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La ‘realpolitik’ se impone a la hojarasca nacionalista
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Carlos Sánchez

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La ‘realpolitik’ se impone a la hojarasca nacionalista

En un país acostumbrado al griterío político y al escándalo en un vaso de agua, los resultados electorales en el País Vasco y Galicia dejan una

En un país acostumbrado al griterío político y al escándalo en un vaso de agua, los resultados electorales en el País Vasco y Galicia dejan una primera lectura. Los electores no están para bromas. No están para discursos grandilocuentes en aras de lograr una supuesta identidad nacional perdida.

La cesta de la compra preocupa más que la política de inmersión lingüística o los símbolos nacionales, y eso explica en buena medida la derrota del bipartito en Galicia. Los resultados han demostrado que Touriño se equivocó cuando desobedeciendo  a Ferraz renunció a adelantar las elecciones, lo que ha hecho que coincidieran con unos de los peores momentos de la crisis económica. Todo un error estratégico.

Pero también el empleo o la vivienda son mucho más importantes que la presentación de presuntos planes de autodeterminación destinados al fracaso. Por eso, Ibarretxe es más que probable que pase a la oposición.

No se trata de una elucubración teórica ni de un ataque gratuito a los partidos nacionalistas. Todas las encuestas coinciden en que los problemas de los ciudadanos no siempre coinciden con los de sus representantes, y cuando esto ocurre casi siempre sucede lo mismo: hay cambio de Gobierno. Algo que puede explicar que las acusaciones de corrupción contra el PP hayan tenido escaso impacto electoral. 

La segunda lectura tiene que ver con el nacimiento de una nueva  hornada de  políticos no contaminados por el pasado. Ni Núñez-Feijóo ni Patxi López ni Antonio Basagoiti son ‘pata negra’ de sus respectivos partidos, y eso les ha permitido recoger el voto de ciudadanos que han acudido a las urnas simplemente porque querían el cambio político. El caso del líder del PP es, probablemente, el más evidente. Ha sido capaz de sacar un resultado más que aceptable pese a la abrupta salida de María San Gil, que ha demostrado que en política nadie es insustituible.

La tercera lectura tiene que ver con los cambios en el Gobierno de Madrid, Zapatero sacó adelante los últimos Presupuestos Generales del Estado con el apoyo de los diputados del PNV y BNG, los dos partidos que pasarán, previsiblemente a la oposición. No parece probable, por lo tanto, que vuelvan a dar sus votos a Zapatero, que necesariamente tendrá que mirar hacia CiU. No lo va a tener fácil.  La obsesión de los nacionalistas catalanes es volver a la Plaza de San Jaume, y eso no pasa por dar su apoyo en Madrid a cambio de nada. Es decir, que en los peores momentos de la crisis económica, el Gobierno de Madrid se ha quedado un poco más solo.

La cuarta lectura tiene que ver con la resurrección de Rajoy, que parecía enterrado por sus detractores, pero que tras el 1-M ha salido reforzado. Pierden Esperanza Aguirre, con nulas posibilidades de ser una líder a nivel nacional, y todo el coro mediático que desde las últimas elecciones no ha hecho otra cosa que conspirar contra el presidente del PP. De nuevo se ha demostrado que lo que interesa a los ciudadanos es cómo pagar la hipoteca o cómo encontrar un empleo, y no movimientos de palacio que sólo pretenden ganar oyentes/lectores.

Una última lectura. El éxito de Rosa Díez hay que matizarlo. Y  mucho. UPyD ha logrado 22.002 votos en toda la comunidad autónoma vasca. Y su escaño lo ha obtenido gracias a los 5.974 votos obtenidos en Álava. Es decir, que la ex dirigente socialista tiene presencia en Vitoria gracias al peculiar sistema electoral que existe en Euskadi, donde cada uno de los tres territorios forales cuenta con 25 escaños, independientemente del número de habitantes.

Al margen del cambio en Ajuria Enea, lo más significativo es el incremento de votos de Aralar, una formación escindida hace muchos años del mundo de Batasuna, pero que condena la violencia y ha hecho una apuesta por la democracia. En un parlamento en el que ninguna formación terrorista toma asiento, esa puede ser la vía política que abracen determinados sectores abetzales hartos ya de tanta matraca de los Otegi de turno.

En un país acostumbrado al griterío político y al escándalo en un vaso de agua, los resultados electorales en el País Vasco y Galicia dejan una primera lectura. Los electores no están para bromas. No están para discursos grandilocuentes en aras de lograr una supuesta identidad nacional perdida.