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Burbujas y transparencia
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Begoña Villacís

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Burbujas y transparencia

La honradez es algo que está reservado a la prueba, a la evidencia, no se le presume a nadie, se merece y ulteriormente se reconoce, histórico mediante

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Por muy bien traído que venga un concepto, por bien que precise la idea expuesta, se autodestruirá en su enésima cita. La mejor manera de vaciar de significado una palabraes repetirla y repetirla.¿Quién no ha comprobado cómo va perdiendo su sentido para convertirse en simples fonemas? Canciones que, de aspirar a ser sintonizadas, acaban por ser la tortura del verano;ropa usada desprovista del encanto del primer día… Algo parecido pudiera ocurrirle a ciertos términos que, manoseados por oportunistas varios, sobados, ultrajados, pierden sonoridad y prestancia.

Transparencia pudiera acabar siendo una de estas palabras:vocablo de moda, socorrido comodín en el verso político y tertuliano, propagadopor parlamentos, platós, bares y peluquerías, diría que no parece estar reservado al transparentesino a quien aspire a parecerlo, de ahí que la suspicacia que en el espectador despierta la manida fraseacabe por darle mala fama a término. Transparencia en boca de un político al que el futuro depara un titularen las apretadas páginas de corrupción; transparencia en boca de un portavoz de representativa organizaciónsemanas antes de ser pillado con el carrito del helado;transparencia como aspiración, transparencia como condición.

Transparencia, transparencia, transparencia, transparencia, y ahora que degradamos la palabra al nivel de las letras, encontremos el origen de su necesidad, que no es otra que lade confiar en la honradez del otroy la demostración de la misma y eso, Sres., trasciende de aquello que aguanta el papel y soporta un discurso hipócrita. La honradez es algo que está reservado a la prueba, a la evidencia, no se le presume a nadie, se merece y ulteriormente se reconoce, histórico mediante.

Vocablo de moda, socorrido comodín en el verso político y tertuliano, no parece estar reservado al transparente sino a quien aspire a parecerlo

Por todo ello, en buena lógica advertiréque cuando por boca de alguien, de la mía propia, escuchen proferir “el término” habrán de hacerse cuentas a largo plazo, y reconocerán la firmeza del propósito cuando toque, al término de un mandato, de una carrera profesional, de una vida, que es cuando se suelen reconocer este tipo de cosas. Dado que la certeza es, pues, atributo de lo probado, el peso del compromiso ajeno sólo podrá ser especulado. Coherencia en el mensaje, sinceridad, la propia intuición, archivo histórico, relaciones… influirán, sin duda, en su voluntad de confianza en tiempos de descrédito social e institucional, de sórdidas historias judicializadas y viejos partidos raídos y carcomidos por las miserias de siempre.

¿Es pues legítimo resignarse envuelto en la bandera del “malo conocido”, en la supuesta “utilidad” del voto o en la gobernabilidad no participada por el ciudadano?La respuesta es sí. Sies legítimo, es, en definitiva, la desconfianza a la desconfianza, algo natural y a la vez aprendido, pero permítanme que también,encuentre legítimo pensar que las cosas pueden cambiar, que es responsable aspirar a elevar nuestros niveles de exigencias, tan rebajados hoy que nos hacen todavía cuestionar lo bueno por conocer. En definitiva “busque, comparé, y si encuentra algo mejor…créalo”

Por muy bien traído que venga un concepto, por bien que precise la idea expuesta, se autodestruirá en su enésima cita. La mejor manera de vaciar de significado una palabraes repetirla y repetirla.¿Quién no ha comprobado cómo va perdiendo su sentido para convertirse en simples fonemas? Canciones que, de aspirar a ser sintonizadas, acaban por ser la tortura del verano;ropa usada desprovista del encanto del primer día… Algo parecido pudiera ocurrirle a ciertos términos que, manoseados por oportunistas varios, sobados, ultrajados, pierden sonoridad y prestancia.

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