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Razones para abonarse a la feria de San Isidro
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Razones para abonarse a la feria de San Isidro

Los carteles no arrebatan, pero la presencia de las grandes figuras, la calidad de las ganaderías y la nueva política de precios predisponen el interés de una isidrada que ha dejado fuera a Juan Ortega

Foto: Alejandro Talavante en Las Ventas. (EFE/Emilio Naranjo)
Alejandro Talavante en Las Ventas. (EFE/Emilio Naranjo)
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He decidido abonarme a la feria de San Isidro después de haberme negado a hacerlo durante muchos años. Y no por falta de afición, sino por lo contrario. Quiero decir que la isidrada de veintitantas tardes consecutivas es una hipérbole que provoca efectos bulímicos. Y que relativiza el interés de la experiencia, precisamente por el ajetreo desproporcionado de espectáculos. A los toros no se puede ir por rutina. Menos aún cuando la realidad del escalafón no alcanza a satisfacer una feria tan larga. O cuando la militancia del tendido siete tiraniza la isidrada misma en el antagonismo de los toreros modestos contra las figuras. O cuando los esnobs de clavel desnaturalizan la plaza, tantas veces excitados por los copazos que adulteran el respeto.

Foto: Imagen de la plaza francesa de Dax en el festejo celebrado el 11 de septiembre. (R. A.)

Pero me he abonado. Y no porque la feria de 2023 me resulte arrebatadora. Ni porque resultara estimulante la catetada del acto de presentación. Me he abonado porque hay suficientes carteles atractivos. Porque varias figuras repiten tres tardes. Porque se ha cuidado el ganado con esmero. Y hasta por razones económicas. No es barato desembolsar un par de abonos de sombra, pero más costoso puede resultar adquirir entradas sueltas para las corridas de postín, ahora que la libertad de precios en Las Ventas —una novedad justa y necesaria— revaloriza las tardes en que comparecen Morante, Roca, El Juli, Manzanares, Talavante o... Diego Ventura.

Foto: El diestro Julián López 'El Juli'. (EFE/Juanjo Martín)

Quiere decirse que el nuevo contrato de la Comunidad de Madrid y la empresa Plaza1 reconoce los derechos y la economía de los abonados fieles, pero también concede un margen suculento a la venta de las entradas sueltas, especialmente cuando aparecen los carteles de enjundia y cuando van a vaciarse los bolsillos los espectadores de última hora. Ejemplos.

-Miércoles 10 de mayo. Toros de la Quinta para El Juli, Roca Rey y Álvaro Alarcón, que tomará la alternativa.

-Jueves 11. Toros de Garcigrande para Morante de la Puebla, Emilio de Justo y Tomás Rufo.

-Jueves 18. Toros de Alcurrucén para Morante de la Puebla, El Juli y Tomás Rufo.

- Viernes 19. Toros de Jandilla para Sebastián Castella, José María Manzanares y Pablo Aguado.

-Jueves 25. Toros de Puerto de San Lorenzo para José María Manzanares, Emilio de Justo y Roca Rey.

Foto: Pablo Aguado. (Tomás Muruaga)

- Jueves 1 de junio. Toros de Alcurrucén para Diego Urdiales, Alejandro Talavante y Daniel Luque.

- Viernes 2. Toros de Toros El Torero para Uceda Leal, Morante de la Puebla y Sebastián Castella.

- Domingo 11.Toros de Victoriano del Río para El Juli, Alejandro Talavante y Roca Rey.

No proliferan los carteles rematados en la feria. Y se diría que Rafael Garrido y Simón Casas, titulares de la gestión isidril, se han inspirado en la fórmula florentiniana de los Zidanes y los Pavones. O sea que los figurones cohabitan con la clase media en una feria muy desigual cuyo planteamiento ha castigado a Juan Ortega —no comparece el diestro sevillano—, ha discriminado a Antonio Ferrera y ha dejado fuera a la hombría de Rafaelillo.

Foto: Ángel Tellez sale el pasado viernes a hombros de Las Ventas entre los espectadores más jóvenes. (EFE/Miguel Osés)
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Se ha tratado con demasiado cariño a Talavante después de las fallidas actuaciones de 2022 en Las Ventas. Me interesa muy poco el regreso a los ruedos de Castella. Agradezco que se haya relativizado la demagogia torista. Y he puesto atención a los toreros de más cualificación artística. Me refiero a Urdiales, a Pablo Aguado, a Ginés Marín. Y al novillero Jorge Martínez en cabeza de los chavales que piden paso.

La feria es tan larga que se han introducido jornadas de descanso. Los lunes, en concreto. O el martes que sucede a la festividad de San Isidro. Se reconoce así el esfuerzo que supone asistir a Las Ventas, aunque la implicación de Telemadrid con 14 tardes en directo y la aparición de un nuevo operador que va a transmitir la isidrada entera, OneToro, permiten eludir la olla de ladrillo y hacer filantropía con las entradas inutilizadas.

Fue Ayuso quien anunció el compromiso de las transmisiones. Me parece muy bien que una televisión pública se implique en la repercusión de la isidrada. Y estaría mejor aún que se adhirieran otras cadenas autonómicas, aunque cabe preguntarse si el esfuerzo mediático y presupuestario de Telemadrid guarda relación alguna con el periodo electoral.

He decidido abonarme a la feria de San Isidro después de haberme negado a hacerlo durante muchos años. Y no por falta de afición, sino por lo contrario. Quiero decir que la isidrada de veintitantas tardes consecutivas es una hipérbole que provoca efectos bulímicos. Y que relativiza el interés de la experiencia, precisamente por el ajetreo desproporcionado de espectáculos. A los toros no se puede ir por rutina. Menos aún cuando la realidad del escalafón no alcanza a satisfacer una feria tan larga. O cuando la militancia del tendido siete tiraniza la isidrada misma en el antagonismo de los toreros modestos contra las figuras. O cuando los esnobs de clavel desnaturalizan la plaza, tantas veces excitados por los copazos que adulteran el respeto.

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