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Y al final del túnel, Zapatero
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Javier Caraballo

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Y al final del túnel, Zapatero

En el futuro, quizá concluyamos que hubo un antes y un después en la trayectoria de Pedro Sánchez a partir de que su predecesor, con el que no se hablaba, fue a verle a la Moncloa

Foto: El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. (Europa Press/Gustavo Valiente)
El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. (Europa Press/Gustavo Valiente)
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Al final del túnel había una luz y no era un tren que venía de frente, era Zapatero marcando el camino que había que seguir. En la oscuridad del régimen chavista, no hay mejor sherpa que este lobista consagrado de regímenes dictatoriales. Pero vamos a remontarnos a los orígenes, mucho antes que la trama de Plus Ultra, en la que se investiga la utilización del Gobierno de España para que delincuentes multimillonarios de Venezuela pudieran blanquear 53 millones de euros.

Vayamos al principio de todo con una duda: qué le aporta y a qué se debe la influencia de Zapatero sobre Pedro Sánchez si resulta que ni siquiera se hablaban antes de 2018, cuando llegó al Gobierno con la moción de censura. Tengamos en cuenta que cuando Rodríguez Zapatero era presidente del Gobierno y líder del PSOE, las aspiraciones de Pedro Sánchez se reducían a que lo incluyeran en puestos de salida en las listas electorales. Posteriormente, cuando finalizó el breve paréntesis de Rubalcaba, Zapatero volcó todo su apoyo en Susana Díaz, que era la única a la que consideraba una buena líder para el PSOE. Sin embargo, ahora se les ve y cualquiera diría que Pedro Sánchez es una creación de Zapatero, su legítimo heredero político. La cuestión es que, en cierta forma, lo es, y todo empieza con una reunión, en la Moncloa, a la que Zapatero acude para olvidar el pasado y comenzar una nueva etapa en la relación de ambos.

A partir de esa reunión, lo que consigue Zapatero de Pedro Sánchez es reafirmarlo en una estrategia de radicalización de la izquierda que él mismo comenzó. Radicalización del discurso socialista con la recuperación de la Guerra Civil como argumento político de actualidad; negación de la derecha como opción política legítima en la democracia española; y cuestionamiento de los logros de la Transición y la validez de la Constitución. Rosa Díez, que ha publicado hace unos meses un libro sobre el expresidente (' La sombra: Memoria histórica de Zapatero'. Plaza & Janés) sostiene que cuando Zapatero llegó a la Secretaría General del partido, en el año 2000, decidió romper con la estrategia socialdemócrata de las décadas anteriores y radicalizar el partido, de la forma que, salvando las distancias, hizo ya en el pasado Largo Caballero durante la II República.

Es Zapatero, por ejemplo, quien cambia la propia nomenclatura política de la Transición y empieza a hablar de "la derecha extrema" para referirse al PP. Su objetivo, según Rosa Díez, era el de provocar la división de la derecha que Aznar había logrado aglutinar en el Partido Popular y, gracias a la tensión interna que inoculó en el partido, acabó logrando al cabo de los años que un sector se desgajara, con lamentos de que hacía falta una derecha más combativa en vez de una "derechita cobarde". Así nació Vox que, durante los Gobiernos de Pedro Sánchez, ha logrado alcanzar su mayor éxito electoral, a la vez que aleja al Partido Popular de toda posibilidad de obtener una mayoría absoluta. Si analizamos el discurso actual de Pedro Sánchez, veremos que se trata de una continuación hiperbólica de la estrategia política de Rodríguez Zapatero.

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Esa es la contribución política, la adrenalina política que Zapatero le suministra a Sánchez, pero no es menos trascendental la otra vertiente que podríamos denominar como ‘los negocios de partido’, en referencia a las distintas tramas que están siendo investigadas. Cuando El Confidencial entrevistó a José Luis Ábalos, el pasado mes de julio, lo más destacado, a mi juicio, fue la pregunta más genérica que le hizo mi compañero José María Olmo. Como Ábalos había contado anteriormente que, al llegar al Gobierno, Rodríguez Zapatero se puso en contacto con él para que le facilitara una cita con Pedro Sánchez, la pregunta genérica fue "qué asuntos le interesaban a Zapatero del presidente del Gobierno". Y la respuesta inmediata y sorprendente de Ábalos fue: "No lo sé, pero lo que sí puedo decirle es que yo me enteré de lo de Plus Ultra en el pleno Consejo de Ministros y eso es muy raro".

Por lo que sabemos ahora, la ‘excusatio non petita’ de Ábalos estaba cargada de profundidad y de mala hostia. Lo que podemos aventurar, siempre a partir de las investigaciones de la Guardia Civil y los procesos judiciales iniciados, es que lo que le ofrece Zapatero a Pedro Sánchez es ampliar internacionalmente los ‘negocios de partido’ que estaban ceñidos al ámbito nacional con Santos Cerdán, José Luis Ábalos, Koldo García Izaguirre y Víctor de Aldama, que era el comisionista que trataba con las empresas. Lo de Plus Ultra y lo mucho que desconocemos de la relación con China son las ‘ventanas’ que se abren a partir de la llegada de Zapatero al entorno de Pedro Sánchez. Ninguno de los anteriores, los de la trama nacional, podrían aspirar jamás a volar tan alto, pero el expresidente socialista, como dice de él Felipe González, tenía ya una dilatada carrera de lobista a sus espaldas.

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Tras las detenciones de Plus Ultra, Rodríguez Zapatero ha comenzado a enviar mensajes privados a varios medios de comunicación para desmentir cualquier relación con los hechos que se investigan pero, para su desgracia, las evidencias más elementales apuntan en su contra. Como la dificultad de explicar cómo es posible que dos buenos amigos utilicen teléfonos de prepago para hablar entre ellos y que los vayan cambiando al mes, cinco o seis veces. Para esto no hace falta ser jurista, porque todos tenemos amigos o amigas con las que quedamos para dar un paseo por algún parque público, pero lo que no hacemos es citarnos con esos teléfonos difíciles de rastrear y acudir a un monte propiedad del Estado, con el acceso restringido al público, y charlar durante una hora en una zona en la que no hay cobertura de móviles. O que sus hijas borren el rastro digital de su empresa, que tenía como cliente a un amigo de su padre que ha sido detenido.

Ayer, en el programa de Susanna Griso en Antena 3, la citada Rosa Díez se refirió a todas estas coincidencias con ironía: "Si grazna como un pato, vuela como un pato, anda como un pato... Pues probablemente será un pato. Sí [Zapatero] utiliza los instrumentos que utilizan los delincuentes para relacionarse, pues seguramente es que formas parte de esa trama". La autoría de la cita, que nos conduce a la lógica de lo elemental, es de un poeta americano de finales del siglo XIX y, como todo lo obvio, no pierde vigencia. Lo que escribió, exactamente, en uno de sus libros fue: "Cuando veo un pájaro que anda como un pato, nada como un pato y grazna como un pato, lo llamo pato". Desde entonces se ha conocido como ‘la prueba del pato’. Y no suele fallar.

Al final del túnel había una luz y no era un tren que venía de frente, era Zapatero marcando el camino que había que seguir. En la oscuridad del régimen chavista, no hay mejor sherpa que este lobista consagrado de regímenes dictatoriales. Pero vamos a remontarnos a los orígenes, mucho antes que la trama de Plus Ultra, en la que se investiga la utilización del Gobierno de España para que delincuentes multimillonarios de Venezuela pudieran blanquear 53 millones de euros.

José Luis Rodríguez Zapatero
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