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El profesor Tamames pone un cero al estudiante Tamames
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El profesor Tamames pone un cero al estudiante Tamames

El profesor Tamames no hubiera aprobado el examen del alumno Tamames. Una cosa es la coyuntura y otra muy distinta la estructura. Los problemas económicos graves que tiene hoy la economía española vienen de lejos

Foto: El profesor Ramón Tamames (i), a la finalización del debate de la moción de censura. (EFE/Kiko Huesca)
El profesor Ramón Tamames (i), a la finalización del debate de la moción de censura. (EFE/Kiko Huesca)
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No deja de ser singular que el primer (y único) presidente del Gobierno de la historia de España con un título de economista bajo el brazo, Pedro Sánchez, haya querido responder personalmente a Ramón Tamames, autor del manual más célebre de economía en español. Un manual, por cierto, que ha servido para formar durante varias generaciones a miles y miles de estudiantes. Es probable, de hecho, que el propio Sánchez lo haya manejado durante su época académica.

El Tamames de entonces, como es obvio, no tiene nada que ver con el actual. Ni tampoco su Introducción a la economía española —o su obra paralela: Estructura económica de España— es hoy un libro imprescindible, pese a que al menos se han publicado 26 ediciones. Posiblemente, porque tampoco España es la misma, como no puede ser de otra manera.

Su mejor obra, sin embargo, desde luego la más influyente en el plano político, fue un pequeño libro que publicó en 1975 —dos años antes de la legalización del PCE— en el que dibuja el proyecto de España que tenía por entonces en la cabeza. Lo tituló Un proyecto de democracia para el futuro de España, y en él imaginó cómo sería el cambio político ante la muerte inminente del dictador.

Como es lógico, no acertó plenamente, el futuro nunca está escrito, pero el opúsculo está lleno de sentido común en la medida que refuerza la idea de la reconciliación nacional —eje de la política del PCE desde 1956— para superar el enfrentamiento civil. El propio Tamames, en el prólogo que hizo a su Introducción a la economía española, fechado en Buenos Aires el 25 de agosto de 1967, rezaba en alto, en el sentido laico del término, por que los españoles no perdieran la esperanza de que “sobre el suelo de nuestra entrañable Península podamos crear una sociedad nueva sobre la base de una economía renovada”. Y para ello, sugería en la nota introductoria, era “absolutamente preciso que las clases y grupos sociales más avanzados refuercen su conocimiento de los mecanismos económicos que articulan a nuestra sociedad”. Se refería, ya lo había hecho en algún opúsculo anterior publicado en los años sesenta en que estudió la formación de oligopolios durante el franquismo, a que conocieran “cuáles son los centros desde donde se ejerce el poder económico”.

El manejo de los datos

Analizar el discurso de Tamames a la luz del pensamiento actual sería no solo una trampa dialéctica, sino, sobre todo, un anacronismo histórico, algo muy habitual en el análisis político; pero no deja de sorprender que, tratándose de un economista acostumbrado a manejar datos, su intervención de ayer estuviera ausente de la precisión exigible a un economista profesional, como fue él durante muchos años.

Foto: El profesor Ramón Tamames (i) conversa con el líder de Vox, Santiago Abascal (d), durante el debate de la moción de censura de su partido contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Chema Moya)

Esta omisión, lógicamente, puede ser achacable a que ya no dispone de la agilidad intelectual de entonces o a que ya no cuenta con el necesario equipo de colaboradores que tuvo durante muchos años, pero ese es, precisamente, el problema de Tamames, que dejándose llevar por bulos y falsedades ha traicionado su propio historial académico. Entre otras razones, porque creó una deliberada confusión sobre dos términos muy diferentes: la coyuntura y la estructura.

La primera tiene que ver con la situación de una economía en un momento concreto, por ejemplo, los últimos indicadores macro (IPC, PIB o desempleo), mientras que la segunda analiza factores complejos e interrelacionados al tener en cuenta todos los factores que influyen en el comportamiento histórico de una determinada economía: sectores productivos o inversión en capital físico y humano.

El propio Tamames habló en alguna ocasión de que lo que pretende el análisis estructural es identificar los hechos, pero también interpretarlos a la luz de un planteamiento de largo plazo.

Y es por eso por lo que Tamames sabe mejor que nadie que si España tiene el doble de desempleo que la UE, que es cierto, es un problema derivado del mal comportamiento del mercado de trabajo desde hace décadas. O que el hecho de que no haya recuperado los niveles de PIB previos a la pandemia tiene que ver con su enorme dependencia del turismo y de actividades relacionadas con la movilidad, lo que explica que el batacazo de 2020 fuera muy superior al de los países de nuestro entorno. O que el problema de las plantas fotovoltaicas es anterior a este Gobierno, incluso al anterior. O que la figura de los fijos discontinuos viene de lejos, y es un avance social que no pierdan la relación laboral mientras no haya trabajo. O que el problema de la deuda es estructural en un país que ha tenido desde 1977 solo tres años con superávit. O que el índice Gini, que mide la desigualdad de renta, es un problema de largo recorrido que hay que relacionar, precisamente, con la estructura productiva y la cronificación de la desigualdad por la existencia de un sistema fiscal erosionado desde hace muchos años en algunas de sus principales figuras. Y es falso que los inmigrantes encuentren trabajo antes que los nacionales. La tasa de paro entre los extranjeros es del 18,65% (20% entre los no comunitarios), mientras que entre los españoles se sitúa en el 11,93%.

Foto: El profesor y economista Ramón Tamames.  (EFE/J. J. Guillén)

No es que este Gobierno no tenga responsabilidad de lo que sucede en la economía española. Al contrario. Su error, de hecho, es el mismo que el de Tamames: oculta de forma deliberada algunos de los problemas estructurales de la economía española, que hoy se han tapado por unas circunstancias históricas: fondos europeos (140.000 millones de euros), tipos de interés cero hasta hace unos meses, suspensión de la reglas fiscales o, incluso, el desprestigio de algunos de los paradigmas económicos nacidos en los años ochenta y que hoy están siendo puestos en cuestión. El profesor Tamames hubiera suspendido al alumno Tamames, y es probable que también al estudiante Sánchez.

No deja de ser singular que el primer (y único) presidente del Gobierno de la historia de España con un título de economista bajo el brazo, Pedro Sánchez, haya querido responder personalmente a Ramón Tamames, autor del manual más célebre de economía en español. Un manual, por cierto, que ha servido para formar durante varias generaciones a miles y miles de estudiantes. Es probable, de hecho, que el propio Sánchez lo haya manejado durante su época académica.

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