Es noticia
El día en que Rajoy se vistió de Calvino
  1. España
  2. Mientras Tanto
Carlos Sánchez

Mientras Tanto

Por

El día en que Rajoy se vistió de Calvino

Los problemas de contención del déficit público son estructurales. Y lo que ha pasado en los últimos años es que la política fiscal ha neutralizado la expansión monetaria.

Foto: La canciller alemana, Angela Merkel, con el presidente del Gobierno español en funciones, Mariano Rajoy, en una cumbre informal en Alemania. (Reuters)
La canciller alemana, Angela Merkel, con el presidente del Gobierno español en funciones, Mariano Rajoy, en una cumbre informal en Alemania. (Reuters)

No es casualidad que el libro de memorias* de Ben S. Bernanke se titule ‘El valor de actuar’. Al fin y al cabo, le tocó ser presidente de la Reserva Federal en los momentosmás dramáticos de la economía norteamericana desde 1929. ¡Y vaya si actuó regando de liquidez el sistema crediticio mundial!

Cuenta Bernanke en el libro su opinión personal sobre el anterior presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, de quien recuerda, acaso de forma malévola, que no eraun economista de carrera. “Me pareció”, sostiene, “demasiado dispuesto a aceptar el enfoque moralista de lapolítica macroeconómica defendida por muchos europeos del norte [léase Alemania], y demasiado desdeñoso hacia las políticas dirigidas a incrementar la demanda total en medio de un bache económico profundo”.

Bernanke reconoce que él no estaba de acuerdo con el apoyo de Trichet “a la austeridad y a las restricciones monetarias”. Y, de hecho, como se recordará, el BCE llegó a elevar dos veces en 2011 (en marzo y junio) el precio oficial del dinero, precisamente, cuando los países del sur (entre ellos dos economías de gran tamaño para Europa como España e Italia) estaban con el agua al cuello.

“Todos los pasos de Mario iban en dirección correcta, pero la política fiscal creaba vientos en contra aún más poderosos que en EEUU"

Ni que decir tiene que ese “enfoque moral” es el que explica que Europa haya crecido sistemáticamente menos que EEUU desde que estalló la crisis. O, incluso, que países como España todavía no hayan recuperado los niveles de PIB previos a la primera recesión pese a que se ha endeudado hasta las cejas.

Bernanke lo achaca a una contradicción flagrante que todavía hoy se observa con nitidez. Es conocido que el sucesor de Trichet,Mario Draghi, decidió cambiar la orientación de la política monetaria pese a las resistencias de Alemania (que esgrimió razones jurídicas que con el tiempo se demostraron absurdas), pero esa estrategia ha chocado contra un muro.

En palabras de Bernanke: “Todos los pasos de Mario iban endirección correcta, pero la política fiscal creaba vientos en contra aún más poderosos que en EEUU, y las medidas monetarias fuertes (como una expansión cuantitativa completa) se enfrentaban a unafirme resistencia política, con lo que la recuperación europea siguió siendo esquiva”. Es decir, la expansión monetaria (más liquidez y compra de bonos públicos) era neutralizada por una política fiscal excesivamente ortodoxa que contraía la demanda agregada.

El mito de Sísifo

No es fácil hacer un análisis tan certero del mal de Europa. Y en particular, de España, que, como en el mito de Sísifo, se ha convertido en la metáfora del esfuerzo inútil y perpetuo. Dos datos lo ponen de relieve. Después del esfuerzo que ha hecho en los últimos años la sociedad española en términos de aumento depresión fiscal y pérdida de empleo, la tasa de paro seguirá en un increíble 18,9% en 2017 (según el Banco de España), mientras que la deuda (que ya alcanzó el 100,2% en el primer trimestre de 2015) continuará creciendo de la mano del abultado déficit público.La deuda externa neta, como se sabe, nada menos que 978.000 millones de euros, continúa en niveles estratosféricos pese al racionamiento del crédito.

Es verdad, sin embargo, que España crece más que la media Europea, pero en aras del rigor hay que recordar que la mitad del avance del PIB tiene que ver con 'shocks' económicos que no volverán: desplome del petróleo, debilitamiento del euro y tipos de interés históricamente bajos.

Se suele argumentar que esas mismas condiciones se dan en otros países y crecen menos; pero se olvida que esas circunstancias benefician, sobre todo, a los países más endeudados, como España, en los que la renta disponible de las familias y de las empresas está muy determinada por los tipos de interés, al fin y al cabo la mayoría de la viviendas son en propiedad y el apalancamiento empresarial es elevadísimo. Igualmente, por razones obvias, los países más dependientes del petróleo -también como España- son los que más se benefician del hundimiento de los precios. Un barril de crudo cuesta hoy la tercera parte que en 2011, cuando Trichet, influido por Alemania, decidió subir los tipos de interés para dar un escarmiento a los países periféricos y obligarles a aplicar duras políticas de ajuste que mermaron la recaudación.

España crece más que la media Europea, pero hay que recordar que la mitad del avance del PIB tiene que ver con 'shocks' económicos que no volverán

De manera intuitiva, se suele culpar del déficit público a los gobiernos manirrotos. Y en particular a las comunidades autónomas, pero más allá de lo simplista de ese análisis lo curioso es la ausencia de un debate de fondo sobre el hecho de que en casi 40 años de democracia la economía española haya tenidosólo entres ejercicios -entre 2005 y 2007- superávit fiscal. Es decir, que el sector público pudo ingresarmás de lo que gastó, y para eso fue necesariala creación artificial de una formidable burbuja de crédito (mientras el Banco de España miraba a la luna de Valencia) que, cuando estalló, se llevó por delante más de tres millones de empleos.

Lo de echar la culpa a las comunidades autónomas, ya se sabe, es un argumento recurrente y políticamente útil y atractivo, pero alguien de Hacienda debería explicar a los españoles que el presupuesto total de todos los gobiernos regionales (año 2015) equivale a 166.102 millones de euros, y de esa cantidad, 128.657 millones se destinan a cuatro partidas completamente inelásticas, y que, por lo tanto, hay que pagar al margen de la coyuntura: sanidad, educación, protección social y deuda pública. Claro está, salvo que se quiera hacer una escabechina con quienes utilizan los servicios públicos esenciales cerrando escuelas u hospitales.

Por lo tanto, el 77,4% del gasto autonómico está prácticamente comprometido el 1 de enero de cada año, lo que quiere decir que sólo se puede actuar sobre el 22,6% restante, lo que no excluye que hayamárgenes de ahorro. Majaderías como las embajadas sin embajadores, televisiones públicas que recuerdan el nodoy otros gastos superfluos en asesores o bobadas no son de recibo en un país en el que la presión fiscal recae sobre los asalariados.

La ufana vicepresidenta

Ante esta evidencia, el Gobierno en funciones ha proclamado hasta la saciedad las ventajas de hacer una política austera que pasa por haber recortado de forma drástica el déficit público. La propia vicepresidenta Sáenz de Santamaría se pavoneó este viernes por lo conseguido. El Ejecutivo de Rajoy ha rebajado a la mitad el desequilibrio fiscal (de los 101.265 millones en 2011 a los 56.608 millones de 2015), dijo ufana. Se le olvidó decir que casi la mitad de esa reducción tiene que ver con el aumento de la presión fiscal, que ha pasado del 36% del PIB en 2011 a situarse por encima del 38% en 2015. Unos 20.000 millones de euros.

La pregunta que cabe hacer, por lo tanto, es si esa estrategia ha sido la correcta en un país que ha cerrado 2015 con un 100% de deuda, un desempleo equivalente al 20,9% de la población activa y un déficit del 5,24% con ayudas financieras. O expresado en palabras de Bernanke: si ese enfoque moral inspirado por los calvinistas del norte ha dado resultados.

Hay quien niega la mayor y opina que, en realidad, no ha habido un duro ajuste del gasto, como lo demuestra el hecho de que el déficit sigue disparado. Pero se obvia que son precisamente los recortes de difícil justificación (mientras se siguen gastando miles de millones en trenes AVEa ninguna parte) y las políticas de devaluación salarial los que han hecho más difícil lograr los objetivos de déficit, toda vez que los multiplicadores fiscales (la variación del PIB relacionada con el gasto público) han sido mucho más negativos de lo que se presuponía, como reconoció en su día el propio FMI. El crecimiento medio de España ha pasado de 99 puntos en 2011 (base 100 en 2010) a 99,2 puntos en 2015, lo que no parece un gran triunfo a la vista de los resultados.

Y ello sin contar algunos problemas estructurales, comunes en las economías avanzadas, como elenvejecimiento(por la caída de la población activa) o laproductividad, que hasta 2008 se ocultó por la vía del crédito. Las empresas crecían porque se endeudaban, no porque fueran más rentables o competitivas.

Majaderías como las embajadas sin embajadores y otros gastos no son de recibo en un país en el que la presión fiscal recae sobre los asalariados

En todo caso, problemas de fondo que, desde luego, no se han arreglado con recortes en sectores sensibles, como la educación. En concreto, en 7.000 millones de euros entre 2009 y 2014, como han puesto de manifiesto la Fundación BBVA y el IVIE. "La caída del gasto público en educación ha ocasionado “tensiones no deseables en actividades de esta naturaleza al poner en riesgo la estabilidad financiera del sistema educativo”, sostiene el estudio.

Es probable que sea una ‘boutade’ aquello que decía Larry Summers, el exsecretario del Tesoro de Clinton, quien sostenía que para que el déficit disminuyera lo más apropiado sería aumentar el gasto público. Pero la evidencia es que Bernanke tenía razón. Es un problema de orientación de la política económica en la que el Gobierno español sólo ha cumplido las órdenes de Berlín.

El calvinismo fiscal es una bendición para países con una larga tradición de equilibrio presupuestario y con instituciones respetadas por los poderes públicos, pero es una calamidad en términos de desempleo para naciones quebradas por el pinchazo de una burbuja de crédito. Y ponerse estupendos aprobando leyes que no se cumplen -como la de estabilidad presupuestaria- ante una crisis de tamaña dimensión sólo conduce a que una década después casi todo esté por hacer. Lo cual no es incompatible con realizaruna política presupuestaria rigurosa. Pero que sea sensata y sin tantos prejuicios morales.

Ben S. Bernanke:El Valor de Actuar. Memoria de una crisis y sus secuelas,Editorial Península, 2016.

No es casualidad que el libro de memorias* de Ben S. Bernanke se titule ‘El valor de actuar’. Al fin y al cabo, le tocó ser presidente de la Reserva Federal en los momentosmás dramáticos de la economía norteamericana desde 1929. ¡Y vaya si actuó regando de liquidez el sistema crediticio mundial!

Déficit público Recesión Seguridad Social Sistema educativo Fondo Monetario Internacional (FMI) Paro Política monetaria Mario Draghi Banco de España Petróleo Reserva Federal Banco Central Europeo (BCE) PIB Soraya Sáenz de Santamaría
El redactor recomienda