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Debate esotérico: la presencia de Sánchez y la premonición de la librería de Igea
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Pilar Gómez

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Debate esotérico: la presencia de Sánchez y la premonición de la librería de Igea

Mañueco llevó el discurso a la política nacional con habilidad ante un Tudanca apagado y un Igea que intentó hacer de vicepresidente y oposición a la vez

Foto: Mañueco durante un momento del debate. (RTVE)
Mañueco durante un momento del debate. (RTVE)
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El formato no ayudaba, pero los candidatos tampoco. El moderador, Xabier Fortes, se afanaba en pedir a Fernández Mañueco, Luis Tudanca y Francisco Igea que se interrumpieran para dar agilidad a las intervenciones. No era posible. Igea estaba confinado en casa con librería de tertuliano al fondo. Ni cuando llegó el tema de la corrupción, donde Igea y Tudanca hicieron pinza contra el PP. Mañueco no se despeinó, literalmente, y siguió su guion, que no era otro que medirse con Pedro Sánchez. Contraponer su gestión, la suya, no la de su exsocio Ciudadanos. “El Gobierno es del presidente”, espetó Mañueco. Todo era un poco esquizofrénico. Igea era vicepresidente y oposición a ratos. Cada incumplimiento que denunciaba era como pegarse un tiro en el pie. ¿Qué ha hecho usted estos dos años? Pues solo lo bueno,, podríamos resumir. Ya la parte fea se la cobra usted a “este señor”, le faltó decir.

El candidato socialista optó por hacer un resumen de prensa y apelar al cambio hasta la saciedad. Leía críticas de sindicatos, sanitarios y empresarios contra el candidato del PP, pero Mañueco no se daba por aludido. Lo intentó con los casos de presunta corrupción. Ni por esas. Mañueco solo veía a Sánchez y hablaba de los indultos a los presos del 'procés', de la reforma fiscal para subir impuestos, de la asfixia a Castilla y León en inversiones y de su responsabilidad en la despoblación. La culpa de lo malo que les pasa a los castellanoleoneses es de Sánchez, podría resumirse. La estrategia es buena. Mañueco optó por un cara a cara con el presidente del Gobierno encarnado en Tudanca. La dimensión nacional le funcionó a Díaz Ayuso. En el PP han percibido que hay un malestar social con Sánchez y aunque el presidente se ha borrado de la campaña tras ser abucheado por los ganaderos, Mañueco lo va a tener muy presente.

Foto: Luis Tudanca y Alfonso Fernández Mañueco. (EFE/Javier Lizón)

Todo era muy educado. Solo rompía el ritmo, y era de agradecer, la voz de Igea pidiendo paso desde casa de sus padres. Intentaba rebatir los argumentos del PP y del PSOE y se ponía en un lado u otro de la trinchera según el rato. Al fin y al cabo, eso es Ciudadanos, un partido bisagra. Azuzaba a Mañueco, pero Mañueco solo recitaba su plan de gobierno sin entrar al cuerpo a cuerpo. Era como si el candidato popular ya hubiera descontado a los naranjas, que si no lo remedian quedarán fuera de las Cortes según las encuestas. La librería de tertuliano de Igea quizá sea una premonición. Ahora hay muchos expolíticos recolocados en radio y televisión. Tanto se mencionó a Sánchez que al final Tudanca se le parecía. Imitaba ese tono conciliador pero hueco. Intentó en dos ocasiones agitar el espantajo de Vox. Desde Ferraz, la consigna es asustar al electorado con el desembarco de la ultraderecha si el PSOE no gobierna. Abascal y compañía ayudan bastante con su 'look' de machos henchidos de testosterona y declaraciones como “nos gustan las tetas desde pequeñitos”. Políticos de granja intensiva.

Si esperan que les diga quién ganó, pues les voy a defraudar porque como ocurre en casi todos los debates no se debate de nada. El candidato del PP es el que logró colocar mejor su mercancía pese a las interferencias. Sinceramente, espero que no haya una segunda ocasión y secundo la propuesta de Mañueco de cambiar la ley para que los partidos sin grupo parlamentario puedan participar. No se lo garantizo, pero si hubieran estado los candidatos de Vox, Podemos o la España Vaciada a lo mejor se ganaba en dinámica, que no en contenido, porque los políticos son incapaces de contrastar programas y propuestas. No se preocupe, lo bueno es que usted vota a quien le da la gana.

El formato no ayudaba, pero los candidatos tampoco. El moderador, Xabier Fortes, se afanaba en pedir a Fernández Mañueco, Luis Tudanca y Francisco Igea que se interrumpieran para dar agilidad a las intervenciones. No era posible. Igea estaba confinado en casa con librería de tertuliano al fondo. Ni cuando llegó el tema de la corrupción, donde Igea y Tudanca hicieron pinza contra el PP. Mañueco no se despeinó, literalmente, y siguió su guion, que no era otro que medirse con Pedro Sánchez. Contraponer su gestión, la suya, no la de su exsocio Ciudadanos. “El Gobierno es del presidente”, espetó Mañueco. Todo era un poco esquizofrénico. Igea era vicepresidente y oposición a ratos. Cada incumplimiento que denunciaba era como pegarse un tiro en el pie. ¿Qué ha hecho usted estos dos años? Pues solo lo bueno,, podríamos resumir. Ya la parte fea se la cobra usted a “este señor”, le faltó decir.

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