Vascas y gallegas

Protocolo obliga, vayan mis felicitaciones por delante a los partidos que han logrado imponerse en las urnas vascas ygallegas.

Es decoro, y un profundo respeto a nuestra democracia, en las duras y en las maduras, pero no me alegro. No me hace especialmente feliz saber que un partido desasosegado ante una posible falta de mayoría absoluta haya encontrado por fín la calma a su tormento. No me alivia que el poder sea absoluto, no les engaño, les prefería controlados, condicionados, limitados. Preferiría que se hubiesen tenido que sentar a negociar cada una de las medidas que proponen para Galicia, y no mantener un Parlamento por el qué dirán, y al que sólo le servirán lentejas, de desayuno, merienda y cena.

Podría restarle importancia, pero no puedo, a que seguiremos viendo hacer y deshacer al Sr. Baltar, y que lo que no les veremos hacer es firmar un pacto anticorrupción, de esos que les suelen hacer torcer el gesto. Esa posibilidad seguirá siendo tan remota como unas unas chanclas en Groenlandia o una bufanda en Puerto Rico, al menos en Galicia.

Asumo que hoy han salvado los muebles, que las vida les ha regalado un respiro, un poco de más de lo mismo, pero comprenderán que no me emocione una reedición de una victoria del Partido Nacionalista Vasco, ni la visión de un Otegi emocionado irradiando afecto y repartiendo abrazos a sus queridos correligionarios enchironados. Lamento sinceramente que la vida política de este país de las suficientes vueltas para que los que se hayan hecho un hueco hoy hayan tenido que ser precisamente los del gatillo, y no los asesinados ni sus familias.

Y sin embargo no les escondo que pese a todo, era posible que la estrategia de lo malo conocido esta vez les funcionase, que descontaba y aceptaba de antemano el precio de poder mantener un proyecto común para toda España, y no 17 según convenga, que sigo alegrándome de no disponer de valores suplentes ni de acoger confluencias de voto que impliquen servidumbres, que coarten nuestra libertad y determinen nuestra hoja de ruta.

En ocasiones, como solía repetir mi profesor de hacienda pública, el ahorro a corto plazo, acaba siendo caro a largo plazo. En estas elecciones, y siempre, Ciudadanos apostaba por el largo plazo, que es cuando se cobra la coherencia y la firmeza, y aún sintiendo lo cerca que hemos estado de entrar en espacios tan importantes, sea o no justo el precio, una y mil veces, volveríamos a pagarlo. Mientras tanto, no estaremos presente en los espacios políticos Vasco y Gallego, pero pueden estar seguros que el País Vasco y Galicia seguirán estando muy presentes en nuestro proyecto político.