Almeida ha crecido y ahora debe dar el estirón

Cuando de pequeños nos poníamos enfermos siempre era porque íbamos a crecer, al menos eso nos decían nuestras madres. Almeida ha estado con coronavirus estas navidades y aunque ni científica ni objetivamente esté demostrado creo que ha crecido. Ayer en FITUR estaba como elevado sobre y ante Ayuso. La batalla por la presidencia del partido en el PP de Madrid le había caído como una losa.

El alcalde llamado a ser el Giuliani español en el inicio de la pandemia acabó de comparsa de la heroína de la libertad. El aceptar el cargo de portavoz nacional del partido tampoco ayudó a mantener el “carisma”, eso que para Rajoy está sobrevalorado y es cosa de periodistas, pero que desde Kennedy marca la leyenda de un político por encima de sus obras.

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Esos centímetros imperceptibles para los demás han hecho que a Almeidase le vuelva a ver. Solo él podía permitirse sacar unos Presupuestos con los ex concejales de Carmena y tender al día siguiente la mano a Vox porque “no reniega” de su pacto de investidura con Ortega Smith al que están buscando acomodo fuera de la lista del Ayuntamiento por sus malas expectativas electorales.

Esa geometría variable tan de Iván Redondo no es apta para casi ningún gobernante de hoy, pero es muy necesaria para los de mañana. Almeida sabe fraguar consensos y eso es una anomalía en el “homo politicus”. Cuando el alcalde de Madrid aterrizó en su primera campaña lo que sorprendió fue que detrás de ese “dress code” de pepero había mucho más. Fue capaz de movilizar a todos los escalafones del votante de derecha y congraciarse con los de izquierdas. Se convirtió en un alcalde de todos, incluso de los que no le habían votado, y ha estado a punto de perder esa etiqueta en la pelea interna. Su sitio no está en Génova sino en Cibeles por muy atlético que sea. Es leal y hará lo que diga el jefe.

En momentos de paz, Almeida se desenvuelve mejor que Ayuso

Ahora hay una tregua entre García Egea y MAR. Cuando pasen las elecciones de Castilla y León e incluso las de Andalucía, si el calendario electoral se ajusta como todo apunta en este momento, ya se verá si la sangre llega al río o se acaba en un río de sangre. Ahora no toca porque estamos en “vender” el PP como la “última Coca -Cola en el desierto” y de paso también Madrid. En momentos de paz, Almeida se desenvuelve mejor que Ayuso que siempre se crece con la adversidad.

Si el PP quiere tener a los mejores, debe dejar a Almeida que dé el estirón. Se maneja bien y es conciliador. Prueba de ello es que es el único que ha mantenido una coalición con Ciudadanos a prueba de las mociones de censura que el PSOE ofrece a Begoña Villacís cada cuarto de hora y que seguro volverá a plantear en hora y media, aunque ellos mismos reconozcan que no es viable.

A él también le aclaman en los eventos y le han pedido en todas las provincias de Castilla y León para que haga campaña con el candidato Fernández Mañueco, aunque no lo diga y nadie lo diga por él. Almeida no es un tándem, ni un tique ni un dique para nadie. Es el alcalde de Madrid. Tiene que hacer su política no la de Casado ni la de Ayuso. En poco más de un año hay elecciones y esta vez no se presentará desde la oposición como azote del “carmenismo”. La estrategia no será tan fácil. Habrá que hacer balance de la gestión. ¿Cuál es el Madrid que deja Almeida? La ciudad tiene mucho que crecer y el alcalde también.