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Begoña Villacís

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A vueltas con el Nomenclátor

Ciudadanos tiene clara su postura en el cambio de nombre de las calles y propone homenajear a las víctimas del terrorismo porque nuestra sociedad tiene una deuda con ellas

Foto: Una muestra del callejero franquista de Madrid. (EC)
Una muestra del callejero franquista de Madrid. (EC)

La modificación de los nombres de determinadas calles de Madrid, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, se ha convertido en un asunto que coleará durante todo el mandato municipal. Son varios factores los que llevan a ello, pues a la obligación incumplida por el PP de cumplir con un mandato legal desde hace más de ocho años; se han sumado la percepción de que el equipo de gobierno actúa con cierto revanchismo y la voluntad del PSOE de no quedar fuera de los posibles réditos políticos que genere este debate a base de mociones urgentes.

No hay que olvidar que hablamos de una Ley que ha sobrevivido a una mayoría absolutista del PP, por lo que no termino de entender que ahora parezcan sobreexcitarse con el asunto en cuestión, que, si tanto les incordiaba, pudieran haber pulcramente zanjado, como han tenido a bien hacer con tantas y tantas cosas.

Y todo eso pese a que este asunto no era prioritario para la mayoría de los madrileños, o al menos eso refieren los vecinos y comerciantes de las calles afectadas, que temen más el lío de trámites que les va a suponer que el hecho de llevar en su DNI o tarjetas de visita aparezca el nombre de algún dirigente ya casi olvidado. Soy más de las que piensa que a pesar del nombre de la calle en la que una tenga a bien vivir, y se lo dice alguien que vivió unos años en la calle General Varela, a la mayoría tiende a importarnos más el estado en el que esté, su limpieza, la puntual recogida de sus desechos, el estado de su acera. Debemos formar parte de eso que llaman las mayorías silenciosas, ya que parece que lo que hace ruido, y de paso, lo que divide, es seguir acudiendo a estos viejos y manoseados debates.

Ciudadanos ha adoptado un criterio propio que creemos representa a una mayoría de madrileños que quiere superar esta confrontación para siempre

La miríada de proposiciones y listados de calles que se van presentando en las Juntas de Distrito, jaleados por afines y contrarios no están tampoco ayudando al debate sereno y ponderado que necesitamos para cerrar este capítulo de forma definitiva. Proposiciones cuyo único objetivo es seguir alimentado la división, ya que van en sentido contrario al acuerdo del Pleno de elaborar un Plan Integral de la Memoria en un plazo de cuatro meses.

Y llegados a este punto, hay que echar la vista atrás, hasta 1980, cuando el Ayuntamiento dirigido por Tierno Galván optó por un criterio que aunaba la retirada de símbolos del régimen anterior con el espíritu de concordia de la Constitución. Se hizo sin excesivo ruido, sin buscar revanchas y sobre todo, asumiendo en primera persona el porqué de tales cambios. Y la ciudad continuó su curso.

Ciudadanos lo ha tenido claro desde el primer momento. Uno no toma de la legislación vigente lo que le gusta y lo que no. Las leyes se cumplen. Eso es lo que tiene que hacer el Ayuntamiento, tomando el ejemplo que nos dejó aquel consistorio del Alcalde Tierno, en el sentido de hacer los mínimos cambios posibles, de generar pocas molestias al sufrido ciudadano y de elegir cuidadosamente las denominaciones sustitutivas, que deben ser ajenas a los vaivenes políticos.

El tiempo en política pasa rápido, y pocos recuerdan el debate municipal que tuvo lugar en mayo de 2013 previo a la aprobación de la ordenanza de denominación de vías, gracias a la mayoría del PP. Un debate cuyos hitos creo que debo reproducirles pues hoy podría perfectamente repetirse con los papeles cambiados.

Uno no toma de la legislación vigente lo que le gusta y lo que no. Las leyes se cumplen. Eso es lo que tiene que hacer el Ayuntamiento de Madrid

Aquella ordenanza del PP decía -y sigue diciendo hoy- que el órgano competente para denominar las calles no es el Pleno –el conjunto de los representantes de los ciudadanos- sino la Junta de Gobierno. Algo que Ana García D’Atri, hoy diputada del PSOE en la Asamblea de Madrid, tildaba de poco democrático: “¿Existe un órgano municipal más solemne que este Pleno? ¿Por qué quieren arrebatar este reconocimiento a este órgano? (…) la norma resta democracia (…) lo normal sería que contara con la unanimidad nacida del consenso, con la unanimidad de los grupos, es decir, de todos los madrileños, porque el reconocimiento nacido de la confrontación no es honor sino alboroto”.

A su vez, Milagros Hernández Calvo, de Izquierda Unida, recordaba que “la ciudad debe ser reflejo de su historia diversa y plural”, se quejaba de del rechazo de una enmienda para crear una comisión “que impida politizar y manipular el callejero y las denominaciones” y afirmaba que un gobierno de su grupo derogaría la ordenanza y sustituiría las calles concedidas sin unanimidad. En apenas 30 meses, el debate se ha dado la vuelta. Y es que en el fondo lo más antidemocrático es que veamos como normal que cuando se gobierna se dice lo contrario que cuando se está en la oposición. Estos eran mis principios y ahora tengo otros, que diría Marx (Groucho).

Mientras, el consenso y regeneración que se reclamaba en 2013 no aparece por ninguna parte. Y frente a eso, Ciudadanos ha adoptado un criterio propio que creemos representa a una mayoría de madrileños que quiere superar esta confrontación de una vez por todas. Básicamente, que los cambios se voten en el pleno, que sean los mínimos imprescindibles, que se justifiquen históricamente y que haya ayudas económicas para los trámites de los afectados.

Y para las denominaciones sustitutivas, una propuesta de consenso: que se dedique esas calles a homenajear a víctimas del terrorismo, que están muy poco representadas en el nomenclátor de Madrid. Porque nuestra sociedad española tiene una deuda con ellas que nunca podremos saldar totalmente. Porque les debemos el reconocimiento y el agradecimiento de todos los demócratas, y porque las víctimas, incluso en los momentos más difíciles, siempre han depositado su confianza en el Estado de Derecho y en la sociedad española, demostrándonos que la unidad es lo que nos hace más fuertes.

En momentos convulsos en lo político, en que tendemos a olvidar lo que nos une, es bueno pararse a recordar la confianza que las víctimas siempre han tenido en el Estado de Derecho y en la sociedad española. Tenemos una deuda de gratitud con ellos que está por encima de la política. Ojalá que con altura de miras, todos los grupos políticos sean capaces de leer que lo que propone mi grupo busca crear unión, donde existe división, y tengamos la madurez necesaria, la que exige la política de 2016 para hallar soluciones que unan y reconozcan, donde hora se buscan enfrentamientos.

La modificación de los nombres de determinadas calles de Madrid, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, se ha convertido en un asunto que coleará durante todo el mandato municipal. Son varios factores los que llevan a ello, pues a la obligación incumplida por el PP de cumplir con un mandato legal desde hace más de ocho años; se han sumado la percepción de que el equipo de gobierno actúa con cierto revanchismo y la voluntad del PSOE de no quedar fuera de los posibles réditos políticos que genere este debate a base de mociones urgentes.

Ayuntamiento de Madrid Manuela Carmena Ciudadanos