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Por qué solo oyes hablar de la pandemia cuando la situación empeora
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Héctor G. Barnés

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Por qué solo oyes hablar de la pandemia cuando la situación empeora

Cuando la curva desciende y aumentan los vacunados, el tema desaparece de la agenda de los medios. Cualquier pequeño repunte enciende las alarmas de nuevo. ¿Qué está pasando?

Foto: La mejor munición política. (EFE)
La mejor munición política. (EFE)
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Últimamente veo más la tele y, como cada vez que lo hago, tengo la sensación de que voy a morir en cualquier instante. Da igual que se haya ido el frío, venga el buen tiempo y con él la posibilidad de salir de los interiores, que los ancianos de las residencias estén vacunados y que cada vez se sepa mejor qué hay que hacer contra el virus: si uno enciende el televisor, escuchará que la cuarta ola está aquí y que puede ser igual o peor que la tercera, y que se están poniendo muy pocas vacunas y, además, no sirven para nada. Es como aquella frase de Woody Allen: qué mala está la comida y qué pequeñas son las raciones.

A Fernando Simón se le pueden reprochar algunas cosas, pero no que no use la lógica. Este lunes sugería que si se mantenía una evolución lenta, la ola podía convertirse en 'olita'. En realidad, y espero acertar, no hay ningún argumento razonable más allá de la superstición para pensar que la situación puede ser peor ahora que en otros momentos. Pero si yo fuese un anciano y pusiese la tele se me caería el alma a los pies. Elimino el condicional: si eres un anciano y pones las noticias, te mueres de tristeza ante el horizonte que te espera de olas eternas y futuros que no llegan, como compruebo con cada vez más frecuencia.

Los medios restamos importancia a las buenas noticias y amplificamos las malas

El otro día, ‘The New York Times’ publicaba un interesante artículo sobre Bruce Sacerdote, un profesor de Economía de la Universidad de Darmouth que suele intercambiar información con sus colegas científicos. Había algo que no le cuadraba: cuando los datos eran malos, las noticias eran negativas; y cuando estos mejoraban, las noticias también eran malas. Así que decidió montar una base de datos para clasificar el lenguaje utilizado en dichas noticias. El resultado de su investigación era el que esperaba: las cadenas restaban importancia a las buenas noticias y amplificaban las malas.

El autor concedía que “contamos bien por qué los casos de covid crecen en algunos lugares y que las vacunas son imperfectas, pero no explicamos tan bien por qué los casos caen o cómo las vacunas salvan vidas”. En ocasiones, esta situación causa muertes: el parón en la vacunación de AstraZeneca tendrá un impacto real pero difícil de medir en la transmisión del virus; y la decisión se tomó por imitación, adelantándose a la resolución de la EMA. Una precipitación acelerada por el alarmismo de los medios.

Foto: Un hombre camina por Bilbao este mismo jueves. (Reuters/Vincent West). Opinión

La investigación pone en cuestión uno de los mitos de la comunicación científica: que lo riguroso es el pesimismo y es preferible ponerse siempre en lo peor. Al contrario, mantiene Sacerdote. El poder de ‘lobby’ de las malas noticias (la cuarta ola, la ineficacia de las vacunas) distorsiona la realidad y perjudica de manera irresponsable la salud mental, el ánimo y el equilibrio de millones de personas que se informan cada día por esos medios. La distorsión pesimista nos lleva a la Mala Vida, por darle la vuelta al término utilizado por el médico y escritor Javier Padilla.

¿Por qué?

La gran pregunta es por qué, y sobre todo por qué esa negatividad aparece tanto en medios de izquierdas como de derechas. Los epidemiólogos razonables y tibios parecen haber desaparecido de los grandes programas nocturnos: ya solo quedan los más radicales, aunque su relación entre el covid y su área de especialización médica sea discutible.

El artículo apunta unas cuantas razones. Por ejemplo, que las noticias que más se leen son las que tienen un enfoque más negativo. Es lógico. Abriré antes un artículo que me explica de qué y cuándo voy a morir que otro que me dice cuándo y cómo no voy a fallecer. Si eres un corredor de bolsa, quieres saber antes que nadie los movimientos que pueden revalorizar tus acciones; y si vives en pandemia, si algún día podrás moverte entre comunidades.

No solo tenemos que aguantar una pandemia, sino una pandemia en plena guerra política

Esta tendencia tiene además una justificación moral, pero paternalista: siempre es preferible pasarse de negativo que de positivo, si ello contribuye a que la gente se autoproteja. Pero esta noción que pudo ser válida en un primer momento ya no lo es un año después, cuando la gente ya paga más deudas mentales que físicas. Es posible que más bien se produzca el efecto contrario, que la narrativa de Pedro y el Lobo conduzca a una pérdida de confianza que se traduce en más comportamientos de riesgo. En ese sentido, el periodista del ‘NYT’ David Leonhardt recuerda que desde el Watergate, el buen periodista es el que hace preguntas incómodas y cuenta lo que nadie más quiere contar, lo que ha terminado provocando que el “saludable escepticismo” se transforme en “cinismo reflexivo”.

Existe un equivalente español del estudio estadounidense. Un grupo de investigadoras de la Universidad Complutense de Madrid ha publicado ‘El enfoque de la prensa española durante la crisis del Covid-19. Un análisis del 'framing' a través de las portadas de los principales diarios de tirada nacional’ en la ‘Revista Latina de Comunicación Social’, en el que concluían que el tono de la mayor parte de noticias durante la crisis fue negativo. Un 49,8% de titulares lo eran, frente a un 28,3% neutro y un 22,2% positivo.

placeholder César Carballo y Fernando Simón, en 'La Sexta noche'. (Atresmedia)
César Carballo y Fernando Simón, en 'La Sexta noche'. (Atresmedia)

Obvio, pero el detalle de qué medios son más negativos y por qué es revelador. Se trataba de 'La Razón' (63,3%), 'ABC' (56,7%) y 'El Mundo' (53,3%), es decir, los tres grandes medios conservadores. “La Razón focalizó esa negatividad hacia el tema sanitario, con un 46,7% de sus portadas; mientras que los otros dos que destacaron se orientaron hacia la política, tanto 'ABC' (43,3%) como 'El Mundo' (33,3%)”, explicaba el trabajo. “Las fotografías de los actores políticos que acompañaron a los titulares se concentraron en el Gobierno, ya fuese su presidente Pedro Sánchez solo o con los miembros de su Gobierno; o sus ministros, siendo casi irrelevante la aparición de los políticos de la oposición”.

Avancemos hasta un año más tarde y veremos cómo el alarmismo se ha convertido en la mejor munición política. España sufre además una particularidad político-administrativa que nos manda de cabeza al delirio: ya sea contra el Gobierno central de PSOE y UP o contra el del PP de Ayuso, siempre hay un buen motivo político para contar, sin medias tintas ni un atisbo de esperanza, que el rival político va a acabar con nuestras vidas. Todo sirve para atizar al contrario, incluso aunque eso convierta en rehenes a una población atemorizada, desesperanzada y que no solo tiene que aguantar una pandemia sino una pandemia en mitad de una campaña electoral eterna y una guerra política que no hace prisioneros. Cuanto peor, mejor.

Últimamente veo más la tele y, como cada vez que lo hago, tengo la sensación de que voy a morir en cualquier instante. Da igual que se haya ido el frío, venga el buen tiempo y con él la posibilidad de salir de los interiores, que los ancianos de las residencias estén vacunados y que cada vez se sepa mejor qué hay que hacer contra el virus: si uno enciende el televisor, escuchará que la cuarta ola está aquí y que puede ser igual o peor que la tercera, y que se están poniendo muy pocas vacunas y, además, no sirven para nada. Es como aquella frase de Woody Allen: qué mala está la comida y qué pequeñas son las raciones.

Fernando Simón Universidad Complutense de Madrid