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La investidura no contada que fraguaron Feijóo y Urkullu
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Pilar Gómez

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La investidura no contada que fraguaron Feijóo y Urkullu

En verano hubo contactos entre emisarios de uno y otro. Intercambio de nombres y de estrategias. Ortúzar lo boicoteó y avisó al lendakari que en el PNV "sobra uno de los dos"

Foto: Feijóo y Urkullu, en el homenaje a Miguel Ángel Blanco en 2022. (EFE/Javier Etxezarreta)
Feijóo y Urkullu, en el homenaje a Miguel Ángel Blanco en 2022. (EFE/Javier Etxezarreta)
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La política es un juego de egos. El futuro de los españoles está hoy supeditado al de Puigdemont por la egolatría de Sánchez. Las opciones de una investidura de Feijóo se diluyeron en la lucha de personalidades que se está librando en el PNV. En verano, emisarios del presidente vasco, Iñigo Urkullu, mantuvieron varios contactos con miembros del PP. El lendakari quería explorar un acuerdo. Su relación con el gallego es de amistad. No se puede decir lo mismo de Sánchez. No hay química. Con el presidente en funciones son pocos los que la tienen. Su exigencia de lealtad es máxima para los que le rodean, mínima de él hacia ellos. La clave de permanecer a su lado es serle útil todo el tiempo.

En el caso de Feijóo y Urkullu el interés por dar un giro a la política de alianzas era mutuo. El primero ocuparía La Moncloa sin necesidad de cultivar el personalismo de Abascal. El dirigente de Vox, por su parte, podría seguir mirándose en el espejo de Giorgia Meloni. Hacer oposición a un PP entregado a los nacionalismos. Fue durante este acercamiento entre populares y vascos cuándo la formación de ultraderecha hizo público que no exigiría entrar en el Gobierno. Votar en una investidura con el PNV para echar a Sánchez les resultaba rentable. El tablero se movía.

Foto: Carles Puigdemont en su conferencia de septiembre en Bruselas. (EFE)

El lendakari necesitaba reforzarse. En un sector del PNV hay gran preocupación por la deriva a la que les está forzando la batalla con Bildu. Se han escorado a posiciones que su electorado no entiende. Es un partido envejecido, incapaz de conectar con el votante de Otegi. El exterrorista reconvertido tiene visión política. Lo cuentan miembros del PSE que estuvieron en las negociaciones cuando hablaba en nombre de ETA. Sabe que del brazo de Sánchez puede sacar al PNV del Gobierno. Es cuestión de tiempo y ya ha acreditado su capacidad de resistencia.

En la operación estaba Josu Jon Imaz. El exdirigente del PNV es pragmatismo en estado puro. Un hombre de mentalidad abierta. Reconvertido al mundo empresarial, es enlace con el Ibex y aquello, que antes del advenimiento de Sánchez, se denominaba estado. El empresariado vasco asiste con preocupación a la bildunización de su territorio. Muchos muertos en el recuerdo. Demasiada sangre para olvidar, aunque impere la desmemoria en pro de la mal llamada convivencia.

Urkullu y Feijóo intentaban reconstruir el puente que dinamitó la moción de censura contra Rajoy. El plan iba mucho más allá de la investidura del popular. Pasaba por rehacer el PP vasco con perfiles capaces de forjar una colaboración duradera en todo el ámbito institucional. Se intercambiaron nombres en las conversaciones. La política va de personas. La lista la conformaban, entre otros, Cristina Ruiz Bujedo, que fue portavoz del PP en el ayuntamiento de Bilbao, Muriel Larrea Laso, presidenta del PP en Guipúzcoa, Borja Corominas Fisas, concejal en San Sebastián y Mikel Lezama Zubeldia, portavoz en las Juntas Generales de Guipúzcoa. Una generación con la que reconstruir el espacio de la derecha en el País Vasco.

Foto: Aragonès, Junqueras y Rufián, la noche electoral de las generales. (EFE)

¿Qué falló? ¿Por qué el PNV repudió al PP? Una vez más la naturaleza humana se impone. Urkullu es un presidente sin partido. En el PNV manda Andoni Ortuzar. El presidente de los nacionalistas vascos combate a Bildu desde la izquierda. Pelea cuerpo a cuerpo por el favor de Sánchez como muleta en el País Vasco. ¿Estrategias diferentes? Sí, ¿ambiciones personales?, también. Ortuzar se lo avisó a Urkullu: "En el partido sobra uno de los dos".

Queda menos de un año para las elecciones vascas y Urkullu no ha sido ratificado como candidato. Aunque acabe siendo el elegido, no es el favorito de la dirección. El relevo se está preparando. Una mujer está llamada a hacer historia en la formación vasca: Itxaso Atutxa. Pura estirpe peneuvista. Su padre es Javier Atutxa, su marido, el portavoz en el Congreso, Aitor Esteban. Actualmente, preside el comité del partido en Vizcaya con galones. En los próximos días veremos si Puigdemont levanta el pulgar para darnos un desgobierno a los españoles de quien se quiere separar. Todo apunta a que lo hará. Está dirimiendo si es más fuerte su odio hacia Junqueras o sus ganas de regresar a España sin pisar la cárcel. Ya ven que es todo muy humano.

La política es un juego de egos. El futuro de los españoles está hoy supeditado al de Puigdemont por la egolatría de Sánchez. Las opciones de una investidura de Feijóo se diluyeron en la lucha de personalidades que se está librando en el PNV. En verano, emisarios del presidente vasco, Iñigo Urkullu, mantuvieron varios contactos con miembros del PP. El lendakari quería explorar un acuerdo. Su relación con el gallego es de amistad. No se puede decir lo mismo de Sánchez. No hay química. Con el presidente en funciones son pocos los que la tienen. Su exigencia de lealtad es máxima para los que le rodean, mínima de él hacia ellos. La clave de permanecer a su lado es serle útil todo el tiempo.

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