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Por qué la moción de censura es un disparate
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Rubén Amón

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Por qué la moción de censura es un disparate

Más allá de prevenirse de la foto de Colón, Feijóo no puede concederle a Sánchez una victoria parlamentaria que consolida la alianza con el soberanismo en esta legislatura… y en la siguiente

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), recibe al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Archivo/Sergio Pérez)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), recibe al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Archivo/Sergio Pérez)
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Inés Arrimadas y Santiago Abascal defienden proyectos políticos incompatibles, pero también una insólita transferencia de votantes y algunas otras ocurrencias cuyo voluntarismo y énfasis contraindican el objetivo de evacuar a Sánchez. Por ejemplo, la genialidad de organizarle una moción de censura.

Y no porque Sánchez no se merezca un escarnio parlamentario a cuenta del expolio del Código Penal, sino porque la inviabilidad aritmética y política de la moción conduciría a una victoria obscena del presidente del Gobierno.

Es la razón por la que Feijóo elude la propuesta justiciera de Cs y de Vox. No le conviene al líder gallego reproducir la foto siniestra de Colón, ni mucho menos demostrarle a la opinión pública la estabilidad parlamentaria de Sánchez. De hecho, el patrón de la Moncloa aprovecharía la moción de censura para reflejar su narcisismo en el entusiasmo de sus compadres soberanistas. No solo garantizando la continuidad de la presente legislatura, sino predisponiendo los fundamentos que avalarían la siguiente.

Foto: Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal. (EFE/Rodrigo Jiménez)

No cabe mejor estímulo aglutinador para el nacionalismo que la eventual coalición de PP, Vox y Cs. La triple alianza representa el eje del mal. Y el argumento propulsor con que Sánchez exhibiría la necesidad de combatirlo, precisamente porque su margen cualitativo y cuantitativo de ventaja se lo proporciona la lealtad de la cuota independentista. Feijóo no puede aspirar a ella ni reproducir el modelo gallego o andaluz. Ni siquiera cortejando al PNV o garantizándole a Ortuzar la anexión inmediata del condado de Treviño.

El líder gallego necesita atraerse al votante socialista desamparado y al huérfano de Cs. Y difícilmente puede seducirlos adhiriéndose a una moción de Vox o consintiendo que Díaz Ayuso radicalice las posiciones del partido.

¿Cuándo se atreverá Núñez Feijóo a contrariarla? ¿Qué tiene que suceder para que el presidente del PP desautorice a la presidenta madrileña cada vez que reniega del cambio climático o cada vez que atribuye la crisis sanitaria a una siniestra conspiración comunista? ¿El discurso de Ayuso sobre la vitalidad contemporánea de ETA es el mismo que comparte su jefe de filas?

Foto: Sánchez y Feijóo, en Moncloa. (EFE/Sergio Peréz)

La pasividad de Feijóo alimenta la estrategia antagonista de Sánchez en el ruedo de Madrid. O sea, que el presidente del Gobierno instrumentaliza el liderazgo vehemente de Ayuso tanto como Ayuso utiliza la campaña adversa del Gobierno y del PSOE para sustraerse a las responsabilidades de la gestión sanitaria. Y no le conviene a la reputación de Feijóo la posición de espectador. Necesita demostrar quién lleva el timón de Génova 13.

El mismo sentido y ejercicio de la responsabilidad contradice la ocurrencia de regalarle a Sánchez una moción de censura. Arrimadas la considera oportuna por el saqueo del Código Penal y porque se le organizaría en el umbral de las elecciones autonómicas y municipales, pero la iniciativa de recordar a los votantes las mayúsculas atrocidades del presidente subestima la escasísima trascendencia pública del jaleo parlamentario.

Lo demuestra la audiencia del primer gran duelo senatorial de Sánchez y Feijóo el pasado mes de septiembre. Nunca habían debatido desde sus respectivas candidaturas a la Moncloa, pero la dureza del combate únicamente atrajo a 267.000 espectadores. Y puso en entredicho la distancia que existe entre el fervor mediático de la política y el interés general.

El bloque soberanista tiene muy claro que el rechazo al PP, Vox y Cs prevalece y reina sobre el entusiasmo hacia el presidente del Gobierno

Se explica así mejor la ventaja con que Sánchez retorcería a su favor el escarnio de la moción de censura. Tendría que encajar los reproches moderados de sus aliados, la iracundia de Santi Abascal, la indignación de Arrimadas, la prosodia justiciera de Gamarra, pero el desenlace triunfal de la votación le serviría de estímulo electoral y de operación de encubrimiento. Y no porque los nacionalistas vayan a dejar de chantajearlo, sino porque el bloque soberanista tiene muy claro que el rechazo al PP, Vox y Cs prevalece y reina sobre el entusiasmo hacia el presidente del Gobierno.

Inés Arrimadas y Santiago Abascal defienden proyectos políticos incompatibles, pero también una insólita transferencia de votantes y algunas otras ocurrencias cuyo voluntarismo y énfasis contraindican el objetivo de evacuar a Sánchez. Por ejemplo, la genialidad de organizarle una moción de censura.

Inés Arrimadas Santiago Abascal Alberto Núñez Feijóo
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