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El plan frankenstein para llegar a 2023 y más allá
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Pilar Gómez

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El plan frankenstein para llegar a 2023 y más allá

Sánchez acaba el debate sobre el estado de la nación aferrado a sus socios. La estrategia pasa por aislar al PP y dividir España en dos bloques: los pobres y los poderosos

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Chema Moya)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Chema Moya)
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Entre los ministros muy sanchistas, existe la convicción de que el presidente es una especie de visionario. Más allá de la fe que le profesan está el argumento de que fue el primer socialista europeo que intuyó la necesidad de un volantazo a la izquierda. Para sostener esta teoría, el dato irrefutable es que la 'pobre' Anne Hidalgo hundió la marca en Francia y acabó en los brazos del líder de extrema izquierda Mélenchon. La deducción es que Sánchez ha ido directo a la segunda vuelta sin pasar por el centro, que cabe recordar es el que le permitió ganar las elecciones.

Esta vez no hay careta. Se la ha quitado en el debate sobre el estado de la nación. Hoy en el Congreso el bloque de la investidura votará unido, y mañana y pasado y así hasta 2023. El PNV amagó con tomar distancia, pero ha usado tantas veces la misma táctica que ya no inquieta a nadie. En la bancada socialista daban por hecho que todo es 'postureo' para sacar mayor tajada de sus ansiados votos. La cifra mágica de los 176 que permiten al presidente gobernar contra la mitad de los españoles. Si no hay ningún Casero en el equipo, los síes caerán en el contador y si algo se tuerce ya intervendrá Batet.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. (EFE/Kiko Huesca)

Da igual que se trate de asumir que hubo crímenes del franquismo hasta 1983. Felipe González ya no es de los suyos. Bueno, un matiz, “el otro Felipe, sí, este no” o que se re-reforme la ley del CGPJ para controlar el Tribunal Constitucional. El truco es que también saldrá adelante el decreto anticrisis y eso es lo que nos venderán a usted y a mí, que con un poco de suerte (para ellos) estaremos anestesiados con la ola de calor que ha provocado Putin. La vicepresidenta Ribera nos ha aconsejado usar bien los toldos y persianas. También se pueden comprar un botijo.

Sumar es una coalición encubierta para 2023 entre socialistas y 'yolandistas'

Cualquier cosa es buena para conciliar el sueño. El presidente ahora duerme a pierna suelta con Podemos. Cada cual se ha cobrado su precio. Los morados presumen de haber llevado del ronzal al PSOE a su terreno; el PSOE de haber engullido al contrincante electoral. Sánchez engaña a Díaz y Díaz a Sánchez, pero son una pareja abierta. Volverán a casarse con Iglesias de testigo. Sumar no es más que una coalición encubierta entre los socialistas y los 'yolandistas'. Da igual a quién se vote, pactarán.

ERC tendrá una mayoría en el TC más favorable a su plan 'posprocés'. Los republicanos han abandonado la unilateralidad, pero no el proyecto de nación. Una de verdad, no la que recoge el actual estatuto cercenado por un tribunal 'fascista'. Con unos magistrados más amables hay garantías de redactar y votar un nuevo texto que dé más competencias a Cataluña. Volver al 'estatut' que pactó Rodríguez Zapatero con Artur Mas. Solo hay que darle tiempo a la mesa de diálogo, que evolucionará de gobiernos a partidos.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aplaudido por la bancada socialista. (EFE/Chema Moya)

Bildu sabe bien de qué va lo de las mesas de partido. Ayer estuvieron a punto de condenar los crímenes de ETA, pero una vez más la boca se les llenó de sangre. Como en su día Otegi, solo llegaron a lamentar el daño causado que “nunca debió producirse”. Están en el buen camino, solo les falta reconocer que ningún fin político justifica los asesinatos de más de 800 inocentes e instar a la banda a colaborar para esclarecer los crímenes sin resolver. Los 'abertzales', como los independentistas catalanes, también han modulado su estrategia, no su objetivo. Con Sánchez en la Moncloa llegarán a presidir el País Vasco. Navarra fue el experimento. Cada votación con el PSOE en Madrid supone subir un escalón más. Se retroalimentan.

El presidente ha arrinconado al PP. Era falso que Pablo Casado fuese el problema. El inquilino de la Moncloa no quiere pactos de Estado, solo acuerdos de conveniencia. La moderación de Feijóo no le sirve, más bien le estorba. Ante el subidón del PP en las encuestas, el plan es alinearse con los débiles y colocar a la derecha del lado de los poderosos. Dos bloques, dos Españas. La incógnita es si, como hasta ahora, las alianzas le penalizarán o el discurso del presidente ha convencido a alguien más que a los suyos. De momento, se ha garantizado agotar la legislatura. Algo de curandero sí tiene.

Entre los ministros muy sanchistas, existe la convicción de que el presidente es una especie de visionario. Más allá de la fe que le profesan está el argumento de que fue el primer socialista europeo que intuyó la necesidad de un volantazo a la izquierda. Para sostener esta teoría, el dato irrefutable es que la 'pobre' Anne Hidalgo hundió la marca en Francia y acabó en los brazos del líder de extrema izquierda Mélenchon. La deducción es que Sánchez ha ido directo a la segunda vuelta sin pasar por el centro, que cabe recordar es el que le permitió ganar las elecciones.

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