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Los ‘maletines’ del fútbol como metáfora del dinero negro que nos invade
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Carlos Sánchez

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Los ‘maletines’ del fútbol como metáfora del dinero negro que nos invade

Definitivamente, vivimos en un país fantástico. Como se sabe, España es una de las naciones de Europa con más dinero negro por metro cuadrado. La economía

Definitivamente, vivimos en un país fantástico. Como se sabe, España es una de las naciones de Europa con más dinero negro por metro cuadrado. La economía sumergida campa a sus anchas -ahí está el millón largo de inmigrantes que trabaja de forma irregular- y el ‘boom’ inmobiliario ha estado sostenido -no hace falta ser un lumbreras para llegar a esta conclusión- por la libre circulación de dinero opaco fiscalmente, hasta alcanzar niveles verdaderamente insoportables. Aunque siempre es una cuestión peliaguda medir la economía ‘golfa’, lo cierto es que algunos estudios la sitúan entre el 15% y el 25% del Producto Interior Bruto. No estamos, por lo tanto, hablando de un problema menor.

El hecho de que en este país circulen 113 millones de billetes de 500 euros no es más que el síntoma de un problema. La fiebre que señala la existencia de una enfermedad sin cura alguna. Al menos para los responsables de Hacienda, a quienes no se les ve nada preocupados. Ya se sabe que su trabajo es controlar a los asalariados y poca cosa más. De vez en cuando algún golpe a una trama organizada, y a vivir que son dos días. Desde luego, la culpa no la tiene únicamente este Gobierno ni los actuales responsables de la Agencia Tributaria. Se trata de un viejo problema que recorre la geografía española con el beneplácito de todos. Del Gobierno central y de los autonómicos, que también tienen responsabilidad en la lucha contra el fraude. Alguien debería explicar de qué viven cientos de miles de inmigrantes sin papeles que ni pagan a Hacienda ni cotizan a la Seguridad Social. Simplemente del dinero negro que reciben de sus empleadores.

Sin embargo, este país permanece anestesiado ante un verdadero problema que tira por tierra los principios de justicia y equidad tributaria. Pocas cosas hay más injustas que unos paguen a Hacienda y otros se aprovechen de los servicios públicos sin coste alguno. Algún día habrá que hacer las cuentas sobre cuánto bajaría nuestra factura fiscal si todos y cada uno de los españoles cumplieran sus obligaciones tributarias.

Un ejemplo cercano y reciente. Resulta que a ningún funcionario de la Agencia Tributaria -y no digamos a sus superiores- se les ha ocurrido investigar si es cierto eso de que los ‘maletines’ cargados de buen dinero negro afloran por doquier durante los últimos días de la Liga en la España del balompié. Que existen esos maletines es cosa sabida desde hace años. No hay ningún directivo –muchos de ellos dedicados en cuerpo y alma al mundo del ladrillo- que reconozca que en un momento dado ha tenido que pagar a algún equipo para evitar un descenso o evitar males mayores.

El croata Davor Suker ha sido el último en reconocerlo, pero no es ningún secreto que el pago de dinero negro en el mundo del fútbol es el pan nuestro de cada día. Suker lo dice en público, claro está, porque el delito ya ha prescrito y aquí paz y después gloria. Pero los que no han prescrito son los pagos realizados en los últimos cuatro años.

Los pagos ilegales, claro está, porque los legales debieran aparecer en alguna rúbrica del pagador -el club de fútbol- y la contrapartida, lógicamente, en la declaración de la renta del perceptor. Sin embargo, que se sepa, en ninguna parte de la cuenta de resultados de ningún club aparece el pago a sujetos tributarios, lo que debiera haber levantado alguna sospecha a las autoridades. Algunas de ellas sentadas ayer en los palcos de sus clubes favoritos. Como si el dinero negro no fuera con ellos.

Definitivamente, vivimos en un país fantástico. Como se sabe, España es una de las naciones de Europa con más dinero negro por metro cuadrado. La economía sumergida campa a sus anchas -ahí está el millón largo de inmigrantes que trabaja de forma irregular- y el ‘boom’ inmobiliario ha estado sostenido -no hace falta ser un lumbreras para llegar a esta conclusión- por la libre circulación de dinero opaco fiscalmente, hasta alcanzar niveles verdaderamente insoportables. Aunque siempre es una cuestión peliaguda medir la economía ‘golfa’, lo cierto es que algunos estudios la sitúan entre el 15% y el 25% del Producto Interior Bruto. No estamos, por lo tanto, hablando de un problema menor.

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