamente íntegro’ a las diez de la mañana y ‘absolutamente antagónico’ a continuación. Hasta el último día, siempre habrá quien confíe en la posibilidad infinita de Sánchez para reinventarse, para crecerse en los peores momentos y remontar los imposibles. Pero incluso a ellos, a sus mayores devotos, les tiene que preocupar la fugacidad de sus resurrecciones; los golpes de efecto del presidente se han convertido en pirotecnia de pueblo en fiestas. Ya dijo Rafael Guerra Bejarano, ‘Guerrita’, que "lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible". Pues eso.

Las resurrecciones de Pedro Sánchez cada vez duran menos tiempo. A veces, ni siquiera unas horas, como esta última ocasión en la que antes de comenzar el comité federal tuvo que cortarle la cabeza a otro de sus colaboradores. Pero tampoco le duran casi nada otras estrategias, como la de hace dos semanas, cuando quiso convertirse en el referente europeo de la oposición a Donald Trump y un par de días después entró en la cárcel Santos Cerdán. O la de hace unos meses, cuando reorganizó el PSOE, tras el congreso federal y colocó a varios de sus ministros al frente de las agrupaciones socialistas.

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