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San Ginés, entre los churros, la sátira y el Greco
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Rubén Amón

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San Ginés, entre los churros, la sátira y el Greco

Cualquier visita a Madrid obliga a detenerse en la parroquia y los aledaños en que fue ejecutado el Conde de Villamediana, prestando especial atención al expresionismo de “La expulsión de los mercaderes del templo”

Foto: Iglesia de San Ginés (Madrid). (Parroquia de San Ginés)
Iglesia de San Ginés (Madrid). (Parroquia de San Ginés)
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Tiene sentido que al Conde de Villamediana (1582-1622) lo asesinaran en el pasadizo de San Ginés, pues resulta que este remoto santo francés (siglo IV) fue sacrificado por la rebeldía al poder, la locuacidad y la grafomanía.

Llegó a decirse y a constatarse que Ginés de Arlés escribía más rápido de cuanto hablaba. Y no es que hablara despacio -todo lo contrario- pero el dominio de la palabra escrita tanto lo ha convertido en el patrón de los notarios, de los escribanos y de los secretarios, como lo expuso a la pena capital en tiempos de Diocleciano. Se atribuye al emperador romano la decisión de ejecutarlo bajo una morera porque San Ginés se negaba a firmar el edicto que homologaba la persecución de los cristianos.

Foto: 'La muerte del conde de Villamediana' por Manuel Castellano, 1868
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Y no es que el Conde de Villamediana emulara al mártir arlesiano en términos de ejemplaridad cristiana -era un libertino, un mordaz escribiente, “un depravado sodomita”- pero la insumisión al poder en tiempos de Felipe III y de Felipe IV y los ripios con que corroía a la aristocracia de la época predispusieron un ajuste de cuentas cuya matriz dio vuelo a los versos justicieros de Góngora: “Mentidero de Madrid, decidnos,/ ¿quién mató al Conde/ Ni se sabe ni se esconde/ Sin discurso, discurrid/ Dicen que lo mató el Cid/ Por ser el Conde Lozano/ disparate chabacano/ La verdad del caso ha sido/ que el matador fue Bellido/ y el impulso, soberano”.

El “impulso soberano” apuntaba a Felipe IV y convertía al Conde de Villamediana en un mártir pagano que comparte lugar de culto con la memoria de San Ginés a la vera de la celebérrima churrería. No cabe mejor mezcolanza de los humores religiosos, políticos y lúdicos de la capital, ni mejor acopio de memoria para organizar una peregrinación al templo.

placeholder La chocolatería San Ginés en Madrid horas después de la celebración del Año Nuevo el pasado enero. (EFE/Víctor Lerena)
La chocolatería San Ginés en Madrid horas después de la celebración del Año Nuevo el pasado enero. (EFE/Víctor Lerena)

Han sido mucho los avatares que han condicionado su apariencia y su interior, no ya por el origen mudéjar de la iglesia y por el aire tardo-renacentista que adquirió en el siglo XVI y XVII, sino porque luego sobrevino una intervención neoclásica de Juan de Villlanueva y porque el arquitecto José Luis Martín decidió devolverlo su aspecto original -1956-1964- con una remodelación traumática que convierte San Ginés en una parroquia demasiado tuneada y artificial, como si no resultara del todo verosímil.

La impostura de las apariencias no contradice el interés de la visita a los santos lugares, más todavía cuando el interior de San Ginés aloja un cuadro del Greco que podría estar expuesto en cualquier pinacoteca de máxima relevancia. Se trata de la 'Expulsión de los mercaderes del templo', no ya una obsesión temática del artista cretense -la frecuentó hasta en ocho ocasiones- sino una asombrosa revelación vanguardista y expresionista cuya impudicia escandalizó la sensibilidad de Gregorio Marañón.

placeholder Obra 'Expulsión de los mercaderes del templo'. (Wikipedia)
Obra 'Expulsión de los mercaderes del templo'. (Wikipedia)

La impudicia es una buena razón para celebrar la experiencia. Otra cuestión es que resulte sencillo localizar el cuadro. Porque no se expone de una manera demasiado reverencial. Y porque está sujeto a un horario de visitas bastante restrictivo. He leído en Wikipedia que únicamente se “enseña” los sábados por la mañana de 11.30 a 12.00, más o menos como si fuera una reliquia o un tesoro que se desgasta a fuerza de mirarla.

Paciencia. El cuadro ha viajado a Zaragoza como argumento precursor de una exposición dedicada a Francisco de Goya. Volverá la 'Expulsión de los mercaderes' a finales de mayo. Y recuperará su lugar de culto en una iglesia que destaca por las obras de Juan de Mena y de Luca Giordano, cuya fertilidad con los pinceles y compulsividad creativa evoca la misma facilidad de palabra que tuvieron Ginés e Arlés y el Conde de Villamediana.

Tiene sentido que al Conde de Villamediana (1582-1622) lo asesinaran en el pasadizo de San Ginés, pues resulta que este remoto santo francés (siglo IV) fue sacrificado por la rebeldía al poder, la locuacidad y la grafomanía.

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