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Feijóo y la mayoría suficiente sin Vox: escuche a sus enemigos
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Pilar Gómez

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Feijóo y la mayoría suficiente sin Vox: escuche a sus enemigos

Se grita en la calle, pero se legisla en las instituciones. Para acabar con la represión soberanista en Cataluña hay que romper los bloques y eso pasa por acercarse al PNV

Foto: Feijóo y Urkullu en el homenaje a Miguel Ángel Blanco. (EFE/Javier Etxezarreta)
Feijóo y Urkullu en el homenaje a Miguel Ángel Blanco. (EFE/Javier Etxezarreta)
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A veces hay que escuchar al enemigo para saber que se hace lo correcto. El "galleguismo" de Feijóo es para parte de la derecha sinónimo de complejo, de falta de compromiso con lo que ellos entienden por España e incluso de "indolencia" por aquello de la caricatura de Rajoy leyendo el "Marca". Su ausencia en la manifestación del domingo en defensa del castellano en Cataluña se interpreta como una prueba más de desidia. El PP tiene todo por hacer en una comunidad en la que se ha quedado sin base electoral ni discurso. Ya ha estado detrás de la pancarta en los últimos años y no ha funcionado. Las grandes movilizaciones, que cambiaron el ánimo de la sociedad catalana, fueron aquellas que trascendieron la ideología para defender la convivencia desde la tolerancia. Ciudadanos logró hacer historia al ganar las elecciones, pero abandonó. Dejo miles de huérfanos, que, como el niño de Canet, fueron sometidos a la represión del independentismo.

Se grita en la calle, pero se legisla en las instituciones. Para que en Cataluña se dejen de violar los derechos de los no soberanistas hay que cambiar el Gobierno de España. Feijóo aspira a una mayoría suficiente que le lleve a Moncloa. Las encuestas auguran una absoluta si pacta con Vox. Otra vez bloques. De la coalición PSOE-Podemos a la PP-Vox. Otra vez extremos. España demanda más. Necesita una mayoría que permita a nuestro país recomponerse social y económicamente de cuatro años de indigestión ideológica. El partido de Abascal va camino de convertirse en una comuna tras la abrupta salida de Macarena Olona.

Foto:  La exdiputada de Vox, Macarena Olona. (EFE/Xoán Rey) Opinión

La pandemia y la invasión de Ucrania han dado sentido a una Unión Europea amenazada por los coletazos de la ultraderecha. Italia puede ser el primero de los miembros en tener una presidenta de corte radical. Salvini prometía hoy en una entrevista que si gobiernan los barcos de inmigrantes no pasarán. ¿Y el gas? La votación en el Congreso sobre la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN con ministros de Podemos votando en contra es tan bochornosa como lo sería tener a Espinosa de los Monteros vetando acuerdos sobre inmigración o fronteras.

Romper los bandos es posible, pero difícil. El PP solo puede aspirar a ello si recompone su papel en Cataluña y País Vasco. Volver a la política clásica. El expresidente Aznar, que tiene poco de gallego, lo entendió. Trazó alianzas con el PNV. Hoy el camino es el mismo tras los errores de Ciudadanos. Hay que demoler la trinchera de la moción de censura. Los nacionalistas vascos dejaron caer a Rajoy al calor de futuras alianzas electorales con el PSOE que frenasen a Bildu. La guerra entre María Dolores de Cospedal y Soraya Saénz de Santamaría también ayudó.

Sánchez ha engordado a Bildu. Otegi ya se ve como lendakari porque ha doblegado al PSOE. La dependencia de sus votos legitima su miseria. El País Vasco se radicaliza. La lobotomía para olvidar a los más de ochocientos muertos que dejó ETA funciona en las urnas. Navarra es un buen ejemplo de retroceso en libertades. Hay que revertir la tendencia y eso pasa por romper el cordón al PP que sujeta al Frankenstein.

Foto: Observatorio electoral. (EC)

El invierno económico es una oportunidad. El País Vasco ve amenazado su tejido empresarial por la crisis energética y en Cataluña está en peligro de extinción. Feijóo debe construir una alternativa sólida y para ello es imprescindible evitar errores como el de la votación del impuesto a las eléctricas. Las explicaciones que no se entienden son yermas. Su entrevista en "El Objetivo" de La Sexta sacó el mejor líder del PP que se ha visto hasta ahora. El presuntamente ungido por el Ibex habló de subir el salario mínimo, deflactar el IRPF a los más desfavorecidos sin renunciar a los valores que sus siglas defienden. Feijóo debe moverse porque la etiqueta de "fumarse un puro" ya se la ha colocado Sánchez en su mimetización con el poder oculto.

El peor escenario para los que quieren romper España es que en Cataluña haya un gobierno del PSC moderado por acuerdos parlamentarios con el PP o que el PNV tenga que sostenerse no solo en los socialistas sino en los populares. Urkullu necesita el puñal para matar a Otegi. Esto ya ocurrió en tiempos del denostado bipartidismo. De la nueva política solo queda Sánchez. Sería un error dejar pasar a Abascal.

A veces hay que escuchar al enemigo para saber que se hace lo correcto. El "galleguismo" de Feijóo es para parte de la derecha sinónimo de complejo, de falta de compromiso con lo que ellos entienden por España e incluso de "indolencia" por aquello de la caricatura de Rajoy leyendo el "Marca". Su ausencia en la manifestación del domingo en defensa del castellano en Cataluña se interpreta como una prueba más de desidia. El PP tiene todo por hacer en una comunidad en la que se ha quedado sin base electoral ni discurso. Ya ha estado detrás de la pancarta en los últimos años y no ha funcionado. Las grandes movilizaciones, que cambiaron el ánimo de la sociedad catalana, fueron aquellas que trascendieron la ideología para defender la convivencia desde la tolerancia. Ciudadanos logró hacer historia al ganar las elecciones, pero abandonó. Dejo miles de huérfanos, que, como el niño de Canet, fueron sometidos a la represión del independentismo.

ETA (banda terrorista) Alberto Núñez Feijóo Partido Popular (PP)
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