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Zapatero y los sindicatos se reparten Polonia
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Carlos Sánchez

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Zapatero y los sindicatos se reparten Polonia

El pacto de no agresión más célebre hasta el momento fue el que firmaron Molotov y Von Ribentropp en agosto de 1939 bajo la atenta mirada

El pacto de no agresión más célebre hasta el momento fue el que firmaron Molotov y Von Ribentropp en agosto de 1939 bajo la atenta mirada de un satisfecho Stalin, como muestran las fotografías de la época. El pacto, como se sabe, sólo permitió ganar tiempo a ambas partes y repartirse Polonia. La II Guerra Mundial comenzaría sólo semanas después.

Sin tanto dramatismo, no es fácil saber si el Acuerdo Social y Económico (ASE) que se firma este miércoles en el palacio de la Moncloa esconde una futura ruptura de las hostilidades (ya sucedió con el AES firmado en 1984), pero lo que está claro es que, como en 1938, las partes contratantes (que dirían los hermanos Marx) ganan tiempo mediante la firma de un pacto de no agresión al menos hasta las elecciones generales.

Zapatero se quita presión de los mercados y construye un mal remake de los Pactos de la Moncloa, los sindicatos recuperan protagonismo mediático y los empresarios vuelven a pintar algo en el diálogo social. Y todo ello a cuatro meses de las elecciones autonómicas y locales.

Este escenario, sin duda, explica en buena medida la existencia de un acuerdo que en realidad se circunscribe a la reforma de las pensiones públicas (léase recorte)  mediante el expeditivo método de alargar la edad de jubilación a 13 millones de ocupados que hoy tienen menos de 50 años, y que se jubilarán a partir de 2027 a los 67 años. El resto es, simplemente, un ropaje, un envoltorio, con el que se quiere vestir un acuerdo vacío de contenido que simplemente enuncia los problemas y necesidades de la economía española, pero sin plantear soluciones concretas. Y que ni de lejos evoca a los Pactos de la Moncloa.

La escasa utilidad de acuerdo probablemente tenga que ver con el hecho de que a estas alturas de la crisis, con más de dos millones de puestos de trabajo destruidos en apenas tres años y un elevadísimo endeudamiento de los agentes económicos, ya está todo dicho y escrito; y por eso el pacto llega tarde. Llega cuando se ha destruido buena parte del tejido productivo, lo que le resta validez.

La foto pesa ahora poco en términos económicos. Es una condición necesaria, pero no suficiente, para que los agentes económicos recuperen la confianza en la marca España

Sin embargo, los firmantes del acuerdo tratan los problemas como si no urgiera frenar la sangría del desempleo, lo que explica que el documento (38 páginas) remita una y otra vez a futuras mesas de negociación. Haciendo bueno aquel lúcido diálogo de Asignatura Pendiente, en la que un militante antifranquista se quejaba de que en vez de luchar contra la dictadura sólo acudía a reuniones. Las direcciones confederales de UGT y CCOO se van a hartar de ellas. Incluso han puesto en circulación el término Diálogo Social Reforzado (sic), como si las negociaciones fueran de carácter diplomático en el marco de Naciones Unidas.

La importancia de la foto

Lo importante era la foto y, sin duda, que el presidente del Gobierno ha obrado con maestría para lograrla, dejando al Partido Popular en una difícil posición ante la opinión pública por su inexplicable oposición a cerrar acuerdos con el Gobierno. O, al menos, a proponerlos.

Lo que ocurre, sin embargo, que la foto (por muy aireada que sea) pesa ahora poco en términos económicos. Es una condición necesaria, pero no suficiente, para que los agentes económicos recuperen la confianza en la marca España. El Tesoro Público será, en este sentido, el gran beneficiado, como demuestra el hecho de que S&P mantuviera ayer el rating de España. Pero ni las pensiones ni el plan de ¿choque? contra el paro juvenil (bajando cuotas de la Seguridad Social para que firmen los empresarios) sirven para reconducir la situación. Simplemente, porque el problema ahora es de demanda interna, y en un contexto como el actual ninguna empresa contratará cuando sabe que la renta disponible de las familias está bajo mínimos (petróleo, subida de impuestos, inflación o recortes salariales). Y cuando nada menos que casi el 30% de la utilización de la capacidad productiva está ociosa, lo que significa que no hay razones para aumentar la inversión.

Los sindicatos lo van a tener mucho más difícil. Y aunque formalmente sus órganos directivos han aplaudido el acuerdo -probablemente porque está en juego la propia supervivencia de las estructurales confederales de ambos sindicatos-, sólo hay que echar un vistazo al muro de CCOO en Facebook para darse cuenta de cómo ha sentado en las bases la prolongación de la edad de jubilación. Un giro copernicano que explica paradojas como que en la página web de CCOO Toxo y Méndez celebran el acuerdo y poco más abajo los mismos sindicatos anuncian encierros en las sedes provinciales de la Seguridad Social contra la prolongación de la edad de jubilación.

Los sindicatos reconocen en privado que no había más remedio que firmar. Primero porque la calle no está para huelgas generales, y, segundo, porque de esta manera se ha descafeinado la idea inicial del Gobierno. Si este argumento fuera cierto, no cabe duda de que los sindicatos deberían haber firmado la reforma laboral o, incluso, el recorte salarial de los empleados públicos. Sin duda hubieran podido ‘influir’ para evitar males mayores.

El pacto de no agresión más célebre hasta el momento fue el que firmaron Molotov y Von Ribentropp en agosto de 1939 bajo la atenta mirada de un satisfecho Stalin, como muestran las fotografías de la época. El pacto, como se sabe, sólo permitió ganar tiempo a ambas partes y repartirse Polonia. La II Guerra Mundial comenzaría sólo semanas después.

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