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Las intrigas de Lesmes desquician el CGPJ
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Pilar Gómez

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Las intrigas de Lesmes desquician el CGPJ

Le honró su gesto de anunciar su dimisión si los políticos no negociaban. Ahora alarga su agonía. El próximo CGPJ debe tener una cláusula: cuando caduque el mandato queda cesado

Foto: Felipe VI junto a Carlos Lesmes. (EFE/Ballesteros)
Felipe VI junto a Carlos Lesmes. (EFE/Ballesteros)
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El CGPJ está al borde de ser el escenario de una película de terror. Algunos vocales empiezan a atisbar similitudes entre la mirada del presidente Carlos Lesmes y el magnífico Jack Nicholson de 'El resplandor'. El murmullo es constante y la sorpresa por sus actuaciones mayúscula. Los que llevan años trabajando con él le definen como "muy cerebral", el hombre opuesto al que ahora llama a su despacho a los magistrados para hacerles partícipes de sus intrigas. La conclusión de los que han hablado con Lesmes en las últimas horas es alarmante: "Ni él sabe lo que va a hacer".

Aquel gesto de anunciar su dimisión en la apertura del Año Judicial ha pasado de engrandecerle a hacerle cada vez más pequeño. El golpe sobre la mesa como toque de atención a los partidos ante el Rey es lo que muchos esperábamos. Si PSOE y PP no desbloqueaban, que fueran los jueces los que evidenciaran su malestar. La posible renuncia, lejos de servir de acicate, ha ahondado en la sensación de pudrimiento de las instituciones.

Foto: El presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes. (EFE/Ballesteros)

Lesmes debería haber abandonado su cargo ayer según su propio calendario. La próxima fecha es el día 13. Las excusas son varias. Desde un acercamiento entre el ministro Bolaños y González Pons, que no consta ni a los protagonistas, hasta el sacrificio de no dejar sin representación a la judicatura en la celebración de la Fiesta Nacional. Ambas poco creíbles. ¿Con qué cara mirará a Felipe VI después de este numerito?

La credibilidad del presidente del CGPJ cotiza a la baja. Sus movimientos se perciben como interesados. Se le ha colocado del lado del PP cuando dio largas a los relevos en el Constitucional que Moncloa quería hacer antes de las vacaciones de verano. El Gobierno (re)reformó la ley de Poder Judicial de forma exprés para tomar el control, pero Lesmes sosegó los tiempos. "Es uña y carne con los conservadores" se escuchaba. Ahora el susurro es que "está vendido al Gobierno para que le den un cargo". Cada minuto en el cargo socava su dignidad.

Es cierto que Lesmes en estos momentos rema a favor de los intereses gubernamentales. Quiere irse (o no) con los relevos en el Constitucional aprobados. Para ello trabaja afanosamente con una lista de nombres que pasea entre despachos. Incluso hay temor entre los vocales a que el martes les plantee que se voten candidatos pese a no estar en el orden del día donde se habla de "valoración". La prioridad del presidente debería ser cumplir con los estándares que ha marcado la Unión Europea: renovación CGPJ, devolverle la potestad para que se hagan los nombramientos vencidos, también los del tribunal de garantías, y pactar entres los dos grandes partidos y las asociaciones judiciales un cambio de modelo que garantice que no se repite la actual situación.

Quizás Teodoro García Egea sería un buen mediador por su buena relación con Bolaños

Puro sentido común, que es lo que se ha perdido. Sería deseable que, tras el último ofrecimiento del PP, el ministro Bolaños contactase con González Pons para buscar una salida. Abandonar las posturas de máximos, los populares ya han cedido en que el actual CGPJ se renueve con el modelo vigente. También, ante el fracaso del comisario europeo de Justicia Didier Reynders como mediador, pueden pedirle al ex secretario general del PP, Teodoro García Egea, que haga de puente. Bolaños mantiene una excelente relación con él y con González Pons ya hizo el traspaso de papeles.

Todo suena a disparate, pero en eso se ha convertido a uno de los poderes del Estado. La Justicia está atascada. El juicio de una tragedia como la del accidente ferroviario de Angrois ha tardado nueve años en celebrarse. Algunas de las víctimas que sobrevivieron ya han fallecido. Para esto no se cambian leyes en 48 horas. Porque como diría la ministra del ramo, Pilar Llop, de lo que se habla en el Metro es del bloqueo en la renovación del CGPJ. No se habla de los montones de papeles que se acumulan en la sede de Plaza de Castilla, ni de los fallos que se producen porque el sistema informático entre juzgados de diferentes comunidades sigue siendo precario.

Si Lesmes fuerza el relevo en el Constitucional condenará al CGPJ a estar caducado lo que queda de legislatura. Si acaba marchándose se abre una etapa ignota que no augura nada bueno, que se quede tampoco. Desconozco cuál será el fin de esta crisis, pero a futuro, se debería incluir una cláusula que deje establecido que en el mismo momento en que caduca su mandato todo el CGPJ queda cesado.

El CGPJ está al borde de ser el escenario de una película de terror. Algunos vocales empiezan a atisbar similitudes entre la mirada del presidente Carlos Lesmes y el magnífico Jack Nicholson de 'El resplandor'. El murmullo es constante y la sorpresa por sus actuaciones mayúscula. Los que llevan años trabajando con él le definen como "muy cerebral", el hombre opuesto al que ahora llama a su despacho a los magistrados para hacerles partícipes de sus intrigas. La conclusión de los que han hablado con Lesmes en las últimas horas es alarmante: "Ni él sabe lo que va a hacer".

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