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Adas sin varitas
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Begoña Villacís

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Adas sin varitas

Si hubiésemos de resumir estos días de inspiraciones y visiones convendríamos en concluir que, en esta ocasión, las urnas nos han devuelto Adas desarmadas y desprovistas de varitas mágicas

Foto: Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. (Reuters)
Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. (Reuters)

Tengo demasiado respeto a este medio para entregarme al error en la primera palabra del título, espero entiendan que el atropello ortográfico es plenamente intencional a la par que cierto.

Faltando 66 días para cumplir los 100 de cortesía es ya posible decir que las eufóricas pseudovictorias perpretadas bajo programáticas promesas de garantizar la multiplicación de peces y panes y excitadas proclamaciones y consignas -“síse puede”-, van perdiendo lustre y poderío. Va a ser que al final “no se puede”, y que donde dije Mobile World Congress no, al final es que sí, donde dije casta, procede matizar que la casta, si es propia, es menos casta y que el regeneracionismo viene de la mano de completar un look a base de zapatillas y camiseta del color que toque.

Bancas Públicas Municipales que quiebran, antes de ser abiertas, tardío recelo de un programa comprometido, tasas fantasmas, desahucios que ahora no resultan paralizables, y el retracto. Si hubiésemos de resumir estos días de inspiraciones y visiones convendríamos en concluir que, en esta ocasión, las urnas nos han devuelto Adas desarmadas, hadas desprovistas de varitas que se afanan en conjurar lo que diez minutos más tarde se verán obligadas a desmentir, porque no, porque simplemente no funciona así, porque la lógica del activista, del contrasistema no encuentra fácil acomodo en el oficio de la responsabilidad.

Dice el refrán que si en Barcelona a uno no le gusta el tiempo, que espere cinco minutos, misma esperanza puede albergar hoy el vecino de la Ciudad Condal con respecto a las políticas, hoy pobladas de incongruencias de bajo coste que devalúan el valor de la palabra dada a la del infiel cazado por quinta vez. Las abajofirmantes autoras de programas que si cumplían con los estándares de sensacionalismo requeridos, huyen, ahora que han tocado poder, de su contenido cual furtivas desertoras sin que ello escandalice, probablemente porque tal hecho se encontraba descontado de antemano.

Personalmente me alegro de este repentino cambio de planes, me alegro de la existencia planes Baunque sean concebidos cada cinco minutos, prometo leer las webs destinadas a recoger las últimas versiones, aunque me incomode encontrarme con el término oficial, término reservado a todo aquello que a Vd. y mí nos toca pagar y que legitima la versión del reino, al tiempo que retrata como desviada o desacertada lo recogido por el medio de turno pillado infranganti entre la versión V o VI del culebrón del día.

Y es que, como bien decía Tsipras “en tiempos de crisis, no existe la puridad ideológica”, ni las varitas mágicas Tsipras, ¿para qué?, existiendo el donde dije digo Diego y punto, la posibilidad de desobedecer las leyes que una considere injustas y la blanda hemeroteca nacional, la puridad que se la queden los perdedores, cocidos en su salsa de estrellas rojas.

Tengo demasiado respeto a este medio para entregarme al error en la primera palabra del título, espero entiendan que el atropello ortográfico es plenamente intencional a la par que cierto.

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