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Begoña Villacís

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¿Son 8 de cada 10 empresarios malos o feroces? ¿O son los trabajadores litigadores manifiestos y conflictivos que eligen judicializar su vida laboral? Sinceramente, creo que ni lo uno de lo otro

Foto: Una oficina del paro en Madrid. (Efe)
Una oficina del paro en Madrid. (Efe)

Asistimos al no va más del debate político, a la superación del “y tú más” para caer en el clásico “y yo más” electoral. Ahora se puede prometer y se promete, a diestra y a siniestra. Se garantiza lo probable, lo improbable y lo imposible, lo que nuevamente revela que hay partidos que vuelven a perfilar programas solo predicables desde la oposición. Y hay partidos que estarían dispuestos a derogar todo, simplemente por el hecho de tener alergia a lo ajeno.

Y vuelvo ahora a la era del debate, del debate rápido, poco sosegado, al debate incompatible con la letra pequeña y, en ocasiones, con lo importante. Como asistente puedo dar fe de lo anterior, así como confirmar que, en ocasiones se sirven más del reproche y una artificial jactancia, que del análisis profundo del contenido del programa. Personalmente siempre lamento menos las cosas dichas que las que se quedaron en el tintero, por eso esta columna suele estar al servicio de mi desahogo. Hoy me desahogaré hablando de lo que para mí es un de los asuntos capitales de España, el empleo, y las condiciones del mismo.

Empecemos desde el principio, para entender la realidad de algo que unos y otros, teóricas izquierdas y derechas, han estado manejando a su antojo, ya tocara ser oposición o gobierno.

En España, en la teoría, el contrato de trabajo ha de ser indefinido, ya que sólo es posible celebrar un contrato temporal (sin tener en cuenta los de formación e interinidad) en dos casos. Por un lado, el contrato por obra, en el que tiene que especificarse de forma concreta la obra, que debe tener además autonomía y sustantividad propia. Un claro ejemplo sería la construcción de un edificio. Acabado el edificio, finaliza la causa de contratación y por tanto, es justificada su temporalidad. El segundo supuesto es el contrato eventual por circunstancias de la producción. Es decir, cuando dentro de la actividad normal de una empresa, se produce un pico de trabajo y es preciso reforzar la plantilla. Sería el caso, por ejemplo, de la campaña de Navidad de unos grandes almacenes, circunscrito en el tiempo y, por tanto, nuevamente justificada su temporalidad.

Son por tanto contratos que, por su propia naturaleza, debieran emplearse de forma residual. Pero en la práctica algo no funciona si valoramos las vigentes cifras de contratación, ya que el 93 por ciento de los nuevos contratos son temporales, lo que mantiene a los nuevos trabajadores excluidos de una vida laboral digna y estable, al estar permanentemente entrando y saliendo del mercado laboral.

Estoy convencida que el PSOE, cuando los propuso y aprobó, no estimó su futura ultrautilización, que acabaría marginando la existencia del indefinido

Se produce además otro hecho, que se ha convertido en creencia colectiva, y es que uno ha de pasar por un contrato temporal para acabar en uno indefinido. Es más, esto me lo han dicho a la cara, sin sonrojo, en uno de estos debates televisivos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, ya que esto es un claro fraude de Ley de la norma, y no tiene otro objeto que ampliar ilegalmente el periodo de prueba, puesto que el contrato temporal cuenta con una indemnización notablemente inferior, 12 días por año trabajado versus los 33 de los actuales contratos indefinidos. El fin de contrato vendrá, por tanto, determinada por una fecha artificial, ni por la finalización de los trabajos, ni por la falta de adecuación del candidato.

Estoy convencida que el PSOE, cuando los propuso y aprobó (si, los contratos temporales fueron obra de Felipe), no estimó su futura ultrautilización, que acabaría marginando la existencia del contrato indefinido. A la fecha, se estima que 8 de cada 10 contratos temporales se celebran en fraude de Ley, ya que, como hemos explicado, es la propia naturaleza del puesto trabajo, y no la voluntad de las partes, la que determinan el tipo de contrato. Lo que en términos jurídicos se conoce como principio del “iuris nomen” o "primacía de la realidad". O dicho de otro modo, las cosas son tal y como son y no tal y como las partes aseguran que son.

Partiendo de esta base, ¿son 8 de cada 10 empresarios malos o feroces? ¿O son los trabajadores litigadores manifiestos y conflictivos que eligen judicializar su vida laboral? Sinceramente, creo que ni lo uno de lo otro. Cuando la ley se ha de tergiversar de manera constante y notoria, es que algo no funciona y que dicha ley se ha despegado de las necesidades sociales y laborales. Por eso toca ahora reformarlo todo, sin destrozarlo todo, pero no bajo la revisión de las viejas consignas y tratando de remendar una pieza más por apego que por utilidad.

Es evidente que no queremos un país en precario, un país sin planificación, un país que discrimine entre indefinidos y temporales

Empecemos pues, por el consenso, por aquello que nos une, y no por lo que nos divide, la precariedad. Por fin parece que somos conscientes de un hecho, la precariedad no es sólo una forma de contrato, es un modo de vida. Condiciona la vivienda, la posibilidad de obtener una hipoteca, un crédito, una mínima planificación vital, un qué va a ser de mi familia el mes que viene, condiciona la maternidad, la paternidad. Es evidente que no queremos un país en precario, un país sin planificación, un país que discrimine entre indefinidos y temporales, más cuando las fronteras son irreales, a la par que ilegales.

Lo que no termino de aceptar, es que determinados partidos se erijan ahora en los grandes combatientes de la precariedad, cuando baste darse un paseo por el BOE para confrontarles con sus propios hechos. Por ello me gustaría analizar qué hicieron cuando realmente ostentaron el poder para reconducir la epidemia de la temporalidad.

Empiezo por uno de los partidos que no termina de entender que nuestro contrato único es un contrato indefinido, a juzgar por sus argumentarios de campaña. El PSOE, al que me gustaría atribuir, en primer lugar, el dudoso honor de haber aprobado la concatenación ilimitada de contratos temporales, prácticamente refrendando con esta conducta el fraude de ley sistemático. Dieron lugar al ultratemporal, el temporal ilimitado, a la vista de tal obra no es de extrañar su obsesión por derogarlo todo. Entiendo que lo ajeno, y lo propio.

Sigamos con la gran olvidada, la reforma laboral, pero no la del 2012, sino la del 2010. Si, está también existió, y la firmó el PSOE. Cuando este partido reprocha a la última reforma laboral, no haberse encaminado hacia el fomento de la contratación, sino a ofrecer máximas facilidades a la destrucción, es preciso recordarle que el contrato que creo esta reforma para el fomento de empleo, no ofrecía mayores bonificaciones, ni mejores condiciones a la contratación, no.

España bate récords en precariedad y que nuestro sistema laboral está polarizado en los derechos de protegidos indefinidos y desprotegidos temporales

Este contrato sólo proponía como aliciente una indemnización por despido reducida, ¡33 días por año trabajado!. Ya que pasaba por ahí se acordó de pacificar las causas de despido por motivos económicos, para que resultase más sencillo, o facilitó, con la introducción del arbitraje, el descuelgue del convenio colectivo, permitiendo que los sueldos se alejasen del fijado por el convenio y se acercaran al Salario Mínimo Interprofesional. No acaban aquí, por supuesto, sus grandes hitos. Hay muchos más, como el esperado Estatuto de trabajador económicamente dependiente, que auguraba vacaciones y protección frente al desempleo, indemnización al cese y un largo etcétera. Y se quedó para vestir de falsos autónomos a trabajadores sin derechos, con vacaciones, si, pero sin sueldo.

O, en el caso del PP, cuando dice que el 73% de los contratos son indefinidos, recordarles que por la gracia de la reforma laboral, consideran indefinido a alguien que, contratado con esta modalidad, está sujeto a un año de periodo de prueba. ¿Creen que este trabajador, que se marcharía no ya con 12 sino con 0 euros de indemnización durante ese periodo de prueba, se siente realmente indefinido? Recordarles también que a través de esa misma reforma, crearon exóticos contratos que permitían al empresario capitalizar la prestación faltante al parado contratado (sin que él la perdiese), lo que marginó, una vez más, al parado de larga duración frente al nuevo parado. O que pecaron de atropello creando una tarifa plana para autónomos que se perdía por el hecho de contratar a un trabajador. O que fracasaron, de lleno, en su concepto de negociación colectiva, produciendo un desequilibrio en detrimento de los trabajadores. Que aprobaron una prestación por cese de actividad a los autónomos, en la práctica incobrable. Que en plena crisis redujeron la prestación por desempleo a partir del séptimo mes.

Por eso, cuando les vendan experiencia, no dejen de recordar lo injusto de un mercado laboral actual que esa experiencia ha impulsado.
No obstante, además de sombras también ha habido algunas luces en las distintas reformas laborales acometidas hasta ahora. Destacable por parte del PSOE, el aumento de la indemnización para el contrato temporal, que han aumentado progresivamente durante los últimos años, pasando de 8 días por año trabajado a 12 en 2015. O, en el caso el PP, las multas a favor del tesoro público a aquellas empresas con beneficios que despidan a mayores de 50 años o el destinar el 2 por ciento de la jornada a formación obligatoria, o el teletrabajo, sendas cosas recogidas en su última reforma laboral (me pregunto si el PSOE lo sabe).

Pero la realidad es que España, desde hace décadas y con independencia de quién haya estado gobernando, bate récords en niveles de precariedad y paro y que nuestro sistema laboral está polarizado en los derechos de protegidos contratos indefinidos y desprotegidos y mal empleados contratos temporales, de los cuales además se está abusando.

Frente a esto. Un modelo de contrato único, que reduzca el abuso de la temporalidad y la precariedad de aquellos empleos que no tienen nada de temporales y acabe con el actual abuso de la rotación laboral. Un contrato que implique una igualdad de oportunidades real, que proteja de verdad a todos los trabajadores y en el que prime el esfuerzo y la valía a la hora de determinar el futuro laboral.

Un contrato único que además venga acompañado de reformas en el modelo productivo y de mejoras en la regulación del mercado laboral si queremos realmente mejorar la vida laboral y las oportunidades de muchos millones de ciudadanos y mirar de frente a los problemas económicos de nuestro país.

Asistimos al no va más del debate político, a la superación del “y tú más” para caer en el clásico “y yo más” electoral. Ahora se puede prometer y se promete, a diestra y a siniestra. Se garantiza lo probable, lo improbable y lo imposible, lo que nuevamente revela que hay partidos que vuelven a perfilar programas solo predicables desde la oposición. Y hay partidos que estarían dispuestos a derogar todo, simplemente por el hecho de tener alergia a lo ajeno.

Prestaciones por desempleo Ciudadanos