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¿Qué hacemos ahora sin Toni Cantó?
El actor valenciano renuncia al chiringuito de la Oficina del Español y se incorpora a la órbita mediática de Vox acaso como pretexto de su enésima mutación política
He leído que Toni Cantó renuncia a su cargo en la Oficina del Español. Y que Isabel Díaz Ayuso no tiene intención de sustituirlo. Me parecen un ejemplo y el otro bastante ilustrativos del chiringuito que había creado a medida del tránsfuga. Había que colocarle de alguna manera después de la traición a Ciudadanos, sobre todo cuando el jaleo de su residencia y su dudosa elegibilidad le impidieron acceder al puesto de diputado regional.
Sobrevino entonces la creación de la Oficina del Español. Y el español era Toni Cantó, de tal manera que el organismo en cuestión no se había fundado porque hiciera falta, sino porque le hacía falta a su director. Por esas mismas razones carecía de actividades y de agenda. Tengo entendido —también lo he leído— que la actividad de Cantó se restringió a 134 días de 434 posibles. Y muchos me parecen. Porque no han trascendido grandes iniciativas (ni pequeñas). Y porque no está claro siquiera el sentido de una Oficina del Español en Madrid, más allá de utilizarse para restregar a Cataluña o Euskadi —y Galicia— el maltrato al castellano.
Ayuso excitaba el nacionalismo madrileño, valga la contradicción. Y creaba una Oficina para proteger el español, al español y a los españoles, como si la lengua que prevalece en la capital estuviera amenazada por el quechua, el chino, el árabe o el caló.
No ha sustituido con nadie Ayuso la plaza vacante. Asume la agenda y las responsabilidades Marta Rivera —“ex” de Ciudadanos también ella—, pero el puesto de Cantó puede funcionar perfectamente como remedio o solución a cualquier otra emergencia clientelar, más todavía cuando el cambio de guardia que se avecina en la política nacional requerirá soluciones laborales a los tránsfugas, traidores y diletantes que vayan amontonándose.
Es un puestazo. Porque se trabaja poco. Y porque se gana bien. Los 75.000 euros con que se remunera el chiringuito autonómico equivalen al sueldo del ministro de Justicia, pero sin presiones ni obligaciones parecidas.
Por eso puede decirse que Cantó renuncia a un potosí. Acaso insostenible en el sentido ético. E ilustrativo de la anomalía que representa Toni Cantó en la corte de Feijóo. No tenía sitio ni prestigio en la nueva edad de Génova 13.
Y pretende adquirirlos en la cadena 7NN. Que se ha inaugurado hace poco tiempo y que forma parte del espectro mediático de Vox, de tal manera que tiene sentido preguntarse —yo mismo— si Toni Cantó añadirá un nuevo jalón a su fascinante itinerancia en la política nacional, mutando, como ha ido haciéndolo, desde UPyD a Ciudadanos, de Ciudadanos al PP. Y del PP a…
Es una buena noticia la eventual adhesión al partido de Abascal, titular él mismo de un chiringuito que antaño le creó a la medida Esperanza Aguirre. Es una buena noticia, digo, porque Toni Cantó ha adquirido merecida fama de gafe. O sea, que el fichaje del actor valenciano en las filas de Vox —si es que se produce— implica un mecanismo de detonación temporizada que debe celebrarse con inequívoco entusiasmo.
He leído que Toni Cantó renuncia a su cargo en la Oficina del Español. Y que Isabel Díaz Ayuso no tiene intención de sustituirlo. Me parecen un ejemplo y el otro bastante ilustrativos del chiringuito que había creado a medida del tránsfuga. Había que colocarle de alguna manera después de la traición a Ciudadanos, sobre todo cuando el jaleo de su residencia y su dudosa elegibilidad le impidieron acceder al puesto de diputado regional.
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