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Y si Feijóo debe dejar que gobierne García-Page
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Pilar Gómez

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Y si Feijóo debe dejar que gobierne García-Page

Los pactos con Vox están contraindicados para el PP en todos los territorios, pero especialmente en Castilla-La Mancha. Si cae el azote interno de Pedro Sánchez, el PSOE de siempre desaparecerá

Foto: Page saluda a Feijóo en una conferencia de presidentes autonómicos. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Page saluda a Feijóo en una conferencia de presidentes autonómicos. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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El manual del buen candidato aconseja esquivar las preguntas sobre el día después de las elecciones. Los argumentarios dictan que todos salen a ganar. Todos menos Sánchez, que no esconde que lo importante es pactar. Lo hará a cualquier precio. Ser la primera fuerza no es condición indispensable para gobernar, si lo es que haya una tercera con quién Sumar. Quizás estemos ante la campaña más sincera del presidente. Ha normalizado Bildu como socio preferente sin dejar de dormir. Por algo cambió de colchón al llegar a la Moncloa. El de Rajoy le era incómodo. En política no siempre es aconsejable tener conciencia. Los principios son un lujo.

En el caso de Feijóo, el objetivo es conseguir "mayorías suficientes". Un subterfugio para aplazar el debate poselectoral. No escucharemos en público al gallego renegar de los pactos con Vox, aunque sí lo haga en privado. Génova ha pasado de la libertad de los barones para pactar a "estudiar caso por caso", que es otra forma de huir de lo mollar: ¿es mejor perder una comunidad autónoma por no pactar con la ultraderecha o poner en riesgo la Moncloa?

Si García-Page cae, el "viejo PSOE", ese que cada vez tiene menos esperanza de vida, se quedará sin su voz pública

La respuesta puede ser a la gallega: depende. Pongamos que, en Castilla-La Mancha, el PSOE gana las elecciones, pero no obtiene mayoría absoluta y el PP junto con Vox puede desbancar al barón más crítico con Sánchez. Este último dato es muy importante. El primer impulso es arrebatar un feudo fundamental a los socialistas. Jaque mate. Pero, si algo puso en evidencia el que fuera gurú de Sánchez, Iván Redondo, es que sobre el tablero se juegan muchas partidas al mismo tiempo.

Las elecciones son autonómicas y municipales, pero las piezas se moverán en clave nacional. Si García-Page cae, Sánchez adelantará sus peones. Desaparecerá su principal oposición interna. El "viejo PSOE", ese que cada vez tiene menos esperanza de vida, se quedará sin su voz pública. Con el castellanomanchego anulado, el sanchismo mantendrá anestesiado a un partido que ya nada se parece al de las mayorías absolutas de Felipe González.

A priori esto no le debe importar a Feijóo. Pero sí. Ni él ni Page han escondido nunca su sintonía política y personal. Ambos representan un fenotipo que hace unos pocos años estaba en peligro de extinción. El adanismo se impuso en los partidos. La nueva política sacudió la democracia, tanto que ha estallado alguna de sus costuras. Son firmes defensores del bipartidismo. Aquel que dejaba gobernar al más votado por una norma no escrita que era la estabilidad.

Si Feijóo no quiere sentar a su derecha a Abascal, habrá más opciones de que el "viejo PSOE" facilite una investidura

El PSOE de Sánchez es el de "no es no". El de la trinchera. A Feijóo le interesa más que la rosa la porte Page. Tendrá más opciones de llegar a la Moncloa. Las coaliciones tras el 28-M con los de Abascal darán artillería a la izquierda, el discurso de centro del líder del PP quedará hipotecado. El abrazo con la ultraderecha está contraindicado en todos los territorios, pero en Castilla-La Mancha más. Si no quiere sentar a su derecha a Abascal, siempre habrá más opciones de que el "viejo PSOE" le facilite una investidura. Page es indispensable en esta ecuación y el gallego lo sabe.

Es urgente que la política recupere la cordura. La Bildu de Otegi no puede dictar el futuro de nuestro país. No lo merecen las más de 800 víctimas de ETA. Los políticos responsables deben trascender a las siglas de su partido y pensar en "la gente de bien". Y no me refiero a los ricos proscritos por Sánchez, sino a todos aquellos que entendemos que sin condenar el terrorismo no se hace política. Que una mano manchada de sangre no se debe estrechar.

Las encuestas dictan en este momento que todo está abierto. Las hay que dan mayoría absoluta al PSOE, otras que dejan la llave a Feijóo y las menos que reflejan un vuelco que supondría que Paco Núñez ganase las elecciones. Si se repite lo que ocurrió en Andalucía, será Page el que deba demostrar su madera política y facilitar al PP una investidura sin Vox. Hagan política.

El manual del buen candidato aconseja esquivar las preguntas sobre el día después de las elecciones. Los argumentarios dictan que todos salen a ganar. Todos menos Sánchez, que no esconde que lo importante es pactar. Lo hará a cualquier precio. Ser la primera fuerza no es condición indispensable para gobernar, si lo es que haya una tercera con quién Sumar. Quizás estemos ante la campaña más sincera del presidente. Ha normalizado Bildu como socio preferente sin dejar de dormir. Por algo cambió de colchón al llegar a la Moncloa. El de Rajoy le era incómodo. En política no siempre es aconsejable tener conciencia. Los principios son un lujo.

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