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Las guardianas de la batalla ideológica acechan a Feijóo: ellas son así
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Pilar Gómez

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Las guardianas de la batalla ideológica acechan a Feijóo: ellas son así

El PP está anestesiado por las encuestas. No hay debate público ni interno, pero sí soterrado. Como ha pasado siempre, al primer traspié emergerá que se han abandonado los principios

Foto: Simpatizantes del PP con banderas de España. (Ana Beltrán)
Simpatizantes del PP con banderas de España. (Ana Beltrán)
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El PP es una balsa de aceite, al menos en apariencia. Ha sido llegar Feijóo y el agua se convirtió en vino. En público ya no hay familias. No hay duros y blandos. Todos se han vuelto gallegos. El que no tiene acento del norte se esmera en el deje andaluz. Génova se ha vuelto una especie de Babel. El partido está sedado por las encuestas. Hay opciones de llegar a la Moncloa y el pragmatismo impuesto en la era Feijóo no encuentra contestación de aquellos que tradicionalmente se han rasgado las vestiduras por aquello de que no se daba la batalla ideológica. Que las voces no se escuchen no quiere decir que no haya cantos de sirena. Ellas siguen planteando su batalla donde pueden. Dícese en un campo de golf, en un restaurante o en una mesa con una caña entre amigos. Ellas son del PP de toda la vida y con los que comparten su insatisfacción crónica también.

Feijóo se parece demasiado a Rajoy para ellas. Seguramente por eso podrá devolver al partido a cifras impensables hace unos meses. La primera prueba está en Andalucía. Si no hay cambios de última hora, la semana arrancará con convocatoria electoral. Nada hace temer que pueda pasar lo que en Castilla y León, donde se pasó de la euforia al pánico en los 15 días de campaña. El cálculo es que el PP sume más que toda la izquierda y poder gobernar sin Vox. Cualquier desliz en este pronóstico hará que ellas se sientan más reforzadas en la necesidad moral de denunciar que el PP ha traicionado sus principios. Es cierto que el nuevo líder solo habla de economía. Los que le conocen ya lo avisaban antes del desembarco: Feijóo cree que la mejor forma de hacer política es que la gente tenga dinero para vivir, pagar el coche o irse de vacaciones. Para ellas este discurso es muy pedestre. Ya se lo afearon a Rajoy e incluso a Casado cuando marcó distancias con los de Abascal y apartó debates como el aborto de su agenda.

Ellas van más allá y alertan de que Vox está disputando el liderazgo al PP en la derecha y los populares han bajado los brazos

En la doctrina económica, ellas tampoco comparten el llamado "liberalismo con corazón". Una de ellas fue de las que jaleó eso de que el exministro de Economía Cristóbal Montoro era un peligroso socialdemócrata. En sus conversaciones, insisten en dar la "batalla cultural", definir qué tipo de partido es el PP y plantar cara a una izquierda que se ha entregado al nacionalismo. Ellas critican que Feijóo plantee grandes pactos de Estado con el PSOE. Ese no es el camino. Con Sánchez no se puede ir a ningún sitio. Ellas van más allá y alertan de que Vox está disputando el liderazgo al PP en la derecha y los populares han bajado los brazos.

Feijóo ya ha tomado nota de que una de ellas no obedece consignas. Es un verso libre

Pero ¿hay alguien que hoy mande en el PP al que le importe lo que opinen ellas? Pues solo se vigilan los movimientos de una de ellas. Como en la operación Pegasus, son pinchazos entre colegas. Indoloros 'a priori', hasta que el otro te descubre. En el caso del PP (ahora) es espionaje en sentido metafórico. A una de ellas se le va a permitir marcar perfil propio. Los veteranos defienden que hay que cubrir todas las sensibilidades del votante. Mientras sume, se perdonará lo que muchos califican de impertinencias. No callan ni cuando se lo piden. Feijóo ya lo ha comprobado y, en el caso de una de ellas, ha tomado nota. Apeló a su discreción sin calcular que a ellas no les gustan los segundos planos ni pasar desapercibidas.

Otra de ellas no está entre los reciclables para el nuevo PP. No estuvo cómoda con Rajoy, acabó mal con Casado y Feijóo no valora su perfil. Es brillante, pero no encaja en el partido. Ningún liderazgo pasa la prueba de su listón. Seguramente, fuera del PP viviría mucho mejor porque su nivel está muy por encima del que se exige hoy en día en política. Rajoy, en su libro 'Política para adultos', reniega del carisma como una cualidad para estar en política, pero los últimos líderes hasta hoy se han forjado a base de carisma. Estamos en la España de "Sánchez, el guapo". Carisma es lo que le sobra a la otra de ellas. Fue un animal político y ahora, desde su retiro, enreda con unos y otros. Siempre se busca su opinión y, cuando en el partido no se la piden, también la da. Así son ellas.

El PP es una balsa de aceite, al menos en apariencia. Ha sido llegar Feijóo y el agua se convirtió en vino. En público ya no hay familias. No hay duros y blandos. Todos se han vuelto gallegos. El que no tiene acento del norte se esmera en el deje andaluz. Génova se ha vuelto una especie de Babel. El partido está sedado por las encuestas. Hay opciones de llegar a la Moncloa y el pragmatismo impuesto en la era Feijóo no encuentra contestación de aquellos que tradicionalmente se han rasgado las vestiduras por aquello de que no se daba la batalla ideológica. Que las voces no se escuchen no quiere decir que no haya cantos de sirena. Ellas siguen planteando su batalla donde pueden. Dícese en un campo de golf, en un restaurante o en una mesa con una caña entre amigos. Ellas son del PP de toda la vida y con los que comparten su insatisfacción crónica también.

Alberto Núñez Feijóo Partido Popular (PP) Moncloa
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