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El PP y Rajoy: la timocracia y la supremacía moral
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Galo Mateos

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El PP y Rajoy: la timocracia y la supremacía moral

“La naturaleza nos creó iguales, pero llevamos siglos combatiéndolo con éxito”.La timocracia definida por Platón y aplicada como forma de gobierno en nuestra celebrada  Esparta, consistía

“La naturaleza nos creó iguales, pero llevamos siglos combatiéndolo con éxito”.

La timocracia definida por Platón y aplicada como forma de gobierno en nuestra celebrada  Esparta, consistía en el gobierno de los poderosos frente al gobierno del pueblo. Veinticinco siglos pasaron, nada menos,  y aquí seguimos, preguntándonos por qué siendo tan lógico el gobierno de todos, hemos de tolerar el gobierno de unos pocos.

Hoy corresponde enjuiciar el programa del PP respecto de nuestro decálogo, que, como en el caso del PSOE, vuelve a quedar inédito. A pesar de su elaborada web (www.pp.es), llena de propuestas, no hay nada en el PP que permita imaginar un acercamiento.  No tenemos programa comparable, por lo que repasaremos sucintamente las líneas maestras de su estructura y liderazgo.

El PP tiene un liderazgo singular, auto-impuesto tras su propia derrota, que pone en evidencia la urgencia de reformar el sistema de méritos y procesos de elecciones primarias en los partidos. Se financian con dinero público –al menos eso creímos hasta que vimos que no- y su proceso interno de selección de candidatos es fruto de un impredecible dirigismo. Difícilmente se puede creer en su devoción por la democracia, cuando ni tan siquiera a nivel interno, cumplen con esa exigencia.

De hecho, el cuerpo central de la estrategia del PP, no parte, como es notorio, de un órgano deliberante, sino de un asesor externo que sustituye la inteligencia y participación de sus militantes. La democracia es una experiencia a evitar en sus órganos de gestión, convirtiéndose en una oligarquía endiosada y sin reglas de actuación conocidas, que perjudica el acceso del talento al poder y proyecta una mala imagen organizativa hacia la población.

Cualquier profesional que se precie ha de estar abierto a continuos procesos  de formación y excelencia, que le capaciten para mayores responsabilidades. Eso no parece afectar a nuestra clase política.  No es de recibo que alguien como el Sr. Rajoy, que ha de representar a un país tan importante y complejo como España, en 8 años de ansiosa espera, no haya encontrado tiempo de estudiar idiomas ni de reforzar sus fundamentos doctrinales en asuntos capitales como economía o tecnología.

La superioridad moral de la izquierda

La derecha, lejos de concebirse a sí misma como un motor ideológico alternativo o depositaria de  valores específicos para nuestra sociedad, se ha empeñado en pedir perdón por existir, sin desmontar los tópicos ambientales sobre la supuesta superioridad moral de la izquierda. Podría haber rebatido con fe ciega una simplificación tan absurda, pero no lo ha hecho o al menos, con  la contundencia ni frecuencia necesaria. Baste comparar resultados bajo las distintas ideologías, para darnos cuenta de que no es así, de que el colectivismo es una quimera inalcanzable; y que los mayores éxitos sociales, surgieron de la adecuada proporción de ambas ideologías. Así pues, tenemos una izquierda astuta y contundente, que frente a una derecha acomplejada e insegura en el mensaje, ha copado los ¾ de nuestra vida política reciente.

En cuanto a la economía, es evidente que cualquier alternativa al equipo de Zapatero y su incesante máquina de destruir empleo constituiría un gran alivio. El mazazo de la reciente EPA trimestral confirma la necesidad de un adelanto de las elecciones; las cifras macro no aguantan un cocinado más frente a lo prometido en Berlín. Pero los anteriores equipos populares no deben llamarse a  andana ante el erróneo diseño que nos ha costado casi 400.000 millones de nueva Deuda durante la crisis. Tampoco en el tema de la corrupción o del derroche autonómico y municipal de sus propios gobiernos locales, han ofrecido perdón, explicación ni alternativas. Como oposición, no estuvo a la altura de los acontecimientos,  siquiera en términos de movilización social. Floja respuesta, pues, en esta materia.

Sin entrar muy a fondo, hemos de reconocer que el personaje, aunque para muchos pueda resultarnos un hombre grato, se ha quedado corto de futuro para los difíciles años que esperamos. Demasiado aislado de sus bases, protector en los casos de corrupción interna–nos los vuelve a colocar en las listas, en una clara cesión de autoridad -, y no ha sabido aprovechar la inteligencia colectiva de sus propios cuadros. Personajes de relieve como Ruiz GallardónEsperanza Aguirre y el propio Aznar, no han estado alineados con él, y la pérdida de posiciones en Asturias, a manos de otro de sus históricos, Álvarez-Cascos, es inminente.

Las cifras de votos

En cuanto a cifras, con más de 10 puntos de ventaja en los sondeos  actualmente, debería  superar con creces la proyección de los 10 millones de votos obtenidos en las Generales de 2008. En el cuadro siguiente, vemos en votos y escaños la evolución de ambos.  Un PSOE que gana más de 3 millones de votos, frente a un PP que pierde 100.000 en los últimos años, revela algunas deficiencias sobre el modo de combatir la influencia social de la izquierda en España por parte del PP.

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El voto útil al PP

Son muchos los que argumentan a favor de ese voto de castigo al PSOE y útil al PP. Votar al PP significa confirmar un modo de actuar con el que no estamos de acuerdo. Variarán las políticas pero no los fundamentos que hacen tan inaceptable nuestra democracia. Nuestro destino podría  llegar a través de dos opciones:  pasando primero por un mandato del PP durante el que  movilizar a la sociedad hacia metas más ambiciosas; o debilitándolo hasta poder prestarle 3 millones de votos necesarios para su mayoría, a cambio de esas reformas en referéndum, que pretendemos. Nos quedan 3 semanas para debatirlo y unas fuertes dosis de optimismo.

Nuestro papel

No parece el momento de ordenar ‘avance’  a las tropas.  Visto el tamaño del enemigo, sería más sensato dividirlo antes que atacarlo. Son sus propias armas. Uno de los mayores talentos imputables al PSOE es su capacidad para dividirnos y tenernos distraídos acerca de lo que realmente se cuece en nuestra democracia. Por lo que nada como estimular sus disensiones internas y dificultar sus alianzas, hasta que su forma de gobernar, se adapte a los criterios democráticos consensuados en los principales países de nuestro entorno competitivo.  La fortaleza organizativa de PSOE y PP, sea cual sea nuestro juicio moral, es incuestionable frente a nuestra dilución en internet. Menos mal que, poco a poco, con el apoyo  de los medios alternativos, vamos desmontando sus mentiras y defensas. Nuestra mejor arma sería su descalabro electoral, que no pudieran formar gobiernos en mayoría y tuvieran que buscar apoyos fuera de los nacionalismos de los que se sirven a nuestro coste.

En ese sentido,  damos la bienvenida a los integrantes del Foro por Asturias de Álvarez –Cascos, más que por un programa de gobierno, que no hemos analizado, por la valentía de enfrentarse y dividir a quien impone su conveniencia sobre nuestros derechos. Puede ser un triunfo parcialmente labrado en internet, dada la endémica carencia de medios de cualquier nuevo partido. Demostrar que vía internet, a partir de un candidato con notoriedad regional, en menos de 6 meses, se puede materializar una estrategia ganadora frente a los partidos convencionales, es  un logro técnico extraordinario. Es una verdadera invitación a nuevas y fundamentadas deserciones que redimensionen tan gigantescos partidos. Si se da un caso, se pueden dar más, y nada nos impediría trasladar la experiencia.

Tenemos una izquierda astuta y contundente, que frente a una derecha acomplejada e insegura en el mensaje, ha copado los ¾ de nuestra vida política reciente

Para llegar a un nuevo modo de gobierno de todos, en el que hubiese una verdadera igualdad de oportunidades de representación entre los ciudadanos, tenemos, por fuerza, que disminuir el peso de estos dos últimos partidos analizados. Hemos de ayudarles a dividirse, a ser más pequeños y competitivos, es nuestra única garantía. En política, como hemos comprobado, no podemos depender de un solo proveedor. Cuando llegamos a ese punto, somos, como país, la proyección de las mismas limitaciones que tenga nuestro único ofertante como partido. Demasiado negocio, para tan pocos proveedores  de soluciones y de tan mala calidad. Nuestro porvenir industrial estaría negro como el carbón de ser esto un negocio, y el que solo sea el arte de hacer que 47 millones convivan en paz y progreso, no lo alivia.

Viajar a través de esos  25 siglos perdidos a través de nuestra genealogía, en 100 generaciones, hasta la Grecia clásica, en busca de los orígenes de nuestro pensamiento, sería el viaje más apasionante jamás contado. Pero técnicamente nos va a ser más fácil viajar hacia el futuro, activando nuestra participación. Y en ese tiempo, que deseamos mejor, no cabe este tamaño de partidos, ni propuestas de continuar secuestrando nuestros irrenunciables deseos de democracia. Liderazgos tan minimalistas como el que quiere ensayar el PP –que le votemos como un mal menor -, ante los retos tan descomunales que nos van a llegar, resultan un pobre desafío.

Ambos proveedores, nos ofrecen productos anticuados, caros y sobre todo, viciados. Hemos de cambiar de suministradores si queremos que nuestro producto final tenga futuro. Aunque poco les importaría comprarnos las ideas,  si viesen peligrar sus privilegios.  Se las tendremos que vender con la debida firmeza y unidad en las urnas.

Abrimos nuestro debate, que como siempre esperamos creativo y respetuoso. Los dos grandes partidos son el enemigo común de nuestra democracia. No hallaremos en nuestro pasado inconvenientes genéticos o históricos tan grandes como la conveniencia de estos por mantenernos divididos y sometidos. Y mucho ánimo a quienes hayan perdido su empleo este trimestre, sabed que estamos de vuestra parte y que no cesaremos en la búsqueda del mejor camino para superar juntos este trance. Algunas buenas ideas tenemos.

“La naturaleza nos creó iguales, pero llevamos siglos combatiéndolo con éxito”.

Mariano Rajoy