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No, deflactar la tarifa del IRPF no es lo mismo que bajar impuestos
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No, deflactar la tarifa del IRPF no es lo mismo que bajar impuestos

La rebaja de impuestos centra la estrategia económica de Núñez Feijóo. En particular, la actualización de la tarifa del IRPF para adecuarla a la inflación. Tiene razón, pero eso no es bajar impuestos

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (3i), preside la reunión del Comité Ejecutivo Nacional. (EFE/Emilio Naranjo)
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (3i), preside la reunión del Comité Ejecutivo Nacional. (EFE/Emilio Naranjo)
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Tiene razón el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, cuando reclama al Gobierno que actualice los tramos del IRPF para que no se produzca una subida encubierta de impuestos por el alza de la inflación. Es decir, lo que suele calificarse como un incremento de la presión fiscal en frío. De hecho, en algún momento se debería incluir en la Ley General Tributaria una disposición que obligara al Gobierno de turno a hacerlo de forma automática cada cierto periodo de tiempo y a partir de ciertos niveles de inflación.

Nunca se ha hecho, y esto explica que el partido que está en la oposición suela exigir al ministro/a de Hacienda que lo haga, pero cuando recupera el poder, si te he visto, no me acuerdo, que diría el castizo. Le ha pasado al PP y le sucede ahora al Gobierno socialista, a quien le ha estallado un problema tan viejo como el propio IRPF. Espoleado, lógicamente, por los altos niveles de inflación. Cuando el IPC estaba en negativo o la subida era irrelevante —entre 2014 y 2021, la inflación media se ha situado en el 0,78%, con cuatro años en negativo—, la revisión era intrascendente, pero ahora, con una inflación anual que se situará este año en torno al 6% (un 3,1% en 2021), se ha convertido en un misil contra el Gobierno. Sin duda, necesario.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante la reunión del Comité Ejecutivo Nacional. (EFE/Emilio Naranjo)

Actualizar la tarifa del IRPF, sin embargo, no es sinónimo de bajar impuestos, es, simplemente, mantener la presión fiscal, y conviene aclararlo porque de lo contrario se estaría diciendo una media verdad. Deflactar, dicho de forma directa, es dejar las cosas como están.

Base imponible y base liquidable

No menos taimado es pensar que como la inflación se ha incrementado en los últimos 12 meses un 9,8%, los sueldos han crecido en la misma cuantía, y, por lo tanto, todos los asalariados se verán perjudicados. Lo cierto es que los convenios colectivos pactados ahora reflejan una subida del 2%, lo que significa, lisa y llanamente, que la pérdida de poder adquisitivo de los salarios es considerable. Esto supone, ni más ni menos, que muy pocos trabajadores notarán en sus declaraciones ante Hacienda un salto de tramo. Es decir, seguirán pagando lo mismo aunque no se hayan deflactado la tarifa o actualizado los elementos que influyen en la definición de base imponible y liquidable. No hay datos suficientes todavía para hacer un cálculo detallado.

Eso quiere decir, por lo tanto, que la cifra manejada por el PP de exceso de recaudación por el IRPF a causa de la inflación está muy sesgada al alza. El Partido Popular habla de rebajar impuestos dentro de una horquilla que va entre 7.500 y 10.000 millones, pero no matiza si se refiere únicamente al impuesto sobre la renta o al conjunto de la recaudación, principalmente el IVA.

Hay datos, sin embargo, que parecen confirmar, efectivamente, que se está produciendo una subida de la presión fiscal en frío sin mover los tipos impositivos. El tipo medio de la renta bruta de los hogares, que incorpora fundamentalmente los salarios en el IRPF, se situó el año pasado en el 13,2%, frente al 12,8% de un año antes. Se trata del mayor nivel de la serie histórica (iniciada en 1995), lo que podría indicar que sí se está produciendo ese fenómeno de subida encubierta de los impuestos, aunque en una proporción mucho menor de lo que sugiere el PP. ¿Y qué ha pasado con la recaudación? Pues algo parecido, aunque en este caso con una matización fundamental. El incremento de los ingresos tiene que ver con la creación de empleo, que en 2021 fue extraordinaria. En total, según la EPA, 840.600 puestos de trabajo, y, como es lógico, más empleo significa mayores ingresos tributarios.

Foto: Alberto Núñez Feijóo. (D.G.)
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Hacienda, en concreto, recaudó el año pasado 7.968 millones más que un año antes por IRPF, cifra muy parecida a la que maneja el equipo económico del PP, lo que de ninguna manera puede achacarse a no deflactar la tarifa, sino, sobre todo, al mayor empleo que fue capaz de generar la economía española.

Salarios y tarifa del IRPF

¿Qué está sucediendo en 2022? Pues algo parecido al año anterior. Entre enero y febrero, también meses de creación neta de puestos de trabajo, los ingresos por retenciones en el IRPF procedentes del trabajo y de actividades profesionales han crecido respecto del mismo periodo del año anterior en 1.893 millones de euros, un 11,5% más.

¿Significa que el incremento se debe a no deflactar la tarifa? De ninguna manera. Una parte difícil de identificar, sin duda que sí, corresponde a quienes hayan visto un incremento de los salarios, pero, como se ha dicho, el grueso tiene que ver con el aumento de la actividad económica. Entre otras razones, porque el número de tramos, a lo largo de las últimas décadas, se ha ido reduciendo, y ahora se sitúa entre cinco y 10, según decida cada comunidad autónoma, y eso que en el último año se aprobó un tramo nuevo para quienes ingresaron más de 300.000 euros.

Cuando había 20 o más tramos y con una inflación elevada, era más fácil pagar más dinero por una simple actualización de salarios, que no es equivalente a ganar poder adquisitivo cuando las nóminas suben lo mismo que los precios. A finales de los años setenta, cuando nació el IRPF, llegaron a existir 28 tramos con un tipo máximo del 65,5%.

Hoy, los tramos, como se ha dicho, son menos relevantes porque la distancia entre uno y otro es mayor, lo que hace más difícil saltar de uno a otro con incrementos salariales del 2%, aunque no actúan de forma homogénea. De hecho, penaliza más a unos grupos que a otros. Como indicaron los expertos que asesoraron al Gobierno sobre la reforma fiscal, se observa que los principales saltos en la progresividad del IRPF se dan al pasar de 20.200 a 35.200 euros (incremento de siete puntos porcentuales, del 30 al 37%), y de 35.200 a 60.000 euros (incremento de ocho puntos porcentuales, del 37 al 45%).

Foto: El nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Chema Moya) Opinión
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Hay que tener en cuenta que el 76,65% de los declarantes del IRPF en 2019 (últimos datos que maneja la Agencia Tributaria) obtiene unos rendimientos del trabajo inferiores a 30.000 euros, y otro 19% se sitúa entre 30.000 y 60.000 euros. Eso significa que más del 85% de los contribuyentes estaría nominalmente afectado por una deflactación de la tarifa para quienes ganen menos de 40.000 euros, como propone el presidente del PP, aunque no de una manera real, debido a que la distancia entre tramos es importante.

Cosa distinta está ocurriendo en el IVA, cuya recaudación se beneficia, lógicamente, de un aumento de la inflación. En este caso, sí que la subida es importante. El incremento en los dos primeros meses de este año equivale a 3.314 millones de euros. O 12.302 millones si se contabiliza todo el año 2021, cuando la economía creció nada menos que un 5,1%. ¿Qué ha ocurrido con el resto de impuestos? Pues algo parecido. Hacienda, en los dos primeros meses del año, ha recaudado 7.472 millones de euros más que en el mismo periodo del año anterior. Una parte por el aumento de las bases imponibles, y otra, lógicamente, por la inflación. En unos casos, porque los impuestos son progresivos (IRPF) y en otros por su carácter proporcional (IVA). Pero separar el grano y la paja es hoy un ejercicio casi imposible con la información que suministra Hacienda.

Tiene razón el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, cuando reclama al Gobierno que actualice los tramos del IRPF para que no se produzca una subida encubierta de impuestos por el alza de la inflación. Es decir, lo que suele calificarse como un incremento de la presión fiscal en frío. De hecho, en algún momento se debería incluir en la Ley General Tributaria una disposición que obligara al Gobierno de turno a hacerlo de forma automática cada cierto periodo de tiempo y a partir de ciertos niveles de inflación.

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