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¿En qué se parecen Iglesias, Bal y Monasterio?
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Rubén Amón

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¿En qué se parecen Iglesias, Bal y Monasterio?

Las elecciones extemporáneas de Madrid sorprenden a los tres en el abismo del 5% y en la correspondiente desaparición de la región, aunque la inercia de Vox es menos catastrófica

Foto: El candidato de Ciudadanos, Edmundo Bal. (EFE)
El candidato de Ciudadanos, Edmundo Bal. (EFE)
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De extremo a extremo, pasando por la abstracción del centro, Pablo Iglesias, Edmundo Bal y Rocío Monasterio comparten el abismo del 5%, o sea, el peligro extremo que implicaría dejar sus partidos sin representación parlamentaria en la balcanizada Asamblea de Madrid. No es sencillo que ocurra en los tres casos. Pero sí es verosímil. Y es ilustrativo de la precariedad electoral de las candidaturas, hasta el extremo de considerarse 'positivo' y terapéutico un resultado que trascienda el umbral del 5%. Cualquier porcentaje inferior sobrentiende un trauma, un desastre, pero impresiona sobremanera el conformismo con que Iglesias, Bal y Monasterio encaran las elecciones de Madrid. Un plebiscito sobre Sánchez y Ayuso que les ha sorprendido en situación de indigencia política. Los comicios del 4-M son para los tres extemporáneos e incómodos. Se les han atragantado. Y representan una amenaza que puede terminar en tragedia.

1.- Iglesias o la nada

El líder jibarizado de Podemos es ya consciente del escarmiento que se le avecina. Consiga o no superar el 5%, cualquier resultado parecido desdibuja por completo sus expectativas mesiánicas y la megalomanía con que enfatizó la batalla del bien contra el mal cuando arengó a los inscritos.

placeholder El candidato de Podemos a la presidencia de la CAM, Pablo Iglesias. (EFE)
El candidato de Podemos a la presidencia de la CAM, Pablo Iglesias. (EFE)

Venía Iglesias a conquistar los cielos, a redimirnos, pero la realidad política y los humores demoscópicos ubican su providencialismo en una vía muerta. Iglesias ha preferido 'suicidarse' antes de que lo asfixiara Pedro Sánchez. Y ha emprendido una defensa valiente, desesperada, de su maltrecho partido, pero la misión paracaidista puede malograrse entre el ridículo y la agonía. Cualquier resultado inferior al 5% precipitaría un escenario catastrófico. No solo para su carrera política, sino para la credibilidad de su partido. Y para la situación de indigencia en que reaccionaría al pacto de gobierno nacional. Tan grave sería el correctivo que Iglesias podría observar con euforia un resultado tan pésimo como el 5,1%. Sobrevendría entonces el discurso posibilista. Y se enfatizaría la importancia de Podemos en los planes de evacuación de Ayuso, pero Iglesias afronta el 4-M en el corredor de la muerte. Ya se lo 'decía' él mismo a Mariano Rajoy cuando el verdugo estaba en el cadalso: tic, tac, tic, tac.

2.- Bal o la extinción

Ciudadanos es un partido al que observamos con la luz de una estrella muerta. Todavía se refleja en la bóveda de la noche, pero la hacen refulgir los éxitos pretéritos y hasta remotos. Conserva el poder territorial de 2019 tanto como se resiente de un ciclo catastrófico y catastrofista que enfatiza el hundimiento electoral: las generales de 2019, las autonómicas vascas y gallegas de 2020, las catalanas de 2021 y el tormento del 4 de mayo.

Es el contexto en que Edmundo Bal aspira a cruzar el umbral del 5% como un funambulista al que han vendado los ojos. Las encuestas son crueles al respecto. Y remarcan la angustia de un partido que se resiente de la gestión negligente tanto como lo hace de la coyuntura fatalista de la polarización. No cabe la moderación entre presupuestos maximalistas ni arengas tribales.

Foto:  Terraza del centro de Las Rozas, Madrid. (Javier Bocanegra)
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Ni parece sencillo que Edmundo Bal pueda sobreponerse a la fuga de los votantes, entre otras razones, porque los primeros en abandonar el buque fantasma han sido unos cuantos líderes de relieve. ¿Qué mensaje traslada a los partidarios semejante espantada? ¿Con qué idoneidad se afrontan unos comicios que retratan a Cs como un partido en desguace?

El 4-M representa el todo o nada de Ciudadanos. O, cuanto menos, el nada o todo de Inés Arrimadas. Cualquier resultado inferior al 5% remarca la debacle de Cataluña y condena el partido naranja a un equipo filial de los populares. Otra cuestión es que Bal consiga sobrepasar el número maldito. Y que Ciudadanos termine decidiendo quién gobierna en Madrid y a qué precio, quién sabe si como recurso de una desesperada reanimación política.

3.- Monasterio o el colapso

La situación de Vox no es comparable a la de Podemos y Ciudadanos. Los morados y los naranjas representan la agonía de la nueva política, mientras que los verdes todavía disfrutan de su periodo de gracia y de expansión... a no ser que Isabel Díaz Ayuso los haga descarrilar el 4 de mayo.

No le convenían a Rocío Monasterio las elecciones ni tampoco le convenía a la ultraderecha la irrupción de un fenómeno populista y providencialista —Ayuso— que lidera mejor que nadie la dialéctica del antagonismo.

placeholder La candidata de Vox, Rocío Monasterio. (EFE)
La candidata de Vox, Rocío Monasterio. (EFE)

El lema disparatado de 'Comunismo o libertad' disfraza un eslogan mucho más eficaz y visceral: "O yo, o Sánchez", de tal manera que la presidenta popular ha relativizado y hasta neutralizado el ciclo virtuoso de Vox, no digamos después de la euforia de las elecciones catalanas.

Quedarse por debajo del 5% sería un fracaso elocuente, rotundo. Y supondría el primer gran revés político al que se ha expuesto el partido de Abascal, cuya reputación y repercusión en Madrid trasciende la caricatura de los 'Cayetanos'. Ayuso ha dejado sin espacio a Monasterio. Y aspira a un resultado espectacular. No suficiente para alcanzar la mayoría absoluta, pero sí inequívoco para que Vox renuncie a las expectativas de entrar en el Gobierno, resignándose a un papel de paje en la gloria del ayusismo.

De extremo a extremo, pasando por la abstracción del centro, Pablo Iglesias, Edmundo Bal y Rocío Monasterio comparten el abismo del 5%, o sea, el peligro extremo que implicaría dejar sus partidos sin representación parlamentaria en la balcanizada Asamblea de Madrid. No es sencillo que ocurra en los tres casos. Pero sí es verosímil. Y es ilustrativo de la precariedad electoral de las candidaturas, hasta el extremo de considerarse 'positivo' y terapéutico un resultado que trascienda el umbral del 5%. Cualquier porcentaje inferior sobrentiende un trauma, un desastre, pero impresiona sobremanera el conformismo con que Iglesias, Bal y Monasterio encaran las elecciones de Madrid. Un plebiscito sobre Sánchez y Ayuso que les ha sorprendido en situación de indigencia política. Los comicios del 4-M son para los tres extemporáneos e incómodos. Se les han atragantado. Y representan una amenaza que puede terminar en tragedia.

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