Mugabe, Stroessner, Gadafi, Putin... ¿Cuántos tiranos tienen las llaves de Madrid?

Ahora que algunos municipios españoles recuperan el oficio de los serenos, tendría sentido homologarlos en Madrid para vigilar a los tipejos que tienen consigo las llaves de oro de la ciudad o que las tuvieron.

El caso más elocuente consiste en Vladimir Putin, protagonista de un escarmiento reciente que lo despoja del privilegio de llevarlas. Se produjo un consenso transversal con la excepción antisistema de Vox.

La decisión de Ortega Smith demostraba las afinidades putinianas que Abascal trata de encubrir. Y no podía objetarse, como se hizo, que las llaves no se le podían sustraer al zar porque se le entregaron, en realidad, al pueblo ruso.

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Agencias

La normativa municipal es inequívoca respecto a la categoría personal que conlleva la distinción, de tal manera que el partido ultraderechista, expuesto a una posición de embarazo y colaboracionismo, trata ahora de corregir la fechoría proponiendo que Putin sea declarado persona non grata.

Es la manera de reaccionar a la propia indigencia política, aunque la polémica también ha servido de pretexto para identificar a los criminales que recibieron antaño la llave maestra de la ciudad de Madrid.

Que Putin la tuviera -se la entregó Gallardón- es como si se las hubiéramos dado al vampiro de Düsseldorf. Y eso es lo que hicimos cuando unos y otros alcaldes se las entregaron a Mobutu, Stroessner, Mugabe, Gadafi y Fujimori.

(...) Admitir que la realpolitik ha conllevado toda clase de sinvergonzonerías para adecentar la imagen de los tiranos y los genocidas

Urge llevar a cabo un ejercicio de memoria histórica. Y admitir que la 'realpolitik' ha conllevado toda clase de sinvergonzonerías para adecentar la imagen de los tiranos y los genocidas que visitaron la villa de Madrid.

Lo hicieron a título de presidentes o de jefes de Gobierno, motivo por el cual el premio de la llave dorada de la ciudad se les concedía como un automatismo, una obligación. Lo refleja con claridad el reglamento municipal en su artículo 34: “La llave de oro de Madrid se concederá a todos los jefes de Estado que visiten oficialmente el Ayuntamiento de Madrid”.

El texto delata la maniobra putinista de Vox tanto como explica la heterogeneidad de los presidentes que se han marchado de la capital con la llave de oro en el bolsillo. Son casi 300. Y el último de ellos, tengo entendido, ha sido el presidente chino Xi Jinping. ¿Se le deberíamos quitar a cuenta del genocidio uigur y de la brutalidad de su política represiva?

Son razones inequívocas que no van a sopesarse en ningún pleno porque las reglas de convivencia geopolítica también se resienten del oportunismo. Quitarle la llave a Vladimir Putin es menos demagógico que ponerle una plazoleta a Zelenski, pero el acto de despecho municipal también refleja la ligereza con que entregamos la llave de oro. Se la hemos dado a Medvedev cuando hizo el enroque con Putin. La tiene el teócrata Jatami. Le fue entregada antaño a Haile Selassie. Y la posee Jiang Zemin, presidente chino a quien la Audiencia Nacional quiso detener por los delitos de genocidio, torturas y delitos contra la humanidad en el Tíbet.

La mejor solución delante de semejantes anomalías acaso consista en modificar el artículo 34. No para discriminar a los jefes de Estado que se merezcan las llaves, sino para prevenirse y prevenirnos de todos aquellos sátrapas cuyo único mérito sea precisamente el cargo de presidente.

¿Propuesta? “La llave de oro de Madrid se concederá a todos los jefes de Estado que visiten oficialmente el Ayuntamiento de Madrid… y que hayan demostrado méritos para merecerlas”.